?Intervenci¨®n absoluta? No, gracias
En las ¨²ltimas semanas, la Comunidad Valenciana ha sido protagonista de un intenso, apasionado y tambi¨¦n distorsionado debate que, centrado de manera exclusiva en una problem¨¢tica coyuntural, ha obstaculizado el que desde posicionamientos serenos y carentes de prejuicios pudiera reflexionarse sobre el sentido m¨¢s profundo de lo que estaba sucediendo. Una vez m¨¢s, los ¨¢rboles nos han impedido ver el bosque, lo que ha supuesto que desperdici¨¢ramos la oportunidad de enfrentarnos a una de las cuestiones que m¨¢s inter¨¦s y controversias generan dentro de la pol¨ªtica cultural. Me refiero al papel que deben asumir las instituciones pol¨ªticas y, en especial, las administraciones auton¨®micas en las tareas de difusi¨®n, promoci¨®n y descentralizaci¨®n art¨ªstico-cultural.Lejos quedan ya, por fortuna, los intentos jdanovistas de crear por v¨ªa totalitaria un modelo de intervenci¨®n estatal como el derivado del realismo socialista. Lejos, tambi¨¦n, permanece esa aberrante definici¨®n degenerada con la que el nazismo tild¨® a todas aquellas tendencias art¨ªsticas que no se ajustaban al pompierismo reaccionario del Tercer Reich. El error, y el consiguiente horror, cultural cometido por ambos reg¨ªmenes se bas¨® en haber despreciado aquello que la modernidad -esa pasi¨®n cr¨ªtica de la que hablaba Octavio Paz- hab¨ªa tra¨ªdo consigo, no s¨®lo la superaci¨®n de los c¨®digos de representaci¨®n tradicional, sino tambi¨¦n el reconocimiento de la autonom¨ªa est¨¦tica y de la necesaria libertad creadora.
?ste, y no otro, es el punto de partida en el que debe apoyarse una pol¨ªtica cultural que, siendo abierta y pluralista, desee adem¨¢s actuar de forma tolerante y respetuosa con la diversidad del propio tejido social al que representa, una diversidad que, m¨¢s que necesaria, resulta consustancial a esa misma cultura. Las instituciones no deben imponer modelos, sino consensuar caminos de expresi¨®n y abrir v¨ªas de di¨¢logo, ya que todo proyecto cultural que intente ser impuesto desoyendo las necesidades de la sociedad a la que sirve est¨¢ condenado al m¨¢s rotundo de los fracasos. Y para refrendar este hecho, ah¨ª est¨¢ el dram¨¢tico divorcio vivido entre la "cultura institucional" y la "cultura real" de nuestro pa¨ªs a lo largo de una extensa etapa del siglo XX
Ahora bien, asumido este car¨¢cter, no podemos olvidar que las instituciones tienen que asumir un papel dinamizador que en modo alguno est¨¢ re?ido con el respeto a esa rica diversidad, llena de contrastes y mezcolanzas, que conforma la actual realidad cultural del Estado espa?ol. Consciente de esta tensi¨®n -as¨ª como de su dif¨ªcil pero necesario equilibrio-, el Gobierno de la Generalitat valenciana, y en especial el presidente Eduardo Zaplana, ha apostado de manera decidida e innovadora por el apoyo a todo un conjunto de propuestas legislativas tendentes a facilitar la interrelaci¨®n positiva de los ¨¢mbitos cultural y pol¨ªtico-institucional, evitando cualquier intromisi¨®n imperativa que tanto ahora como en un futuro pudiera ser emprendida desde el ¨²ltimo de estos campos hacia el primero. Por medio de estas iniciativas, no se ha intentado controlar ideol¨®gicamente los proyectos culturales emprendidos, actitud que supondr¨ªa el reconocimiento de un necio y desfasado totalitarismo, sino favorecer la existencia de unos canales aut¨¦nticamente participativos a trav¨¦s de los cuales pudiera manifestarse la pluralidad de planteamientos y necesidades que definen el hecho art¨ªstico y cultural en la contemporaneidad.
Frente a modelos intervencionistas e impositivos que conscientemente ignoran a los propios protagonistas y agentes culturales, el Gobierno valenciano ha considerado pertinente dotar de capacidad ejecutiva a quienes poseen esa capacidad, ya sean o no afines a unas siglas pol¨ªticas, ya sean o no part¨ªcipes de unas determinadas concepciones sociales, ideol¨®gicas o est¨¦ticas. As¨ª, frente a un modelo sustentado en la intervenci¨®n absoluta, el Gobierno popular se ha decantado -como hasta la fecha no lo hab¨ªa hecho ning¨²n otro Gobierno valenciano- por una gesti¨®n participativa basada en decisiones consensuadas. Decisiones que fundamentalmente han ido dirigidas a cubrir cuatro grandes objetivos: la proyecci¨®n de nuestra cultura en un contexto globalizado, la creaci¨®n de unas infraestructuras plurales que posibiliten la descentralizaci¨®n, el di¨¢logo entre la esfera institucional y la cultural y, por ¨²ltimo, la potenciaci¨®n de foros centrados en el an¨¢lisis, el debate y el intercambio.
?Lo apuntado son ¨²nicamente palabras, declaraciones program¨¢ticas carentes de realidad? En absoluto. La gesti¨®n realizada en estos ¨²ltimos a?os ha permitido al Gobierno de Zaplana mostrar ante los ciudadanos y ciudadanas la realidad de un proyecto sustentado en hechos. Y ¨¦stos son por s¨ª mismos m¨¢s que elocuentes. Tan elocuentes que no queremos ahora referirnos ni a las exposiciones organizadas desde el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana (m¨¢s de medio millar desde su creaci¨®n, en 1996) ni mencionar a los m¨¢s de 300 artistas exhibidos tanto dentro como fuera de nuestra Comunidad. Tampoco deseamos incidir en la potenciaci¨®n de espacios expositivos ya existentes (Museo de Bellas Artes de Valencia y Lonja del Pescado de Alicante) ni aludir a la puesta en marcha de nuevos centros, como la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, el Espai d'Art Contemporani de Castell¨® (EACC), el recientemente inaugurado Museo del Siglo XIX en Valencia o la ampliaci¨®n de la que est¨¢ siendo objeto el IVAM para poder mostrar una parte representativa de sus fondos. ?Acaso son tambi¨¦n palabras la realizaci¨®n durante este pr¨®ximo oto?o de un Encuentro Mundial de las Artes o la celebraci¨®n el pr¨®ximo a?o de la Bienal de las Artes Pl¨¢sticas?
Como puede observarse, es mucho m¨¢s f¨¢cil criticar desde el prejuicio o la ignorancia interesada que reconocer la solvencia de una gesti¨®n que, a pesar de ser susceptible de mejora, cuenta con aciertos que nadie puede ya poner en duda. Y ha sido precisamente en los pa¨ªses y ciudades con los que hemos mantenido un contacto m¨¢s estrecho (Buenos Aires, Montevideo, S?o Paulo, M¨¦xico DF, La Habana, Nueva York, Lisboa, Brujas, Par¨ªs, Florencia, Roma y un largo etc¨¦tera) donde hemos podido constatar, gracias al apoyo recibido, el valor y la importancia del esfuerzo realizado en tan breve espacio de tiempo.
Sin embargo, de nada de ello se ha hablado en estas ¨²ltimas semanas, ya que se ha preferido utilizar la demagogia y la sinraz¨®n antes que la serenidad y la reflexi¨®n. Al respecto, resulta incomprensible que un Gobierno que ha centrado su gesti¨®n en la creaci¨®n de institutos aut¨®nomos paralelos al IVAM y a Teatres de la Generalitat -tal y como ha sucedido con el Instituto Valenciano de la M¨²sica, el Instituto de Cinematograf¨ªa Ricardo Mu?oz Suay o el Instituto de Conservaci¨®n y Restauraci¨®n de la Comunidad Valenciana-, y que, adem¨¢s, est¨¢ en la actualidad elaborando una Ley del Teatro, sea tildado de inmiscuir criterios extraculturales en el discurso art¨ªstico. Nunca, y ya lo hemos se?alado antes, Gobierno alguno hab¨ªa realizado una apuesta tan decidida por dotar de autonom¨ªa a los ¨¢mbitos art¨ªsticos, teatrales, musicales y cinematogr¨¢ficos. Asimismo, nunca se hab¨ªa dotado de tanto poder de decisi¨®n y capacidad ejecutiva a los consejos rectores de estos ¨®rganos, consejos en los que la presencia institucional se encuentra en evidente -y deseada- minor¨ªa frente a la participaci¨®n t¨¦cnica y profesional.
?Contin¨²a siendo esto una rutinaria declaraci¨®n program¨¢tica? En modo alguno lo creo. En cualquier caso, no me preocupa la discrepancia, ya que la misma siempre puede ser estimulante y fruct¨ªfera. Lo que me desagrada es el descr¨¦dito injustificado o la boutade simplista y descalificadora. Con todo, antes prefiero el sinsabor de esas torpezas que el uso de una confrontaci¨®n sistem¨¢tica y antidemocr¨¢tica que desprecie cualquier di¨¢logo.
Consuelo Ciscar es directora general de Promoci¨®n Cultural y Patrimonio Art¨ªstico de la Consejer¨ªa de Cultura, Educaci¨®n y Ciencia de la Generalitat valenciana.
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