G¨¦rard Depardieu abre la ¨²ltima edici¨®n del siglo XX con una pel¨ªcula ret¨®rica y hueca Un magistral cortometraje de Jean-Luc Godard relata 'El origen del siglo XXI'
Anoche arranc¨® la ¨²ltima edici¨®n del sigloXX del Festival de Cannes con la cruz y la cara del cine franc¨¦s. En la inauguraci¨®n estuvo Vatel, protagonizada por G¨¦rard Depardieu. Es un filme hist¨®rico de hechura brillante, que ha costado la friolera de 250 millones de francos (m¨¢s de 6.000 millones de pesetas), pero cuyo resultado art¨ªstico es hueco, pobre de emoci¨®n. En los 16 minutos de El origen del siglo XXI, hecho con unos miles de francos por Godard, hay mucho m¨¢s cine que en las dos horas de estampas del Rey Sol organizadas por Depardieu.
Desde que, hace casi dos d¨¦cadas, los estrategas de este festival lo convirtieron en un foco indirecto de producci¨®n de cine, en las programaciones de Cannes se han venido dise?ando los perfiles de un tipo de pel¨ªcula que pretende fundir la superproducci¨®n con el cine de autor. Por descabellado que parezca, el mejunje es la manera de los estrategas de Cannes de oponer a las pel¨ªculas opulentas de Hollywood un modelo europeo que, sobre el papel, no es una quimera, pero que en la pr¨¢ctica, adem¨¢s de resultados econ¨®micos todav¨ªa imprecisos, est¨¢ conduciendo de manera casi sistem¨¢tica a dos consecuencias antiart¨ªsticas preocupantes: vaciedad y pretenciosidad. Es cine de brillante factura, pero hueco, de los que no generan adicci¨®n ni, por consiguiente, crean p¨²blico, continuidad y tradici¨®n. Vatel es una deducci¨®n, dibujada con tiral¨ªneas, de este modelo imaginario. En sus cimientos no hay aut¨¦ntico pulso de cineastas, sino c¨¢lculo de estrategas de laboratorio de ventas que se quieren hacer pasar por artistas y no lo consiguen.
Fran?ois Vatel fue un singular personaje hist¨®rico. Era el cocinero y el encargado de la intendencia del palacio del pr¨ªncipe Cond¨¦, ministro de Luis XIV, el monarca absoluto por excelencia, el dios Borb¨®n. Vatel organiz¨® a finales de abril de 1671, para el Rey Sol y por encargo de su amo, una enorme fiesta de tres d¨ªas ininterrumpidos, una monumental sinfon¨ªa sensorial y sensual destinada a hacer entrar en ¨¦xtasis al monarca, un gozador empedernido que, si era deslumbrado por el buen gusto de Vatel, podr¨ªa ablandarse y adoptar las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica europea que le propondr¨ªa su anfitri¨®n en medio de aquel derroche de exquisiteces. Pero la tremenda juerga tuvo un inesperado final. Una tormenta no permiti¨® a Vatel aprovisionarse de mariscos para confeccionar el sofisticado men¨² de la ¨²ltima comilona y el gastr¨®nomo, en un rapto de honor profesional, se quit¨® la vida.
Naturalmente, Depardieu -una estrella que sabe usar con astucia los destellos del encanto que deja a su paso y un singular y excelente actor- saca partido del extra?o asunto y, catapultado por los h¨¢biles guionistas Jeanne Labrune y Tom Stoppard, a?ade a la historia una dosis -ciertamente poco cre¨ªble- de rebeld¨ªa pol¨ªtica y de compromiso moral que probablemente no tuvo en la vida real, pero que la ficci¨®n agradece, para as¨ª poder suavizar la aspereza y el prosa¨ªsmo de un suicidio que probablemente se produjo por miedo y no por nobleza.
Depardieu fue anoche la gran estrella en el Palacio de la Croisette. Su fuerza aqu¨ª es pr¨¢cticamente invencible y ni siquiera la leyenda viviente de Gene Hackman logr¨® eclipsarle. Si la superproducci¨®n Vatel, que hoy se estrena comercialmente en Francia -para aprovechar la formidable presi¨®n publicitaria generada anoche aqu¨ª, en el ombligo del cine franc¨¦s-, sale adelante y multiplica en ganancias la enormidad de su coste, en su mayor parte se deber¨¢ al im¨¢n de la presencia en la pantalla de una de esas escasas estrellas que -como Depardieu o Harrison Ford- son adem¨¢s poderosas, inimitables int¨¦rpretes, capaces de proporcionar por s¨ª solas sensaci¨®n de plenitud a un filme tan vac¨ªo como ¨¦ste.
Anoche, por suerte, tambi¨¦n tuvimos los 15 minutos del documento El origen del siglo XXI, prodigiosa zambullida de Godard en las im¨¢genes primordiales del siglo XX, que hacen reventar la pantalla con una sacudida de cine tan exacto y tan despojado de ornamentos que arrastra, apasiona.
Babelia
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