Naranjas, naranjitos y naranjazos
Si Catalu?a tiene un antagonismo secular con Madrid, con unas cuantas guerras civiles para alimentarlo, y afortunadamente ese antagonismo se resuelve cada a?o mediante el duelo, a lo Paso Honroso, entre el Bar?a y el Real Madrid -duelo higi¨¦nico, pol¨ªticamente impagable y de inter¨¦s nacional-, en cambio es m¨¢s dif¨ªcil de explicar el pleito entre el Barcelona y el Valencia radicalizado por culpa de UCD. Cuando se dise?¨® el Estado de las Autonom¨ªas seg¨²n la f¨®rmula del caf¨¦ para todos que descafeinase las reivindicaciones de los nacionalismos centr¨ªfugos realmente existentes (Euskadi, Catalu?a y Galicia), se temi¨® que el nacionalismo catal¨¢n materializase el ideario de Los Pa¨ªses Catalanes, tratando de crear un bloque de poder factual perif¨¦rico constituido con las comunidades de Catalu?a, Valencia y Baleares. Los l¨ªmites de la Constituci¨®n a pactos interauton¨®micos no fueron considerados garant¨ªa suficiente y Abril Martorell puso en marcha un valencianismo anticatal¨¢n, basado en el miedo al anexionismo pujolista y en la quinta columna de los intelectuales valencianos pancatalanistas encabezados por Joan Fuster. Le pusieron el azul a la bandera cuatrobarrada para separarla de la bandera de Catalu?a, que tambi¨¦n lo es de Arag¨®n, y convirtieron al Valencia en el ej¨¦rcito simb¨®lico desarmado del valencianismo frente al Barcelona como ej¨¦rcito simb¨®lico desarmado del catalanismo.Si Naranjito ser¨ªa el s¨ªmbolo del desdichado mundial de f¨²tbol espa?ol, las naranjas se hicieron naranjazos cada vez que el Bar?a visitaba el campo del Valencia. Algunos valencianos sostienen: Catal¨¤ i home de b¨¦, no pot ser (catal¨¢n y hombre de bien, no puede ser), aforismo tan antiguo como el que pregonan los catalanes: Valenci¨¤ i home de b¨¦, no pot ser (valenciano y hombre de bien, no puede ser). Sin embargo no hab¨ªa, ni hay ni habr¨¢ un antagonismo popular extensivo, m¨¢s all¨¢ del fraguado entre las c¨²pulas sobre todo de las derechas respectivas. La operaci¨®n Abril Martorell condujo no s¨®lo a un desaf¨ªo futbol¨ªstico regularizado, sino a una desdichada y acient¨ªfica batalla ling¨¹¨ªstica que se est¨¢ resolviendo por v¨ªa del pacto entre Pujol y Aznar. Los socioling¨¹istas tienen aqu¨ª materia de reflexi¨®n sobre la relaci¨®n entre lengua y superestructura.
En medio de este culebr¨®n de complejos de sublimaciones y castraciones identitarias, aparecen el Bar?a de Amsterdam y el Valencia de Piojo L¨®pez, cuyo pr¨®ximo cap¨ªtulo es nada menos que una semifinal de la Copa de Europa. Presenci¨¦ en La Habana aquel famoso partido en el que el Valencia remont¨® al Barcelona un 3-0 adverso y cuando los ch¨¦s marcaron el cuarto gol, un espa?ol que estaba a mi lado, se levant¨® en ¨¦xtasis y clam¨®: ?Viva Espa?a! Apenas si hab¨ªa espa?oles, catalanes y valencianos en uno u otro equipo, pero mi compa?ero, afable y excelente persona por otra parte, lo ten¨ªa tan claro, tanto, que al pie de un ¨¢rbol florido me puse a considerar y ah¨ª sigo.
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