Fidel Castro y los ni?os
Cuando Fidel Castro suprimi¨® los Reyes Magos y traslad¨® el tradicional regalo de juguetes a los ni?os para el mes de julio, aleg¨® que los ni?os cubanos hab¨ªan nacido el 26 de julio de 1953, d¨ªa en que asalt¨® el cuartel Moncada con un grupo de seguidores, y que para ¨¦l inicia la Revoluci¨®n. Fue un choque para el pueblo cubano -de raigambre cristiana-, pero como entonces Fidel era un mito, se acept¨® el sorprendente cambio. Tres cosas persegu¨ªa el ya comandante en jefe con ¨¦l: una, pregonar que la pobreza de la ni?ez cubana estaba tan extendida que s¨®lo los hijos de las familias con recursos recib¨ªan juguetes el 6 de enero; dos, empezar a minar la religi¨®n cat¨®lica y sutilmente ir inoculando en el pueblo las creencias materialistas (marxistas), sobre todo en la infancia al destruirles la ilusi¨®n de que eran seres m¨¢gicos quienes premiaban la buena conducta; y tres, crear la dependencia de la ciudadan¨ªa del Estado desde una corta edad, pues los juguetes ya no se los tra¨ªan m¨ªticos monarcas orientales sino se obten¨ªan mediante la presentaci¨®n de una libreta de racionamiento, es decir, que eran d¨¢diva gubernamental.Igualmente en fecha tan cercana a 1959 como la eliminaci¨®n del d¨ªa de Reyes, circul¨® entre la poblaci¨®n cubana la noticia de que el Gobierno iba a quitar a los padres la patria potestad y a enviar sus hijos a la Uni¨®n Sovi¨¦tica para que recibieran una educaci¨®n socialista. Aunque con toda probabilidad la noticia era falsa, provoc¨® la alarma de numerosas familias y antes de que les arrebataran a sus hijos prefirieron desprenderse de ellos voluntariamente mand¨¢ndolos a los Estados Unidos, bajo la protecci¨®n de parientes que se encontraban all¨ª o de organizaciones caritativas norteamericanas, con la esperanza de una reunificaci¨®n cuando ellos, a su vez, pudieran emigrar a Norteam¨¦rica. Recalco que muy probablemente la noticia era falsa, pero no as¨ª el intento revolucionario de aplicar la vieja idea de Saint-Just, jacobino entre los jacobinos, de que antes que a los padres, los hijos pertenec¨ªan al Estado, y el tiempo lo probar¨ªa.
Los pasos para la implantaci¨®n de este concepto fueron, entre otros, la creaci¨®n de la Uni¨®n de Pioneros y de la Juventud Comunista, la obligatoriedad de todos los escolares de ir por lo menos una vez al a?o a trabajar en la agricultura, el desplazamiento de las escuelas urbanas hacia ¨¢reas rurales con la instauraci¨®n de las llamadas "escuelas en el campo", que se nutrir¨ªan principalmente de alumnos citadinos. Como padre de dos hijos que se criaron en la revoluci¨®n, tengo experiencias personales en cuanto a estas dos formas de ense?anza.
Mi hija, que ten¨ªa siete a?os cuando Fidel Castro lleg¨® al poder, realiz¨® a?o tras a?o labores agr¨ªcolas desde que accedi¨® a la escuela secundaria hasta que termin¨® el bachillerato. (En la universidad esta marcha religiosa al campo ya no era tan sistematizada, era m¨¢s flexible). Tengo muy grabada en la memoria la primera vez que su madre y yo la fuimos a visitar a un albergue escolar campesino. Las condiciones materiales, sin ser c¨®modas, tampoco eran inaceptables. S¨ª lo era, en cambio, el r¨¦gimen imperante all¨ª. Casi cuartelario. Las muchachitas apenas pod¨ªan moverse de las cuatro paredes del recinto una vez que volv¨ªan de los sembrad¨ªos. Viv¨ªan en su interior -o en el ¨¢rea que lo circundaba- casi como monjas de clausura. Tanto era as¨ª que una vez que quise llevarme a mi hija al poblado m¨¢s cercano para que almorzara con nosotros, la directora trat¨® de prohib¨ªrmelo argument¨¢ndome que ella era la "responsable" de "sus" alumnas. Le contest¨¦ que m¨¢s responsable de mi hija que ella era yo, y por supuesto me la llev¨¦.
Docentemente, la permanencia de estas jovencitas en el campo era lamentable. Se desperdiciaba la oportunidad de educarlas en el conocimiento directo de la naturaleza que las entornaba y de sus recursos agrarios, en un pa¨ªs eminenteme agr¨ªcola. El campamento de mi hija estaba pr¨®ximo a un ingenio (f¨¢brica) azucarero. Le pregunt¨¦ si las hab¨ªan llevado all¨ª para que vieran c¨®mo se produc¨ªa el az¨²car, primer rengl¨®n entonces de la econom¨ªa cubana. Para mi asombro, me respondi¨® que no. Y as¨ª con el resto de la comarca: su vegetaci¨®n, el r¨ªo que flu¨ªa por sus tierras, sus lugares hist¨®ricos... todo les era desconocido. Lo ¨²nico que quer¨ªan de ellas, y se les exig¨ªa, era que trabajaran y trabajaran... Sobra decir que estos "planes" eran elaborados por el Ministerio de Educaci¨®n.
Con mi hijo la experiencia fue m¨¢s decepcionante. Cuando ten¨ªa unos diez a?os lo matriculamos en una escuela en el campo. La diferencia con las de "al campo" era que en ¨¦stas los alumnos ten¨ªan que permanecer internados todo el curso, alrededor de nueve meses. S¨®lo les daban "pase" una vez a la semana para que fueran a visitar a sus familias. Por ¨¦l, por mi hijo, fuimos descubriendo que la ley que reg¨ªa en estos "centros de estudio" era la del m¨¢s fuerte. Como se mezclaban las edades, conviv¨ªan estudiantes de hasta 20 a?os con verdaderos ni?os. Y, desde luego, los mayores -retrasados escolares y hasta mentales- abusaban de los peque?os: les robaban cuanto pod¨ªan robarles, los chantajeaban forz¨¢ndoles a realizar las tareas "dom¨¦sticas" (limpiar los retretes, fregar los suelos) que ellos deb¨ªan hacer, e incluso los golpeaban.
Como los "profesores" eran igualmente adolescentes en su mayor¨ªa, no se atrev¨ªan o no pod¨ªan intervenir. Y dejaban hacer, dejaban pasar... Aparte de esto, los internados ten¨ªan que trabajar media sesi¨®n en labores agr¨ªcolas, fuese cual fuese su edad. Por suerte, nuestro hijo no permaneci¨® mucho tiempo ah¨ª, pues cuando su madre y yo vimos que aqu¨¦l no era un lugar de ense?anza, sino un foco de delincuencia juvenil, lo sacamos inmediatamente. ?Y cu¨¢nto no ha blasonado Castro de estas "famosas" escuelas en el campo, que fueron idea suya!
Fidel Castro no cree en la familia, si es que no la repudia. Quiz¨¢ por razones ¨ªntimas, quiz¨¢ pol¨ªticas. Cualquiera que sea la causa, lo cierto es que siempre ha querido destruirla. Adem¨¢s de estas escuelas al o en el campo -que dispersaban el n¨²cleo familiar-, otro de los medios empleados fue la creaci¨®n de la organizaci¨®n de los "pioneros". Con ella se iba introduciendo en la ni?ez la necesidad del sometimiento, la "disciplina", la homogeneizaci¨®n del ser humano en torno al Estado, a la par que se les adoctrinaba pol¨ªticamente, pues los p¨¢rvulos pertenecientes a esta instituci¨®n (y su pertenencia a ella es de facto obligatoria) deben gritar antes de entrar en las aulas: "?Pioneros por el comunismo, seremos como el Che!".
Se destruye tambi¨¦n la familia -y la personalidad- condenando a los j¨®venes a un servicio militar... ?de tres a?os! (Dudo que haya naci¨®n en el mundo que obligue a un mozo a empu?ar las armas un periodo tan largo). Y fueron reclutas como ¨¦stos los mandados a pelear en Angola, en Etiop¨ªa, en Somalia, donde no pocos dejaron la vida en nombre del "internacionalismo proletario", mas en verdad tomando (tal vez inconscientemente en ellos) partido en una lucha por el poder entre Agostinho Neto y Jon¨¢s Savimbi
(candidato del Che a la presidencia angole?a) o a sostener la dictadura de Haile Mariam.
Saco todo lo anterior a colaci¨®n porque el ni?o cubano ha saltado a un primer plano de la informaci¨®n internacional a prop¨®sito del "balserito" Eli¨¢n Gonz¨¢lez. Fidel Castro ha desplegado en Cuba, reclam¨¢ndolo, una campa?a que recuerda las m¨¢s enconadas del comienzo de su revoluci¨®n. Con ello ha convertido un caso que debi¨® resolverse familiar o jur¨ªdicamente en una discordia francamente pol¨ªtica. Es claro que la postura del exilio cubano en Miami es pol¨ªtica. Pero lo es como una reacci¨®n, como una respuesta a la politizaci¨®n con que desde el primer instante Castro trat¨® esta desgracia. Aparentemente actu¨® (act¨²a) as¨ª por motivaciones humanitarias, morales y patri¨®ticas. ?De qu¨¦ se trata? ?Del apoyo incondicional a un padre (y a unas abuelas) que reclama la custodia de su hijo una vez muerta su madre? ?De la dignidad de una naci¨®n que considera que se ha "secuestrado" a un ciudadano suyo, aunque este ciudadano tenga tan s¨®lo seis a?os? ?O simplemente de la protecci¨®n de un inocente al que hay que amparar por el m¨¢s elemental de los deberes filiales (ya que el Estado es tambi¨¦n una instituci¨®n paternal) y ¨¦ticos? Hermoso que fuera as¨ª. Pero mucho me temo que no lo es. Y hay un hecho brutal que lo prueba, y que yo lamento tener que citar: el hundimiento del remolcador Trece de Marzo. Si Fidel respetase, amase tanto la integridad de un ni?o, no habr¨ªa permitido que en la desgracia mencionada muriesen una decena de ni?os y adolescentes, cuyas edades fluctuaban entre los seis meses y los 15 a?os. Y no se alegue que ¨¦l no fue el responsable de este crimen, pues sin su consentimiento no se hubiera hecho naufragar la embarcaci¨®n.
Algo semejante ocurri¨® con la madre de Eli¨¢n: tambi¨¦n tom¨® la decisi¨®n de huir de Cuba buscando una vida mejor para su hijo y para ella. Cierto que en la frustraci¨®n de su fuga obr¨® la violencia del mar y no la agresi¨®n de las patrulleras cubanas, pero la ra¨ªz de su acci¨®n fue la misma: la desesperaci¨®n. Y el resultado, el mismo: la muerte. Si Fidel Castro no hubiese hecho de Cuba el infierno que es, nadie querr¨ªa huir de este pa¨ªs, much¨ªsimo menos exponiendo la vida. Nadie se marcha de donde es feliz, o al menos no se siente agobiado.
Finalmente hay que reparar en que Fidel organiza el monumental esc¨¢ndalo justamente cuando se cumplen 41 a?os de su perpetuaci¨®n en el poder y que en sus alocuciones no menciona en absoluto la muerte de la madre del ni?o, como para que la poblaci¨®n cubana no piense en ella o la olvide. ?Casualidad o cortina de humo en los dos casos?
Un ¨²ltimo detalle en la relaci¨®n de Fidel Castro con la familia, que es en cierto modo como decir con los ni?os. Ahora, con su propia familia. Vuelva a repararse en que nunca ha mostrado a su actual esposa, con la cual, seg¨²n se rumorea, tiene varios hijos, as¨ª como en que, a excepci¨®n de Fidelito, el primog¨¦nito (tenido con otra esposa), nadie tampoco le ha visto p¨²blicamente el rostro a su prole. Y en una especie de cumbre iberoamericana de esposas de presidentes que se celebr¨® hace poco en Chile, Fidel no mand¨® a la suya..., sino a su cu?ada Vilma Esp¨ªn. ?Ser¨¢ ¨¦ste el concepto que Castro tiene del amor de padre y marido?
C¨¦sar Leante es escritor cubano.
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