El final de la escapada

El proyecto de fusi¨®n de Telef¨®nica con la operadora holandesa KPN ha terminado en un fracaso rotundo, pese a la favorable acogida de los mercados. Las dos empresas acordaron ayer abandonar las negociaciones ante la enemiga declarada del Gobierno espa?ol, que se ha traducido al interior del consejo de administraci¨®n en rechazo expl¨ªcito de los representantes del BBVA y La Caixa, accionistas de referencia de Telef¨®nica. Es evidente que el fiasco del proyecto puede tener consecuencias graves para Telef¨®nica, aunque sea tan s¨®lo porque una empresa condicionada por una acci¨®n de oro no puede anunciar una fusi¨®n trasnacional sin contar con el benepl¨¢cito de su accionista privilegiado: el Gobierno.El primer efecto de esta operaci¨®n frustrada ser¨¢, sin duda, un debilitamiento de la posici¨®n de poder de Juan Villalonga, presidente de la compa?¨ªa. Es la primera vez que de forma n¨ªtida el Gobierno y el n¨²cleo duro se oponen con ¨¦xito a sus propuestas, aunque muy recientemente el Ejecutivo y el presidente de la compa?¨ªa (que debe su nombramiento a Aznar)ya mantuvieron un pulso menos expl¨ªcito a cuenta de su alianza con el BBVA, que arroj¨® como resultado final una notable rebaja en los t¨¦rminos del acuerdo entre el banco y la operadora de telecomunicaciones.

Entre los argumentos que explican el crispado enfrentamiento entre Rodrigo Rato, partidario de condicionar la fusi¨®n a la privatizaci¨®n inmediata de KPN, y los directivos de Telef¨®nica, est¨¢n las cuentas pendientes de pasados desencuentros: el conflicto de las opciones sobre acciones y muy especialmente la alianza con el BBVA, negociada en periodo preelectoral y a espaldas de un Gobierno que entonces actuaba en funciones y que ahora act¨²a desde la mayor¨ªa absoluta.

El paisaje despu¨¦s de esta ¨²ltima batalla resulta muy preocupante para la primera empresa espa?ola. Con un presidente que ha perdido un pulso con sus accionistas de referencia y, lo que es peor, se ha enfrascado en un rosario de desencuentros y conflictos con su accionista de oro. Todo ello introduce un inquietante factor de inestabilidad que dif¨ªcilmente puede soportar una empresa de la magnitud y las caracter¨ªsticas de Telef¨®nica. Del lado del Gobierno queda la sensaci¨®n de que ha radicalizado un conflicto bajo el argumento ideol¨®gico -coherente, sin duda- de que no puede abrir el cofre de una Telef¨®nica totalmente privatizada a una empresa como KPN, que en gran parte pertenece al Estado holand¨¦s. En ning¨²n momento se ha hecho una valoraci¨®n t¨¦cnica del acuerdo, que el mercado y los analistas juzgaban positivo para ambos socios. Ser¨ªa buena una explicaci¨®n detallada de todas las partes: Gobierno, n¨²cleo duro y presidencia de Telef¨®nica. Aunque es de temer que ni siquiera las explicaciones m¨¢s completas cierren las fisuras.