'Hooligans' y todo lo dem¨¢s
La historia tiene un narrador / protagonista, que casi hace de ella un mon¨®logo con poca acci¨®n. Y comedida, para la atrocidad que hay en la novela y en la pel¨ªcula. El narrador hablar¨ªa en un idioma que invent¨® Burgess, que antes de novelista fue fil¨®logo, pol¨ªgloto y profesor de muy alta calidad: empleado como ling¨¹ista en colonias, le diagnosticaron un c¨¢ncer y lo abandon¨® todo por la literatura: goz¨®, posteriormente, de una longevidad excepcional.El idioma aqu¨ª lo tiene que inventar el traductor (y director) Eduardo Fuentes: lo que le da calidad de autor. No se entiende nada de este idioma del monologuista y de algunos personajes; pero hay la suficiente expresi¨®n para comprender lo que narra. No as¨ª la delicadeza de su doctrina. En primer lugar, Burgess, cat¨®lico, hizo una composici¨®n sobre el libre albedr¨ªo, y sobre la capacidad de redenci¨®n (en la tierra) del que comete el mal.
La naranja mec¨¢nica De Anthony Burgess
Int¨¦rpretes: Alberto Berzal, Israel Fr¨ªas, Pepe Gonz¨¢lez, Carlos Mart¨ªnez-Abarca, Elisa Mart¨ªnez-Sierra, Luis Rallo, Javier Ruiz De Alegr¨ªa, Jos¨¦ Luis Santar, Pilar Bayona, Miguel Foronda. Espacio sonoro: Mariano D¨ªaz. Dise?o vestuario: Pedro Moreno; Francisco Leal, dise?o iluminaci¨®n. Escenograf¨ªa: Eduardo Fuentes /Garaialde y S¨¢nchez Asociados. Direcci¨®n y traducc¨ªon: Eduardo Fuentes. Compa?¨ªa Willian Layton. Producci¨®n: Jos¨¦ Carlos Plaza. Teatro Nuevo Apolo. Madrid.
La primera traici¨®n fue la del editor de Estados Unidos, que public¨® la novela sin el ¨²ltimo cap¨ªtulo, porque la doctrina puritana y la pol¨ªtica no aceptan esa redenci¨®n. Dec¨ªa ¨¦l que acept¨® porque le faltaba "la pitanza". La segunda fue la de la pel¨ªcula, que fue tomada de la edici¨®n americana.
Violencia juvenil
Hay una cuesti¨®n pol¨ªtica: despu¨¦s de un viaje a la URSS, donde tambi¨¦n hab¨ªa bandas de lo que llam¨¢bamos gamberros en Espa?a (ahora el parecido est¨¢ en los cabezas rapadas), imagin¨® un mundo de un cierto sincretismo, donde la violencia juvenil de los dos pa¨ªses se reunir¨ªa: el argot en que hablar¨ªan ser¨ªa el nasdat, donde el ingl¨¦s bajo se un¨ªa al ruso, y as¨ª lo hizo.
Hay versiones seg¨²n las cuales lo primero que intent¨® fue un sistema nuevo de ense?anza de idiomas, mediante una serie de novelitas en la que se mezclar¨ªan los dos idiomas: el enorme ¨¦xito mundial, con o sin ¨²ltimo capitulo, le retir¨® de ese proyecto: la pitanza estaba a salvo. Luego hizo sin ganas la adaptaci¨®n teatral: seg¨²n ¨¦l, s¨®lo para evitar las m¨²ltiples versiones que quer¨ªan hacer los aficionados, que a?adir¨ªan m¨¢s traiciones a la obra.
Varios de estos temas est¨¢n pasados: el nasdat, los problemas teol¨®gicos, la simbiosis, la ciencia-ficci¨®n. Queda la violencia juvenil. No creo que haya aumentado. Pero es lo que resalta en esta traducci¨®n que utiliza palabras de distintas german¨ªas espa?olas, y otras directamente inventadas. No ha podido, tampoco, aceptar la idea de redenci¨®n: desde 1962 han pasado casi cuarenta a?os y la misma violencia de los hooligans, los teddy boys y los dem¨¢s se mantiene.
V¨ªctima
El primer actor es excelente, dice su dificil¨ªsimo texto con convicci¨®n, refleja la violencia y el terror y su condici¨®n de v¨ªctima. Grita: gritan todos, y supongo que tienen marcado as¨ª su papel, porque debe formar parte de la idea de violencia. O por la dif¨ªcil ac¨²stica del teatro. Mejor as¨ª que con micr¨®fonos.
No s¨¦ qu¨¦ les parecer¨¢ a quienes no conozcan la novela; me imagino lo que les pueda parecer a quienes vieron la pel¨ªcula, y este es uno de los problemas del teatro de despu¨¦s del cine. Yo la vi el domingo de Pascua: hab¨ªa pocos espectadores, probablemente por las fiestas; pero muchos j¨®venes, atra¨ªdos por el t¨ªtulo, por la calidad de los patrocinadores (el director, Eduardo Fuentes, al que admiraban desde Transpoitting en el Alfil; y la solvencia de nombres como William Layton, que ha formado la compa?¨ªa, y de Jos¨¦ Carlos Plaza, que dirige la producci¨®n), y el aplauso sonaba a poco.
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