A la orilla, no en el Gobierno
Los que hayan ido a la playa durante las pasadas minivacaciones habr¨¢n podido comprobar la diferencia entre el calorcillo ambiental y la frialdad del agua del mar. Habr¨¢n observado entonces tres tipolog¨ªas de usuarios de la playa. Los avisados de la diferencia, que ni se molestan en acercarse al agua. Los pioneros, que toman carrerilla y, sin pens¨¢rselo dos veces, se encuentran zambullidos. Pasada la primera impresi¨®n cortante, el ba?o fr¨ªo incluso les tonifica. Los del tercer grupo volen i dolen, pero no llegan a ba?arse. Se acercan a la orilla, pero retroceden ante el t¨ªmido avance del agua. Vuelven a intentarlo. Al fin mojan un dedo, un pie, comentan lo fr¨ªa que est¨¢ y lo dejan para otra ocasi¨®n. Si el mar fuera el Gobierno espa?ol y los ba?istas fueran catalanes, ?en qu¨¦ grupo situar¨ªan ustedes a CiU? En el tercero, no hay duda. En el segundo estar¨ªan los adscritos a las dos grandes formaciones espa?olas, sus amigos y allegados, convertidos en ba?istas estacionales: si es verano para la izquierda, unos van al agua y los otros entran en fase de abstenci¨®n forzosa. Si manda la derecha, como ahora, sucede al rev¨¦s. Pero siempre con la particularidad de que para esos ba?istas, el agua del poder est¨¢ siempre templada. S¨®lo est¨¢ fr¨ªa para los nacionalistas. Por si no tuvieran bastante con sus dudas, los nacionalistas de CiU disponen de dos corrillos: unos les animan a dar el paso, mientras que los otros gritan "vade retro". F¨ªjense ahora un poco en los corrillos y observar¨¢n un cierto trasiego. En 1993, Roca ten¨ªa raz¨®n y Pujol fue el malo de la pel¨ªcula que imped¨ªa el ba?o en aguas felipistas. Los mismos que entonces jaleaban se cambiaron de coro en 1996, al vencer el PP. Despu¨¦s de la legislatura de la crispaci¨®n no hab¨ªa para menos. Pero luego el PP se fue moderando y segu¨ªan en las mismas. Los nacionalistas menos pragm¨¢ticos y la izquierda se fueron acostumbrando a estar en el mismo corrillo, y tanto cari?o engendra el roce que m¨¢s de un art¨ªculo de este peri¨®dico podr¨ªa intercambiarse por otros del Avui, todos igualmente condenatorios, no ya de un ba?o en aguas aznaristas, sino del prudente remoj¨®n del pie derecho que supone el s¨ª a la investidura.No ser¨¦ yo quien hable contra ning¨²n encuentro entre nacionalistas no pujolistas -o cada d¨ªa menos pujolistas- y la izquierda. Al contrario, me encantar¨ªa sumarme al corrillo de los que desaconsejan, pero en esta ocasi¨®n me resulta imposible. Estaba a favor del ba?o completo en 1993, lo estaba en 1997, no en 1996, claro, y lo estoy ahora. Qu¨¦ le vamos a hacer. El caso es que CiU no ha entrado ni va a entrar por el momento, y puede muy bien suceder que, de tanto esperar, llegue el oto?o y s¨®lo hayan mojado un dedo en las aguas del poder de fuera de Catalu?a. CiU est¨¢ siempre a un paso de entrar en el Gobierno, pero no lo va a dar. Pujol se ha hartado de hacer cosas raras cuando le necesitaban. Verbigracia, el trueque indisimulado o la gobernabilidad. Roca fue despedido por intentar lo normal, formar coaliciones de gobierno cuando nadie tiene mayor¨ªa. Si nuestros medios de comunicaci¨®n no se han conjurado para llevarnos a enga?o, eso es lo que se hace en todo el mundo menos en la autonom¨ªa catalana y, por extensi¨®n, en Espa?a. Para el que est¨¢ en el poder es un chollo tremendo, ya que no tiene que repartir carteras, se queda con todos los cargos intermedios y encima le votan. Por eso lo habitual son los gobiernos de coalici¨®n y lo raro es lo nuestro. Tambi¨¦n ser¨ªa raro, aunque quiz¨¢ no tanto, entrar en un gobierno en el que no te necesitan, a precario, sin fuerza alguna para, en caso de pelea, derrumbar al primer ministro o hacerle pasar por serios apuros. De hu¨¦sped gentilmente invitado, como si dij¨¦ramos. No es normal, pero podr¨ªa suceder, y en cualquier caso ser¨ªa menos raro que mojar el dedito.
Pero sobre el papel, sigue estando claro que, para la Catalu?a de hoy, las ventajas de tener ministros en Madrid son infinitamente superiores a los inconvenientes. Las ventajas son materiales, palpables, cuantificables, mientras que los inconvenientes pertenecen al reino de lo espiritual. Y como saben todos, los presupuestos, las autopistas, el AVE e incluso el sursum corda son de este mundo (de lo cual se deduce que la cartera prioritaria es Fomento, no Industria o Asuntos Exteriores). Si no se dan las circunstancias es porque en el pasado se han hecho demasiadas cosas raras. Veamos. A medida que pasa el tiempo se evidencia que Pujol se equivoc¨® cuando en 1993 tom¨® la decisi¨®n de quedar al margen del Gobierno espa?ol. ?l mismo enmascar¨® su error al se?alar la posterior crispaci¨®n. "Mejor que nos haya cogido fuera". Pues no. Incluso es probable que, estando CiU dentro y en posesi¨®n de la llave de la alternancia, la legislatura 1993-1996 hubiera resultado bastante menos crispada. Si ciertos medios de Madrid se echaron entonces contra Pujol, es porque se dieron cuenta de su condici¨®n de nacionalista de papel. Prosigamos. El error de 1996 no consisti¨® en votar la investidura de Aznar, lo cual sin duda hab¨ªa que hacer, sino en firmar una lista de contrapartidas. Me mantengo m¨¢s firme que nunca en mi posici¨®n de entonces. Votar a cambio de nada, sin siquiera negociar, y esperar un poco. En 1997, demostrado el talante moderado y centrista, CiU hubiera podido entrar en un gobierno de coalici¨®n con el PP. Para quien no quiera ba?arse, el agua siempre estar¨¢ fr¨ªa. Luego, para cuando llegue el verano y el agua se vaya templando, uno ya estar¨¢ acostumbrado a privarse del ba?o. Entonces temer¨¢ un corte de digesti¨®n, o lo que sea.
?Es que los catalanes con ganas de proyectarse deben elegir entre pasar del nacionalismo o, si cometieron el error de estar dentro, darse de baja? Piqu¨¦, Birul¨¦s...
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