Los vigilantes del r¨ªo
En la madrugada del 25 de abril de 1998, cuando la balsa minera de Aznalc¨®llar reventaba liberando su peligrosa carga, un equipo de cient¨ªficos de la Universidad de C¨®rdoba y el Instituto de Ciencias Marinas de Andaluc¨ªa navegaba por el estuario del Guadalquivir. Desde mayo de 1997, y por encargo de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, estos especialistas estaban ocupados en el estudio de las comunidades acu¨¢ticas que habitan en el tramo final del cauce, al objeto de regular la actividad pesquera en la zona. De forma azarosa, se convirtieron en testigos privilegiados de la riada t¨®xica que en pocas horas alcanz¨® la desembocadura del Guadalquivir, aunque el grueso del vertido pudo ser retenido, y neutralizado, en el interior de las marismas.Los datos que se hab¨ªan recopilado hasta el momento del accidente daban cuenta de la riqueza pisc¨ªcola del estuario. En un espacio relativamente peque?o, que ocupa los ¨²ltimos 50 kil¨®metros de r¨ªo, se catalogaron m¨¢s de 70 especies de peces y otras tantas de invertebrados. Pero, adem¨¢s, destaca Carlos Fern¨¢ndez Delgado, director de este proyecto de investigaci¨®n: "hab¨ªamos demostrado que el estuario desempe?a un importante papel, como zona de cr¨ªa, para un grupo de especies de gran valor comercial, entre las que se encuentran el boquer¨®n, la sardina, la baila, la corvina, el lenguado o el langostino".
Impacto real
En estas circunstancias, el vertido t¨®xico constitu¨ªa una seria amenaza para las actividades pesqueras de numerosas localidades y, en particular, de Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz), por lo que las investigaciones de estos cient¨ªficos se centraron en medir el impacto real de este suceso, aprovechando la informaci¨®n de la que ya dispon¨ªan tras haber analizado el estuario antes del vertido.
Curiosamente, en las tres estaciones de muestreo situadas en la zona afectada por los residuos mineros el n¨²mero de especies capturadas despu¨¦s del accidente fue superior al de las capturadas antes del mismo. Las diferencias, advierte Fern¨¢ndez Delgado, "pueden ser atribuibles a m¨²ltiples causas, pero, sobre todo, a las diferentes condiciones ambientales". El periodo comprendido entre junio de 1997 y abril de 1998 podr¨ªa calificarse de h¨²medo, inici¨¢ndose inmediatamente despu¨¦s un ciclo seco que abarcar¨ªa hasta el mes de agosto de 1999. Al escasear las lluvias aumenta la salinidad del estuario, mejorando as¨ª las condiciones para las especies marinas que acuden a esta zona.
La relaci¨®n entre la salinidad y la riqueza pisc¨ªcola es evidente, y lo mismo puede decirse de la temperatura del agua. Por este motivo, los investigadores han llevado a cabo un an¨¢lisis estad¨ªstico donde se compara el n¨²mero de especies antes y despu¨¦s del vertido, pero anulando los posibles efectos de la salinidad y la temperatura. De esta manera, no existen diferencias significativas entre el n¨²mero medio de especies pisc¨ªcolas localizadas antes de que se produjera la rotura de la presa minera y las que se capturaron en los meses posteriores. "Hasta el momento", precisa Fern¨¢ndez Delgado, "no parece que el vertido t¨®xico haya tenido un efecto negativo sobre la riqueza pisc¨ªcola del estuario".
En lo que se refiere a la abundancia de ejemplares de las diferentes especies, tampoco se han advertido alteraciones significativas. A pesar de todo, el grupo de investigadores que trabaja en el Guadalquivir, y que tambi¨¦n analiza las consecuencias del vertido en el cauce del Guadiamar, considera que todav¨ªa es pronto para extraer conclusiones definitivas.
Tiempo prudencial
"A¨²n no ha transcurrido un tiempo prudencial para detectar todos los cambios que han podido producirse en las comunidades acu¨¢ticas, por lo que habr¨ªa que mantener la vigilancia, ya que estamos hablando de una zona en donde cr¨ªan especies comerciales y en la que cualquier alteraci¨®n tendr¨ªa importantes repercusiones econ¨®micas y sociales", razona Fern¨¢ndez Delgado.
Sin embargo, la continuidad de estos trabajos no est¨¢ asegurada, ya que la financiaci¨®n que en su d¨ªa obtuvieron, a trav¨¦s de las partidas presupuestarias asignadas al Programa de Investigaci¨®n del Corredor Verde, se agota el pr¨®ximo mes de mayo, y hasta ahora, a pesar los requerimientos que han dirigido a la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, no parece que vaya a prolongarse. Las asociaciones ecologistas, y diferentes agentes sociales de los pueblos situados en las riberas del estuario, consideran, por el contrario, que ¨¦ste es, precisamente, uno de los cap¨ªtulos a los que habr¨ªa que seguir destinando recursos.
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden dirigirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
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