?Quo vadis, Catalu?a? PILAR RAHOLA
Cada vez que lo insinuamos, nos replican dos tenores del optimismo institucionalizado y nos tildan de alarmistas: Antoni Negre, gran maestre de la Cambra, con su retahila sobre las virtudes de nuestra balanza comercial, y Artur Mas, fiel al estilo de la casa, que va m¨¢s lejos: "Catalu?a va bien", lo va tanto que cuando uno discrepa de la fe pasa a formar parte del ej¨¦rcito de infiltrados anticatalanes. Sin embargo, ah¨ª estan los datos: el aeropuerto de Barcelona es una subsede de Barajas, centro neur¨¢lgico de los vuelos transcontinentales y de todo el comercio con Am¨¦rica, adem¨¢s del tr¨¢fico de mercanc¨ªas; las grandes empresas han desplazado sus centros de decisi¨®n, hasta el punto que de las 100 mayores empresas s¨®lo 26 tienen sede en Barcelona; de las principales empresas de Bolsa, hemos perdido incluso las punteras catalanas, como Tabacos de Filipinas, Focsa (ahora Cubiertas), Fecsa (ahora Endesa), o la ya desaparecida Banca Catalana; Madrid concentra el 65% del mercado de la publicidad, frente al 24% de Barcelona, cuando esta ciudad hab¨ªa sido hegem¨®nica; ?qu¨¦ decir de la Fira, desbancada por Ifema, del cine, del doblaje, de la edici¨®n, del circuito muse¨ªstico, de las telecomunicaciones? Sin ir m¨¢s lejos, de las 20 licencias concedidas en el sector digital, s¨®lo una ha ca¨ªdo en Barcelona. Y seg¨²n datos fiables, en el volumen de las grandes inversiones en Suram¨¦rica, el capital catal¨¢n es claramente minoritario.A pesar, pues, de los cantos oficiales a la exaltaci¨®n, resulta evidente que Catalu?a y Barcelona, si no son el Tit¨¢nic, s¨ª que parecen navegar sin demasiado rumbo y cada vez menos carga, s¨®lo autosatisfechas gracias a esa masa ingente de turistas que casi nos ha convertido, en expresi¨®n feliz de Ll¨¢tzer Moix, en un gran parque tem¨¢tico mediterr¨¢neo-arquitect¨®nico. Tenemos el sal¨®n Gaud¨ª, pero acecha Cibeles. Ten¨ªamos el Liceo, pero ha llegado el Real. Tenemos TV-3, pero no pintamos nada en el sector de la telecomunicaci¨®n. Y si fabricamos t¨¦cnicos en nuevas tecnolog¨ªas, tambi¨¦n fabricamos la fuga de cerebros m¨¢s importante de nuestra historia reciente. Si sumamos a todo ello el coste de padecer una balanza fiscal negativa, una red de autopistas de peaje y una falta de grandes infraestructuras con el TGV a la cabeza, podemos concluir que Catalu?a s¨®lo va bien en la libretita de confidencias del presidente. Como dec¨ªa un buen economista, que no sea la buena salud de la balanza comercial la venda que nos impida ver la mala salud que se est¨¢ gestando en nuestra econom¨ªa.
?Las causas? Por supuesto hay quien sit¨²a en el ranking casu¨ªstico el abismo entre la concepci¨®n tradicional de empresa que se da en Catalu?a y los nuevos sectores emergentes, con grandes movimientos de capital y espectaculares operaciones de Bolsa. Pero descubrir la necesidad del reciclaje es como descubrir el huevo de Col¨®n. Y sobre todo puede camuflar otras causas bastante m¨¢s tangibles. Me dir¨¢n en Converg¨¨ncia: la causa es Madrid. ?Ay este Madrid de nuestros pesares, tan ¨²til como coartada para eludir responsabilidades! Y es cierto, el Estado invierte escandalosamente mal y no est¨¢ exento de culpa en may¨²sculas. Pero, ?se acaba aqu¨ª el listado de culpas? Puesto que sobre Madrid estamos de acuerdo, acotemos las responsabilidades de casa: muchas y graves.
La primera, la desaparici¨®n, pol¨ªtica, de la Corporaci¨®n Metropolitana, que fren¨® dr¨¢sticamente el desarrollo de las infraestructuras que empezaban a ser b¨¢sicas para la competitividad. No podemos evaluarlo con exactitud, pero esa desaparici¨®n marc¨®, sin duda, el inicio del declive. Adem¨¢s, marc¨® tambi¨¦n las pautas de una pol¨ªtica de no-entendimiento institucional que ha sido nefasta para Catalu?a y letal para Barcelona. Ese permanente gobernar contra Barcelona desde Catalu?a que ha practicado la Generalitat ha sido enormente ¨²til para la desafecci¨®n del Estado. Al fin y al cabo, si nosotros no llegamos a acuerdos, ?c¨®mo van a actuar ellos?
En segundo lugar, la falta de previsi¨®n de la Generalitat, que ha tardado 20 a?os en crear un Departamento de Investigaci¨®n -el de Universitats, Recerca i Societat de la Informaci¨®-, y hamantenido todo el sector de nuevas tecnolog¨ªas en el plano subsidiario del Departamento de Presidencia. A pesar de ser el sector emergente de la econom¨ªa, ¨¦ste no ha merecido ni un plan estrat¨¦gico, ni un departamento, ni una m¨ªnima alegr¨ªa presupuestaria. Tampoco ha existido el pacto social para desarrollar nuevas tecnolog¨ªas que reclama Joan Coscubiela.
A?adamos a todo ello una tercera responsabilidad, la falta absoluta de un plan m¨ªnimo para garantizar la implantaci¨®n de centros de decisi¨®n, algo que el Gobierno vasco hizo en su primera legislatura. Podemos entender que se fracase en una negociaci¨®n con el Estado, pero ?es comprensible que nadie del Gobierno catal¨¢n haya dibujado el mapa de las necesidades en este terreno? Y por supuesto, culpa no menor, la falta de inteligencia negociadora, a pesar de la situaci¨®n de privilegio. ?Podemos olvidar que CiU ha sido clave en varias legislaturas y que su incapacidad para conseguir desatascar las grandes inversiones ha sido monumental? Si a?adimos a ello la perversa tendencia a votar contra inversiones en el cintur¨®n barcelon¨¦s, no s¨¦ si para castigar las zonas "rebeldes" -he sido testigo de ello en debates presupuestarios-, la casu¨ªstica se completa.
Catalu?a, a pesar de Negre y Mas, no va bien, como m¨ªnimo en t¨¦rminos de garantizar competitividad de futuro, y no s¨®lo tiene la culpa Madrid. Tambi¨¦n la falta de previsi¨®n, la incapacidad negociadora, la falta de estrategia, la mala gesti¨®n, la perversidad en seg¨²n qu¨¦ decisiones (y la de la Corporaci¨®n se lleva la palma), y la falta de imaginaci¨®n a favor de incentivar y prever los nuevos horizontes econ¨®micos hacen que la culpa est¨¦ muy repartida. Si Madrid tiene la culpa, Catalu?a la tiene doble: porque no hay peor irresponsabilidad que la que uno se dirige a s¨ª mismo.
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