El rey del empate aprende a golear
Atrapado por el empate viv¨ªa el Badajoz, un conjunto que hab¨ªa hecho de las tablas ley, como si no existiera otra manera de resolver un partido. Venti¨²n empates llevaba acumulados, m¨¢s que ning¨²n otro equipo en la historia de Primera y Segunda divisi¨®n. La obsesi¨®n por la igualada no hab¨ªa variado con el cambio de entrenador, con el relevo de Generelo por Manolo Sarabia tras la jornada 27.Ocho partidos hab¨ªa disputado el Badajoz con Sarabia, de los que seis finalizaron en empate y dos en derrota. Pero de repente todo cambi¨® espectacularmente. Acudi¨® el Badajoz a los dominios del C¨®rdoba, un equipo que hab¨ªa presentado sus credenciales de cara al ascenso, y los de Sarabia hicieron trizas todas las estad¨ªsticas acumuladas, tanto empate, tanta igualada, tanto puntito inservible cuando la victoria se paga con tres. Uno, dos, tres, cuatro goles. As¨ª, con un 0-4, se deshizo el Badajoz de todos sus complejos, que le empujaban, empate va, empate viene, a la zona menos noble de la tabla.
Tres de esos cuatro goles los logr¨® Sabino, aquel jugador al que en un Legan¨¦s-Badajoz el t¨¦cnico local, Enrique Mart¨ªn, le birl¨® la pelota cuando corr¨ªa por la banda. En C¨®rdoba, Sabino no encontr¨® entrenador, ni jugador alguno, que le dejara sin bal¨®n, y consigui¨® dibujar una sonrisa en el rostro de su t¨¦cnico, de un Sarabia contratado para rescatar al equipo de una espiral de empates que se antojaba peligrosa. "No podemos dejar pasar una oportundiad hist¨®rica de ascender", dijo entonces Manuel Ligoiz, presidente del club, para justificar el cambio de entrenador.
Dos meses despu¨¦s, la vida segu¨ªa igual, los empates gobernaban al Badajoz y le empujaban hacia los puestos de riesgo. La carrera como entrenador de Sarabia (43 a?os) hab¨ªa comenzado, y acabado, en el filial de su Athletic del alma, all¨¢ en el 95. Un a?o despu¨¦s abandon¨® y a?os despu¨¦s se puso al frente de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol-playa. Hasta que el Badajoz llam¨® a su puerta. Y empatando estaban los de Sarabia cuando el C¨®rdoba apareci¨® en su camino. Le endosaron uno, dos, tres, cuatro goles y el resultado final, sorprendentemente, no fue de empate a cuatro.
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