El bueno, el malo y las v¨ªctimas.
Para empezar, dos an¨¦cdotas. Al d¨ªa siguiente de la triste humorada de Arzalluz sobre los "inmigrantes" culpables de obstaculizar con su peso pol¨ªtico un hipot¨¦tico refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, el diario Deia -junto a diversas exculpaciones de cualquier sospecha de mala intenci¨®n xen¨®foba en el lider m¨¢ximo- publicaba el siguiente chiste: dos ertzainas llevan detenido a un tipo de malas trazas, que comenta: "Bueno, mi padre y mi madre eran inmigrantes, pero yo llevo ya 40 a?os robando aqu¨ª, as¨ª que soy tan vasco como vosotros". Segunda an¨¦cdota. Particip¨¦ hace unos meses en un programa matutino de televisi¨®n dedicado a la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco. Al dar paso a las llamadas de los telespectadores, el primero que telefone¨® -creo que desde Ir¨²n o Renter¨ªa- coment¨® que ¨¦l era nacionalista, contrario desde siempre a la violencia etarra, pero que tras haberme escuchado hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que los espa?olistas le ca¨ªan a¨²n peor que los violentos. Son dos botones de muestra por los que asoma lo que hay en el inconsciente nacionalista, que en casos como ¨¦stos hierve directamente debajo de la boina, sin el fastidioso tr¨¢mite cerebral que otras veces lo disimula un tanto. El inmigrante poco sumiso es un depredador, indigno de la hospitalidad que ha recibido en el Gran Caser¨ªo en el que todos viv¨ªan tan felices; los no nacionalistas que se "posicionan" contra el nacionalismo obligatorio, aunque no maten a nadie ni pongan bombas, siempre estar¨¢n peor vistos que los terroristas, chicos brutos pero despu¨¦s de todo de la familia. Con estas directrices se informa en el Pa¨ªs Vasco, con ellas se gobierna, con ellas las autoridades premian o marginan y, sobre todo, con ellas y desde ellas se educa. Y a partir de tal educaci¨®n (insisto: directamente a partir de ella) se mata.Los papeles revelados por ETA, que testimonian lo acordado entre el PNV, EA y los terroristas, han confirmado lo que algunos ya tem¨ªamos saber: que est¨¢n de acuerdo en lo esencial y s¨®lo difieren en los modales y en los plazos. Unos son partidarios de avisar diciendo "?la bolsa o la vida!", mientras que los otros, m¨¢s pr¨¢cticos, dan por sentado que al que le han quitado la vida es f¨¢cil despu¨¦s quitarle tambi¨¦n la bolsa. Lo peor de esos papeles infames no es si los supuestos dem¨®cratas firmaron el anverso, el reverso o no se pusieron de acuerdo en el precio final en el que pretend¨ªan vender la libertad de los otros: a¨²n m¨¢s siniestro es que en el tono general de ese cambalache se exclu¨ªan los argumentos y las instituciones pol¨ªticas en las que creen m¨¢s de la mitad de los ciudadanos vascos. Nadie no nacionalista podr¨ªa reconocer sus intereses pol¨ªticos ni en lo que dijo ETA ni en lo que dijeron sus interlocutores. Y recuerdo a quienes ahora se niegan a dar m¨¢s cr¨¦dito a la banda criminal que al Gobierno vasco que no hace tanto fue el propio Xabier Arzalluz, desde su p¨²lpito asnal, quien nos asegur¨® que "ETA no miente". Supongo que ETA tambi¨¦n miente, como todo el mundo, pero al lado de Arzalluz o Ibarretxe su veracidad es comparable a la legendaria de George Washington.
El ciudadano no nacionalista se encuentra en Euskadi como el sospechoso en la Direcci¨®n General de Seguridad franquista: hay un polic¨ªa malo, que te zurra para que hagas lo que te ordena, y otro bueno, que te aconseja por tu bien que no le lleves la contraria al malo para evitarte males mayores. Y al final algunos terminan creyendo que el bueno es bueno de verdad y que s¨®lo los obstinados "frentistas" pueden desatender sus bienintencionados consejos. Como Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle ya conoc¨ªa esos usos policiales del franquismo, nunca se dej¨® enga?ar por tan burdo reparto de papeles. Mi amigo Jos¨¦ Luis opinaba lo que la izquierda siempre ha pensado, hasta la llegada de lumbreras como Javier Madrazo, Margarita Robles y Od¨®n Elorza: que lo mismo que el racismo es una forma de cretinismo moral, el nacionalismo (concretamente el que hoy pretende disgregar Estados democr¨¢ticos en que se respetan los derechos de las minor¨ªas y enfrentar artificialmente comunidades ¨¦tnicamente plurales en busca de una imposible homogeneidad) es una forma de cretinismo pol¨ªtico. Y que es un deber de cualquier persona de izquierdas con un m¨ªnimo de conciencia c¨ªvica comprometerse pac¨ªfica pero tenazmente contra semejante dislate. Por hacerlo as¨ª le han matado a Jos¨¦ Luis los "malos", y los "buenos" se lamentan, gimiendo: "?Ya se lo advertimos! ?Si nos hubiera hecho caso...!".
En el debate de investidura, Anasagasti pregunt¨® al presidente Aznar qu¨¦ pensaba hacer para acabar con ETA, con la que no pudo la represi¨®n franquista ni el plan Zen. Y cuando se habla de elecciones anticipadas y de un posible triunfo del PP, algunos se preguntan de qu¨¦ servir¨¢ eso. A mi juicio, ninguna de las dos preguntas es tan apor¨¦tica como parecen suponer quienes las formulan. Anasagasti deber¨ªa recordar que con ETA no acab¨® la represi¨®n policial de Franco, pero tampoco la amnist¨ªa, ni el estatuto, ni 20 a?os de Gobierno nacionalista. Es tan l¨ªcito pensar en la imposibilidad de una derrota policial como en la imposibilidad de una derrota pol¨ªtica de ETA. Lo que parece proponer el PNV es reconocer finalmente del modo menos traum¨¢tico posible, la victoria del terrorismo; y como casualmente lo que quieren los terroristas no es tan diferente de lo que pretende el propio PNV (o al menos algunos de sus actuales dirigentes), la concesi¨®n les resulta soportable. Pero otros muchos creemos, en cambio, que la convivencia democr¨¢tica en Euskadi pasa necesariamente por la derrota inequ¨ªvoca de ETA: es decir, de la violencia, de la ideolog¨ªa legitimadora de la violencia y de la cultura hagiogr¨¢fica de la violencia. Sabemos que esa tarea es, sin duda, dif¨ªcil y ciertamente arriesgada (para algunos, claro), pero no imposible. Lo ¨²nico imposible es regenerar a los verdugos ofreci¨¦ndoles el cuello para que desistan de morder, como los lobos buenos.
Y aqu¨ª viene la otra pregunta: ?en qu¨¦ cambiar¨ªa la situaci¨®n si tuvi¨¦semos por fin un lehendakari no nacionalista? Pues para empezar cambiar¨ªa -?y mucho!- la situaci¨®n del propio PNV. Quiz¨¢ un fracaso electoral ayudase a que los elementos m¨¢s flexibles y equilibrados dentro de ¨¦l, los que saben que sin limpieza ¨¦tnica la situaci¨®n sociopol¨ªtica del Pa¨ªs Vaco nunca va a ser radicalmente distinta de la que hoy conocemos, transferencia arriba o transferencia abajo, ganasen posiciones y regenerasen el momificado partido heredero de don Sabino. Cambiar¨ªa sobre todo la situaci¨®n de los no nacionalistas, que por fin nos ver¨ªamos representados y amparados por el Ejecutivo, en vez de ser culpados de las agresiones que sufrimos por los mismos que no cumplen con su obligaci¨®n de evitarlas. Cambiar¨ªa la relaci¨®n de la sociedad con los verdugos y con las v¨ªctimas: quiz¨¢ logr¨¢semos hasta ver teleberris en que se tratase con mayor miramiento a ¨¦stas que a aqu¨¦llos. Y nos sentir¨ªamos de nuevo todos haciendo pol¨ªtica, no intrigas de sal¨®n o gui?os nerviosos a los morroskos de la pistola. Porque ya se ha terminado definitivamente el tiempo de los reproches silenciosos, de los razonamientos bienintencionados con quien s¨®lo escucha para apuntar el nombre y la direcci¨®n de su antagonista: es el momento de hacerse presentes en la calle, en el Parlamento, en los centros educativos, en todos los espacios donde se dirime la contienda cotidiana. Y volver a gritar ?basta ya!, ?basta ya!, ?basta ya!
Fernando Savater es miembro del Foro de Ermua y de la plataforma ?Basta ya!
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