La dama de negro
La carrera de Luz Casal se ha desarrollado a contracorriente de las modas. Nunca ha sido adorada por la cr¨ªtica, a excepci¨®n de aquella primeriza canci¨®n er¨®tica llamada El ascensor. Luego hubo un desencuentro respecto al uso de su indudable potencial: se aplaud¨ªa su cultivo de la balada mientras se discut¨ªa su fidelidad a cierta idea del rock (como si ambas facetas fueran incompatibles).Pero no existen tantas cantantes femeninas en el panorama del rock espa?ol como para permitirse desde?ar el fen¨®meno de Luz. Ella ha sabido ganarse al p¨²blico de base, tanto con frusler¨ªas tipo Rufino como con canciones hondas. Adem¨¢s, su magnetismo cruza fronteras.
El concierto de reencuentro con el p¨²blico madrile?o comienza con im¨¢genes de una playa y de la cantante chapoteando. Desaparece la pantalla y all¨ª est¨¢ ella, cantando con poder¨ªo mientras dos pantallas laterales compensan los problemas derivados de un recinto tan poco ¨ªntimo. Se revela una Luz que controla el gesto dram¨¢tico, que domina el escenario sin recurrir a los trucos manidos. Mi confianza logra que se enciendan las primeras bengalas y mecheros. El p¨²blico se convierte en una coral con Entre mis recuerdos y, ya con delirio, No me importa nada.
Luz Casal Luz Casal (cantante); Javier Pedreira (guitarras); Alfonso Samos (guitarras, voz); ?ngel Luis Samos (teclados, voz); Jos¨¦ Agust¨ªn Guerre?u (bajo, guitarra); Tino Di Giraldo (bater¨ªa, caj¨®n)
Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Madrid, 5 de mayo. 2.500-2.800 pesetas.
A partir de ese momento, la partida est¨¢ ganada. Besar¨¦ el suelo es esculpida con la guitarra explosiva de Javier Pedreira, el hombre de Latino Diablo, que desencadena un apabullante crescendo. A continuaci¨®n, caen esos temas de escasa consistencia que brillan gracias a la eficacia del quinteto de m¨²sicos y el entusiasmo de la vocalista.
Ayudan tambi¨¦n las proyecciones sobre la parte superior de ese tel¨®n que ha vuelto a caer sobre el grupo, una idea sencilla pero que funciona. Es de justicia resaltar aqu¨ª que las luces potencian espl¨¦ndidamente todo el recital.
Con un abrigo de plumas se abre el interludio almodovariano. Un a?o de amor y Piensa en m¨ª son ya propiedad de Luz Casal, como antes fueron de Mina y Chavela Vargas. Ella podr¨ªa dedicarse sin problemas a los standards latinos pero su inquietud exige un repertorio personal que escenifique sus ansias y sus dudas como mujer. Unos sentimientos que parecen encontrar acogida en un p¨²blico donde domina el sexo femenino.
Luz Casal tal vez no sea una persona elocuente en entrevistas, pero transmite a la perfecci¨®n ese personaje de mujer fuerte con apariencia fr¨¢gil. Igualmente obvio resulta mencionar que tal vez no sea la m¨¢s elegante en vestir o en su m¨²sica -?esos guitarrazos org¨¢smicos!- pero no cabe duda de que tiene v¨ªa abierta hacia el coraz¨®n de las masas.
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