Los cuidados paliativos son un derecho
El cuidado de las personas mayores enfermas y del n¨²mero creciente de pacientes con c¨¢ncer y enfermedades cr¨®nicas en fases avanzadas es uno de los retos de nuestro tiempo. La mayor¨ªa de nosotros tenemos alguna persona cercana afectada por c¨¢ncer, procesos neurol¨®gicos invalidantes, demencias o insuficiencias org¨¢nicas severas. Los m¨²ltiples y frecuentes problemas de estas personas demandan una asistencia continuada y ponen a prueba a todos los niveles del sistema sanitario. Una filosof¨ªa com¨²n de la atenci¨®n a estos pacientes deber¨ªa ser dar prioridad a la calidad de vida, en ocasiones incluso por encima de la duraci¨®n de ¨¦sta, evitando actuaciones inadecuadas conocidas como "encarnizamiento terap¨¦utico". Recibimos continuas alusiones de estos enfermos a su deseo, no siempre respetado, de no sufrir, no ser enga?ados, ser tenidos en cuenta en las decisiones y ser tratados con cari?o.Dada la l¨®gica orientaci¨®n curativa y altamente tecnol¨®gica de los grandes hospitales, los sistemas de salud se han visto obligados a desarrollar programas asistenciales espec¨ªficos para estos pacientes, basados fundamentalmente en potenciar el cuidado domiciliario y en el ingreso, cuando es necesario, en hospitales de media y larga estancia. Estos centros consiguen, cuando cuentan con personal especialmente formado y motivado, un c¨¢lido ambiente terap¨¦utico de gran eficacia, a?adi¨¦ndose a la satisfacci¨®n que generan un importante ahorro econ¨®mico respecto a los hospitales de agudos. Evidentemente, las camas deben estar localizadas lo m¨¢s cerca posible del n¨²cleo familiar, por lo que se recomienda que se distribuyan equitativamente por ¨¢reas o regiones sanitarias. Adem¨¢s se requiere una estrecha relaci¨®n con los equipos de atenci¨®n primaria, encargados del soporte y cuidados del enfermo cuando est¨¢ en su domicilio.
Entre los enfermos citados destacan los que se encuentran en fase terminal, con un tiempo de vida limitado entre dos y seis meses. En nuestro pa¨ªs atraviesan esta etapa terminal cerca de 150.000 personas cada a?o. El dato del elevado n¨²mero de personas en esta situaci¨®n no deber¨ªa empa?ar la trascendencia y el car¨¢cter exclusivo e individual del periodo final de la vida de cada ser humano. La proximidad de la muerte aumenta el sufrimiento de los pacientes y de sus seres queridos. Al dolor f¨ªsico y otros s¨ªntomas se a?aden numerosos problemas emocionales, sociales y existenciales. Los profesionales sanitarios podemos tambi¨¦n ser impactados por la vivencia de estas situaciones dif¨ªciles y, aun con la mejor voluntad, puede decirse que la mayor¨ªa no hemos sido entrenados para acompa?ar adecuadamente al enfermo y a la familia en estas fases.
Los cuidados paliativos representan la respuesta solidaria, cient¨ªfica y humana de la medicina actual a estas m¨²ltiples necesidades. La muerte es considerada, cuando se llega a este periodo terminal, como una etapa de la vida. Su dureza inevitable puede atenuarse cuando los profesionales sanitarios dedican sus esfuerzos a aliviar el dolor y otras molestias con atenci¨®n a cualquier m¨ªnimo detalle de confort, a escuchar y responder honestamente a las preocupaciones del paciente, respetando sus decisiones, y a apoyar a los familiares a lo largo del proceso. La intenci¨®n no es alargar la vida a toda costa ni acelerar la muerte como norma.
Muchos enfermos y familias nos han ense?ado que, con estas premisas, es posible crecer, profundizar en la continua b¨²squeda del sentido de la vida. En numerosas ocasiones, los profesionales somos testigos privilegiados de la vivencia serena de la fase final y del establecimiento de afectos y lazos entra?ables. El sentido agradecimiento que recibimos frecuentemente resulta altamente motivador, adem¨¢s de un ant¨ªdoto frente al estr¨¦s profesional.
Para ser eficaces y estar accesibles equitativamente para todos los enfermos, es preciso consolidar estas estrategias mediante una adecuada planificaci¨®n sanitaria. Una reciente recomendaci¨®n de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa "afirma y protege el derecho de los enfermos terminales o moribundos a los cuidados paliativos integrales" de forma inequ¨ªvoca. El Parlamento espa?ol, a su vez, ha instado al Gobierno a elaborar un proyecto de plan nacional que "garantice a los pacientes en fase terminal los cuidados paliativos en cualquier lugar, circunstancias o situaci¨®n, dentro de las diferentes estructuras de la red sanitaria". Es urgente que estas solemnes afirmaciones se hagan reales en la pr¨¢ctica diaria.
La Administraci¨®n y la sociedad en su conjunto tienen la honrosa responsabilidad de facilitar a las personas en fase avanzada y terminal de su enfermedad la posibilidad de una vida digna hasta una muerte digna. Este objetivo es, adem¨¢s de un derecho humano irrenunciable, un valioso indicador del aut¨¦ntico progreso.
Antonio Pascual es profesor titular de Medicina y presidente del comit¨¦ organizador del III Congreso de la Sociedad Espa?ola de Cuidados Paliativos.
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