"En el siglo XVIII, Euskadi no era Sodoma y Gomorra"
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I?aki Reguera (Portugalete, 1951) es profesor titular de Historia Moderna de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) y ha investigado los comportamientos sexuales y la vigilancia de la moral p¨²blica en el siglo XVIII en el Pa¨ªs Vasco, un asunto que desgranar¨¢ hoy (11.00) en el Koldo Mitxelena de San Sebasti¨¢n en el marco de las jornadas Los marginados en Euskal Herria (siglos XVIII-XIX), organizadas por el Museo Zumalakarregi.Pregunta. ?C¨®mo era la moral de aquel tiempo?
Respuesta. Entonces no hab¨ªa tanta libertad como hoy y los individuos estaban bastante controlados, tanto por parte del Estado como por la Iglesia y la Inquisici¨®n, cuya vigilancia inclu¨ªa la vida p¨²blica y la privada o de alcoba. Exist¨ªa una doble moralidad con un componente mis¨®gino muy acentuado, porque la mujer estaba mucho m¨¢s controlada y perseguida.
P. ?Cu¨¢l era el modelo de mujer entonces?
R. La mujer, tanto si es doncella como si est¨¢ casada, tiene que ser recatada, casta, humilde y procurar un recogimiento corporal casi absoluto. Los cl¨¦rigos y escritores moralistas impusieron un modelo femenino que le imped¨ªa embriagarse o rebelarse contra su marido. El adulterio est¨¢ m¨¢s f¨¦rreamente perseguido que en el hombre, porque exist¨ªa un doble rasero para ambos sexos.
P. ?Qu¨¦ otras actitudes inmorales se persegu¨ªan?
R. Las autoridades ve¨ªan una conexi¨®n entre vagabundeo, mendicidad y vida licenciosa. Todo aquel sin residencia fija es gente de mal vivir. Tambi¨¦n se preocuparon muchos de los des¨®rdenes del juego y los excesos con la bebida en las tabernas.
P. ?Qu¨¦ estamento ejerc¨ªa una vigilancia m¨¢s estrecha?
R. Se da una acci¨®n conjunta. La Inquisici¨®n y el Estado van de la mano. Esto se observa claramente a partir de la Revoluci¨®n Francesa de 1789. Cuando llegaron las ideas revolucionarias, se produce un fen¨®meno de secularizaci¨®n de la sociedad vasca, sobre todo en el ¨¢mbito urbano. Se aprecia un aumento de blasfemias y actos sacr¨ªlegos. Ah¨ª se ponen de acuerdo el Estado y la Iglesia para actuar contra las ideas revolucionarias, porque este nuevo pensamiento ataca tanto al trono como al altar. Es bastante expresivo el hecho de que los p¨¢rrocos hac¨ªan p¨²blicas desde el p¨²lpito todas las ordenanzas morales emitidas por el Estado desde Madrid, para que nadie alegara desconocimiento.
P. ?Cu¨¢l era el grado de cumplimiento de estas ordenanzas?
R. Las normas eran muy repetitivas, lo cual es se?al de incumplimiento reiterado.
P. ?La prostituci¨®n estaba muy extendida?
R. La prostituci¨®n estaba prohibida y es dif¨ªcil seguir la pista. En territorio vasco la prostituci¨®n no funciona como en el resto de la pen¨ªnsula, donde tanto la Corona de Arag¨®n como la de Castilla, desde el siglo XVI, dieron legalidad a la prostituci¨®n ejercida en amanceb¨ªas y prost¨ªbulos. En el Pa¨ªs Vasco s¨®lo se practicaba de forma clandestina en la calle, en casas particulares y en tabernas. La autoridad no admit¨ªa la alcahueter¨ªa, vivir en el concubinato ni las relaciones extramatrimoniales. Por eso aqu¨ª se daban muchos casos de bigamia e incestos. Pero estamos hablando de casos muy aislados. Esto no era Sodoma y Gomorra.
P. ?C¨®mo interven¨ªan los cl¨¦rigos en estas situaciones?
R. A trav¨¦s del p¨²lpito y del confesionario. Lo mejor es leer parte de un edicto de 1769 del obispo Irigoyen: "Hacemos saber que en los bailes y danzas suelen cometerse muchas y graves ofensas a la divina majestad en abominables excesos y des¨®rdenes p¨²blicos con gestos, acciones y movimientos indecentes, disolutos y provocativos que adem¨¢s del estrago de las almas de los que los practican, inducen a lastimosa corrupci¨®n de conciencias a muchos de los circunstantes y llenan de horror a las personas piadosas. La diversidad de los sexos, la cercan¨ªa de los cuerpos, el contacto de las manos, los diversos movimientos de los pies, los ademanes halag¨¹e?os, las palabras cari?osas, las licenciosas miradas, las impresiones alegres de la m¨²sica, la bulla, la tropel¨ªa, la soltura de la imaginaci¨®n, las sugestiones de Satan¨¢s, la inconsideraci¨®n de la juventud, el ardor impetuoso de la lozana edad y las malas propensiones sin el freno del temor de Dios forman una cadena grande de peligros que arrastra a muchas almas a la esclavitud del demonio".
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