Actuar sobre los conflictos
En las ¨²ltimas semanas, son muchas las voces que ante el drama que se est¨¢ produciendo en varios pa¨ªses africanos han vuelto a se?alar la estrecha vinculaci¨®n existente entre las llamadas "crisis humanitarias" y los conflictos armados que asuelan a esos mismos pa¨ªses, en el sentido de que sin actuar seriamente sobre los factores que producen y perpet¨²an esos conflictos, ser¨¢ realmente dif¨ªcil encontrar formas eficaces que permitan aliviar el impacto de las hambrunas y las cat¨¢strofes naturales. Hablemos, pues, del tipo de conflictos que se dan en este continente, y especialmente en la zona ahora castigada.Una observaci¨®n previa es la debilidad de las pol¨ªticas de prevenci¨®n de conflictos, en este caso, de conflictos alimentarios. A mediados de febrero pasado, este peri¨®dico ya se hizo eco de la advertencia de la FAO de que 33 pa¨ªses ten¨ªan un preocupante d¨¦ficit de cereales, y de que pon¨ªa en marcha una operaci¨®n de emergencia alimentaria con una especial atenci¨®n al continente africano, donde 13 pa¨ªses mostraban una situaci¨®n cr¨ªtica por la mezcla explosiva de guerra, climatolog¨ªa adversa, desplazamientos masivos de personas, falta de recursos alimentarios y dificultad para acceder a la mayor¨ªa de las poblaciones afectadas. Las organizaciones humanitarias advirtieron ya entonces de que ocho millones de et¨ªopes y tres millones de keniatas estaban en situaci¨®n de alto riesgo. El 23 de febrero, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) lanz¨® una operaci¨®n de emergencia para Etiop¨ªa, por valor de 136,8 millones de d¨®lares, y con la angustia de saber que el grano deb¨ªa llegar a la gente antes de las lluvias del mes de julio, ya que a partir de entonces ser¨¢ muy dif¨ªcil transitar por muchas zonas del pa¨ªs, con lo que la distribuci¨®n ser¨¢ imposible. Hace ya semanas que informes de M¨¦dicos Sin Fronteras y de otras organizaciones presentes en la zona informaban de grandes masas de gente deambulando en busca de agua, alimentos y medicinas. Informaci¨®n preventiva, por tanto, exist¨ªa desde hac¨ªa tiempo, y la FAO dispone de un excelente sistema de alerta temprana en este sentido; lo que falla, en relaci¨®n a la seguridad alimentaria y a todo tipo de situaciones en las que hay dispositivos de prevenci¨®n, es la "reacci¨®n inmediata" ante esas primeras se?ales de alerta.
La reacci¨®n, evidentemente, no puede ser s¨®lo de car¨¢cter log¨ªstico, de suministro de alimentos, agua o medicamentos. Hace muchos a?os que todas las organizaciones humanitarias y de asistencia saben por propia experiencia, y as¨ª lo han se?alado en numerosos libros e informes, que cuando se tiene que trabajar en contextos de guerra o de violencia difusa, el control de la ayuda humanitaria pasa a formar parte de la estrategia de los actores en conflicto, de manera que muchas veces esta ayuda que va dirigida a personas cuya vida est¨¢ en peligro va a parar a manos que pueden desviarla hacia los contendientes armados o al mercado negro, en el mejor de los casos. De ah¨ª los mensajes lanzados tantas veces por dichas organizaciones a la sociedad internacional y a determinados centros de decisi¨®n pol¨ªtica: act¨²en sobre las causas de estas guerras, no echen le?a al fuego vendiendo armas a los contendientes, sean m¨¢s eficientes en la acci¨®n diplom¨¢tica y desenmascaren a quienes se benefician de las guerras.
Hace pocas semanas, Naciones Unidas ha tenido el valor de publicar un excelente informe sobre el conflicto de Angola, donde se acusa con nombres y apellidos a varios dirigentes pol¨ªticos africanos y a pa¨ªses europeos que alimentan el conflicto a trav¨¦s de la compra y venta de diamantes, petr¨®leo y armas. Si el futuro de Angola no tiene remedio mientras no se act¨²e sobre ese tri¨¢ngulo infernal y se terminen las complicidades africanas y europeas que enriquecen a unos pocos al precio de condenar a la miseria a millones de angole?os; lo mismo puede decirse de un conflicto tan serio y complejo como el de la R. D. Congo, que implica directamente a ocho pa¨ªses africanos y en donde tambi¨¦n intervienen compa?¨ªas norteamericanas y europeas que pugnan por repartirse la impresionantes riquezas naturales de este pa¨ªs, aunque sea al precio de su partici¨®n de facto y sin que ello signifique una mejora de las condiciones de vida de la gente. El futuro del Congo, de Ruanda, Burundi y Uganda, y en menor medida la evoluci¨®n de Zimbabue, Angola, Namibia y Sud¨¢n, tiene que ver con la forma como se apliquen los Acuerdos de Lusaka de julio de 1999 y con c¨®mo funcione una complicad¨ªsima misi¨®n de Naciones Unidas en el Congo.
Mientras la FAO, la Unicef y el PMA lanzaban estos d¨ªas mensajes de alerta, fracasaban al mismo tiempo los intentos de la OUA y del emisario de Estados Unidos para lograr un acuerdo de paz entre Etiop¨ªa y Eritrea. El desacuerdo entre estos pa¨ªses pone en peligro la llegada de la ayuda humanitaria a las regiones m¨¢s afectadas, y nos indica de nuevo que sin acuerdos pol¨ªticos que excluyan la guerra como forma de mantener o conquistar poder, el continente est¨¢ condenado a vivir continuos episodios de hambre y desplazamientos masivos. Otro tanto ocurre en Somalia, cuyo futuro depende en buena parte de los avances que se produzcan a trav¨¦s de una conferencia de paz promovida en Djibuti por la IGAD e intelectuales del pa¨ªs. Como se ve, intentos hay, y bastantes, pero necesitan de mucho m¨¢s apoyo, m¨¢s visibilidad y atenci¨®n para que a los que no apuestan por la paz no les salga gratis su actitud.
En los ¨²ltimos a?os, y especialmente con el mandato de Kofi Annan, Naciones Unidas ha hecho un gran esfuerzo para vitalizar a la OUA, crear una fuerza regional de mantenimiento de la paz y dotar al continente africano de instrumentos preventivos eficaces. Todas estas iniciativas han recibido un escaso y rid¨ªculo apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico de Europa, que siempre act¨²a tarde y muchas veces por iniciativa e impulso de las ONG.
En ?frica existen tambi¨¦n centros y fundaciones que act¨²an en el campo de la prevenci¨®n de conflictos, apuntalando mediaciones, capacitando a organizaciones locales que trabajan en derechos humanos, el desarme o en el terreno de la gobernabilidad democr¨¢tica. Europa har¨ªa bien en apostar por la inversi¨®n en iniciativas africanas de este tipo, porque, adem¨¢s de la diplomacia oficial, es en el campo de la prevenci¨®n, la diplomacia paralela protagonizada por la sociedad civil y el abandono de las complicidades que matan como este continente dejar¨¢ de estar condenado a la paradoja de que sus gentes vivan en la pobreza y el sufrimiento, justamente por el hecho de vivir en un suelo sumamente rico, pero expoliado por los dem¨¢s.
Vicen? Fisas es titular de la C¨¢tedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos de la UAB.
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