Cocheros del Real
El que no es sevillano no sabe estos detalles (y tampoco le importar¨¢n gran cosa), pero lo cierto es que detr¨¢s del grandioso espect¨¢culo que ofrece el ferial, se mire por donde se mire, hay unas normas para poner un poco de orden a un evento que se desborda desde que el pueblo ha entrado en masa a disfrutar de la fiesta. No hay espacio suficiente para lucir tanto volante, tantos alamares, tanto carruaje. Y mucho menos para que los caballos paseen con gracia alazana por el ferial.Por ejemplo: est¨¢ prohibido que los carruajes est¨¦n tirados por m¨¢s de cinco caballos de largo, o sea, en hilera. Tampoco se permite hacer sonar la traya, que es ese latiguillo con el que se zurra a las bestias para que atiendan las ¨®rdenes. Lo que no se tolera, en realidad, es pegar al caballo. Qu¨¦ cosas.
Y para m¨¢s inri, se consiente que los coches de punto se paseen por el ferial, con lo peque?os y lo poco lucidos que son. D¨®nde va a parar, la grandeza de los grandes carruajes, con sus tapicer¨ªas de lujo, sus cocheros de sombrero de copa, y m¨¢s de un par de riendas entre las manos...
Cuando la feria estaba en el Prado el espacio se qued¨® peque?o, y este nuevo Real se va a quedar plebeyo en pocos a?os.
A los cocheros les indispone que no puedan lucir su arte y sus caballos adornados por el ferial porque la gente -ahora cualquiera va en carruaje- lo abarrota todo. "Yo he llevado hasta ocho caballos con seis riendas, pero ahora no se puede, con tanta gente. Ni siquiera nos dejan sonar la traya, y no es que peguemos al caballo, es que la son¨¢bamos en el aire".
Este se?or que habla, Diego Cervera Camarero, naci¨® hace 53 a?os en Utrera (Sevilla) y se cri¨® con los Guardiola, ganaderos de toros y caballos espa?oles. Por aquellas fincas de tron¨ªo
fue echando Cervera los dientes que ahora no tiene, ciudando caballos y carruajes que no eran suyos. Desde los 29 a?os va la feria de cochero. Para un hombre como ¨¦l estos son los d¨ªas grandes, la competici¨®n entre los distintos apellidos por llevar el mejor carruaje, los caballos m¨¢s disciplinados, con mejor sangre. Y de eso se encargaba el cochero el resto del a?o. Y se siguen encargando.
Despu¨¦s de servir para los Guardiola, Cervera estuvo con los Salvatierra y ahora pasea con maestr¨ªa a Jos¨¦ Mar¨ªa Gil, otro ganadero de caballos espa?oles. Y en su carruaje, "que tiene ciento y pico a?os" se han sentado otros nombres, como "la Martirio o el gobernador de Sevilla" y otras muchas personas que no se conocen pero que uno adivina el perfil cuando los ve en un coche de caballos de ese calibre.
Mientras los se?ores comen en su caseta, Diego Cervera pica algo en los platitos que le lleva el lacayo del carruaje, un chico que est¨¢ aprendiendo y cuya misi¨®n es echar cuerpo a tierra con la rapidez de la luz cuando a la cabeza de las caballer¨ªas ocurre alg¨²n inconveniente. "Yo tambi¨¦n me estoy criando con los Guardiola", dice con orgullo a?ejo Antonio Garc¨ªa, que por su corta edad, 18 a?os, s¨®lo es lacayo.
No hay nada como criarse en una gran familia de estas, porque si durante el invierno uno no tiene caballos y carruajes que cuidar, hay que emplearse en otros menesteres. Eso es lo que hace Jos¨¦ Mar¨ªa Gil, que s¨®lo es cochero en feria y romer¨ªas de guardar. El coche es de un se?or que lo alquila por d¨ªas. Gil recibe una llamada y se pone en marcha. Hay que recoger a estos se?ores en tal sitio y llevarlos a tal otro. Y as¨ª cada d¨ªa. Por 15.000 pesetas la jornada, de dos y media a ocho de la tarde, m¨¢s o menos. "Y las propinas, que siempre dejan algo". El resto del a?o, peonadas en el campo, la fresa, lo que haya.
Entre un ejemplo y otro est¨¢ Ignacio Gonz¨¢lez ?lvarez, que naci¨® en Salteras hace 60 a?os. 40 de ellos lleva de cochero. Siempre con el mismo due?o, Jos¨¦ Luis Amador. En invierno no tiene que dar jornales. Hace otras tareas en la finca o en las tiendas de la familia para la que trabaja. El coche que llevaba ayer estaba tirado por mulas pero en ¨¦l viajaban los hijos. "El que llevan los padres es de caballos".
Porque esa es otra, cuantos m¨¢s caballos, m¨¢s estampa. ?Si se llevan muchos caballos, es que el carruaje es de m¨¢s post¨ªn? "No, es que es m¨¢s deportivo, como los coches, con m¨¢s caballos", bromea un cochero joven que espera a sus viajeros a la puerta de la caseta.
Ignacio Gonz¨¢lez tambi¨¦n espera a que la familia Amador salga de la caseta. Entre otras an¨¦cdotas, recuerda con orgullo cuando le entreg¨® dos ponis a los nietos de Franco en una Feria de hace muchos a?os. "Franco a¨²n viv¨ªa. Era un regalo de la familia para ellos".
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