Saludo sovi¨¦tico, uniformes de Napole¨®n
La puesta en escena fue digna de Nikita Mijalkov, que, en El barbero de Siberia, se transmut¨® en el zar Alejandro III llegando a caballo con su hijo a la plaza del las catedrales del Kremlin. Putin y Yeltsin presidieron ayer en ese mismo escenario un desfile de la guardia presidencial, muchos de cuyos miembros luc¨ªan uniformes como los de los vencedores de Napole¨®n en 1812. Como curiosa reliquia de los tiempos sovi¨¦ticos, los soldados saludaron a voz en grito al "camarada presidente".Hubo s¨®lo 1.000 invitados, en lugar de los 5.000 de 1996, y entre ellos no se encontraban jefes de Estado o de Gobierno extranjeros. En la tribuna de la sala de San Jorge, en la que se celebr¨® la toma de posesi¨®n, Putin fue flanqueado por Yeltsin y los presidentes de la Duma, el Consejo de la Federaci¨®n, el Tribunal Constitucional y la Comisi¨®n Electoral.
El patriarca ortodoxo, Alejo II, que no tuvo un papel oficial en la ceremonia (al contrario que hace cuatro a?os), se situ¨® junto a la esposa de Putin, la de Yeltsin y Kasi¨¢nov. Mezclado entre el p¨²blico se hallaba el ex presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov.
La caravana de Putin recorri¨® un Mosc¨² semivac¨ªo por el dispositivo de seguridad y porque millones de sus habitantes disfrutaban en sus dachas (casas de campo) de un largo puente. El presidente electo lleg¨® al Gran Palacio del Kremlin mientras las enormes puertas doradas de la sala de San Jorge se abr¨ªan para Yeltsin, como poco despu¨¦s lo har¨ªan para ¨¦l. Vestido con traje azul, camisa blanca y corbata verde, pis¨® centenares de metros de alfombra roja con paso en¨¦rgico, con el brazo izquierdo pegado al cuerpo, flanqueado por una guardia que le segu¨ªa con la mirada y con la bayoneta calada rindiendo honores. Pas¨® por una interminable escalera y por dos salas en ¨¢ngulo recto, bajo espl¨¦ndidas ara?as de cristal, ejemplos suntuosos de una restauraci¨®n que cost¨® decenas de miles de millones de pesetas y, seg¨²n jueces suizos, propici¨® sustanciosos sobornos de funcionarios.
Le esperaban el ejemplar de la Constituci¨®n que jur¨® Yeltsin, un collar con una cruz roja que simboliza el poder presidencial y un juramento que le compromete a "respetar y salvaguardar los derechos humanos y las libertades", as¨ª como a defender "la soberan¨ªa, independencia, seguridad e integridad del Estado".
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