El Depor se empecina en alargar la Liga
Un gol del Zaragoza a cuatro minutos del final frustra la gran fiesta coru?esa
No hay que darle m¨¢s vueltas, ni hacerse falsas ilusiones: el Deportivo es un equipo hist¨®ricamente abocado al sufrimiento y para conseguir esta Liga someter¨¢ antes a sus seguidores a un suplicio interminable. Ayer, por fin, todo parec¨ªa hecho. La derrota del Barcelona hab¨ªa desatado la euforia en A Coru?a y, a falta de cuatro minutos, Riazor enloquec¨ªa con la victoria de su equipo. Pero es parte inseparable el esp¨ªritu blanquiazul ese extra?o empecinamiento en guardar siempre alguna sorpresa para los momentos finales. Aguado se elev¨® sobre el cielo de A Coru?a, meti¨® la cabeza entre una mara?a de jugadores que aguardaba un centro en la misma cocina del ¨¢rea y un silencio de velatorio se hizo en las sufridas gradas de Riazor. El t¨ªtulo sigue muy cerca del equipo de Javier Irureta, pero, como siempre, habr¨¢ que esperar: robustecer el coraz¨®n y esperar otra semana m¨¢s. La Liga mantiene el suspense porque, aunque no lo sepa ninguno de sus bi¨®grafos, Alfred Hitchcock era hincha del Deportivo.El Deportivo vivi¨® su tarde m¨¢s decisiva bajo las consecuencias del efecto gaseosa, muy t¨ªpico en duelos tan cruciales como el de ayer. En situaciones de emergencia, muchos equipos suelen salir desbocados, echando espuma por la boca, para quedarse sin fuerza al cabo de un rato. Algo de eso le sucedi¨® al Deportivo, avasallador en los primeros minutos, pero que fue diluy¨¦ndose con el paso del tiempo ante la tenaz resistencia del Zaragoza.
DEPORTIVO 2ZARAGOZA 2
Deportivo: Kouba; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Flavio, Mauro Silva; V¨ªctor (Turu Flores m. 57), Djalminha, Fran (Pauleta m. 86); y Makaay (Scaloni m. 80).Zaragoza: Juanmi; Cuartero, Aguado, Paco, Lanna; Juanele (Vellisca m. 72), Acua?a, Arag¨®n (Yordi, m.76), Garitano, Marcos Vales; y Milosevic. Goles: 0-1. M. 53. Tiro de Garitano desde fuera del ¨¢rea, Kouba mete los pu?os pero su rechace se queda muy corto y lo recoge Juanele para marcar de tiro cruzado. 1-1. M. 59. Centro de Fran desde la banda izquierda al pico contrario del ¨¢rea peque?a y remate cruzado de cabeza de Makaay. 2-1. M. 80. Djalminha avanza en la posici¨®n de interior, hace la pared con Turu Flores al borde del ¨¢rea y empalma un gran tiro razo pegado al poste izquierdo al que no puede llegar Juanmi. 2-2. M. 86. Centro muy largo de Acu?a que cabecea Aguado en el segundo palo. ?rbitro: Iturralde Gonz¨¢lez, vizca¨ªno. Expuls¨® a Djalminha (m. 80) por doble amonestaci¨®n y mostr¨® tarjeta amarilla a Arag¨®n, Mauro Silva, Juanele, Lanna, Garitano y Paco. Lleno total en Riazor, con 35.000 espectadores. Se guard¨® un minuto de silencio por el asesinato de Jos¨¦ Luis L¨®pez de la Calle.
Apenas se hab¨ªa iniciado el partido y Riazor recibi¨® buenas noticias: su equipo no estaba paralizado por la tensi¨®n, como en la infausta tarde de hace seis a?os que tanto se recuerda estos d¨ªas en A Coru?a. El Deportivo parec¨ªa como un depredador excitado por la proximidad de la presa. Durante un cuarto de hora, abras¨® al Zaragoza con una presi¨®n muy adelantada y logr¨® acorralarle en las inmediaciones de su ¨¢rea. Comandado por un excepcional Flavio, presente all¨¢ donde se coc¨ªa un l¨ªo, el Deportivo anunciaba su deseo de dejar las cosas claras desde el principio. Fue precisamente un ca?onazo de Flavio el que propici¨® la primera ocasi¨®n clara de los blanquiazules, pero V¨ªctor lleg¨® unas d¨¦cimas de segundo tarde al rechace de Juanmi. Poco despu¨¦s, al propio V¨ªctor le volvi¨® a suceder lo mismo tras un centro de Djalminha desde la derecha.
Pero el estrepitoso alarde inicial de fuerza de la gaseosa fue remitiendo poco a poco. Aunque el Zaragoza, obligado a ganar si quer¨ªa mantener sus remotas opciones al t¨ªtulo, no lograba rebasar el medio del campo, resist¨ªa atr¨¢s con entereza todas las acometidas del Deportivo. Y, gracias a su consistencia, el equipo de Txetxu Rojo logr¨® salir a flote del asedio y, pasado el momento inicial, pudo equilibrar el partido. Para lo que hab¨ªa en juego, el Zaragoza fue un equipo muy r¨¢cano, siempre pendiente del adversario e incapaz de disparar entre los tres palos en toda la primera parte. Pero como rival, el conjunto de Rojo present¨® una dura oposici¨®n al l¨ªder. Tuvo aplomo y entereza para resistir el acoso inicial y arrojo para reaccionar en el momento en que el choque parec¨ªa perdido. En realidad, el Deportivo esperaba enfrentarse a un adversario espa?ol y se encontr¨® a una especie de equipo italiano, muy dif¨ªcil de digerir y que extrajo petr¨®leo de sus escasas incursiones en el ¨¢rea local.
El Deportivo necesitaba alguna referencia a la que agarrarse para abrir un boquete en el muro rival. En esos casos, todo el mundo se acuerda de Djalminha, pero el brasile?o lleva varias semanas a la deriva. Fue Fran el que tuvo que aparecer en el tramo final de la primera parte y levantar el ¨¢nimo de un equipo que empezaba a extraviarse peligrosamente. Pero el Zaragoza pareci¨® cobrar alegr¨ªa en el descanso, empez¨® a aventurarse con m¨¢s decisi¨®n en el ¨¢rea local y, al poco de la reanudaci¨®n, despert¨® todos los fantasmas que anidan en lo m¨¢s rec¨®ndito de Riazor. Kouba no supo atrapar un duro remate de Garitano, Juanele transform¨® el rechace y la grada adquiri¨® una palidez f¨²nebre.
En ese momento tan comprometido, el Deportivo estuvo a la altura. Este equipo tan deprimente en sus desplazamientos es capaz de sobreponerse en su estadio a cualquier situaci¨®n envenenada. El gol del Zaragoza era uno de esos golpes an¨ªmicos que muchos no son capaces de encajar. Pero la respuesta del Deportivo fue fulminante. Apenas cuatro minutos despu¨¦s, Fran meti¨® un centro primoroso al interior del ¨¢rea y all¨ª Makaay ejecut¨® con la eficacia habitual. A partir de entonces, todo result¨® vertiginoso, confuso y hasta absurdo. Primero, el golazo de Djalminha, en el minuto 80, seguido de una chiquillada incomprensible: el brasile?o se fue a la caseta por celebrar el gol a pecho descubierto cuando ya ten¨ªa una amonestaci¨®n. Una mezcla de euforia y rabia se extendi¨® por el estadio. Y, a falta de cuatro minutos, sin que el p¨²blico supiera a qu¨¦ carta quedarse, sobrevino el mazazo. El Zaragoza ya hab¨ªa necesitado muy poco para marcar primero y no le hizo falta mucho m¨¢s para alcanzar el empate. Un despiste defensivo, un cabezazo en el ¨¢rea y una afici¨®n maldiciendo su condena hist¨®rica: como siempre, le toca sufrir hasta el final.
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