?Qui¨¦n se atreve a taparle la boca a Djukic?
Ni por arriba. Ni por abajo. Ni en velocidad ni en el regate. Djukic fue ayer infranqueable para el Bar?a. Pase¨® su clase por el Camp Nou y meti¨® de paso a su equipo en la final de la Liga de Campeones. El central serbio hizo un partido soberbio. Con una superioridad implacable sobre Kluivert y Rivaldo. Tanto se ha hablado y con raz¨®n de los centrocampistas del Valencia, que hab¨ªa pasado casi inadvertida su veterana defensa. Pero sin ¨¦sta, el conjunto de C¨²per no estar¨ªa donde est¨¢. Hubiera ca¨ªdo en Roma ante el Lazio. Y si no, ayer ante el Bar?a. Porque tanto ayer como en los cuartos de final, fueron sus centrales, y especialmente el impresionante Djukic, los que dieron el callo por encima del resto.Cuando Djukic lleg¨® hace tres a?os al Valencia, lo hizo completamente gratis. Acababa contrato con el Deportivo, el club con el pas¨® la dram¨¢tica experiencia de fallar en el ¨²ltimo minuto del ¨²ltimo partido un penalti que le priv¨® de una Liga al club gallego, hace ahora seis a?os. Precisamente contra el Valencia. Aquella experiencia le marc¨® ante los dirigentes gallegos, y le abri¨® las puertas a su vez de Mestalla, donde fue reclamado por el entonces t¨¦cnico valencianista Jorge Valdano. Pasados estos tres a?os, el rendimiento de Djukic en el Valencia ha sido alt¨ªsimo, especialmente en las dos ¨²ltimas campa?as, como si mejorara a cada a?o que pasa.
Pas¨®, sin embargo, un mal trago a principio de la presente temporada. Se recreaba demasiado en su calidad y regal¨® un par de goles que lo apartaron del equipo. C¨²per, adem¨¢s, hab¨ªa reclamado el fichaje de Pellegrino, lo que parec¨ªa anunciar la marginaci¨®n definitiva de Djukic. Sucedi¨® todo lo contrario. Aprovech¨® la eventual baja de uno de los centrales para volver al grupo con mucha fuerza. A su conocida clase, le a?adi¨® contundencia. Y ya no abandonar¨ªa la titularidad.
Eso, a pesar de sus malas relaciones con el meta Ca?izares, con quien no se habla desde el pasado ejercicio, cuando el portero le culp¨® de algunos goles recibidos. Y Djukic no se olvida de esos reproches. Nada se nota, sin embargo, en el terreno de juego: ambos juegan perfectamente sincronizados. Pero fuera, ni se miran. Al serbio, adem¨¢s, le gusta hablar muy claro: es la ¨²nica voz del vestuario que se atreve a decir abiertamente que el equipo ha jugado rematadamente mal cuando as¨ª ha sido. Se expresa sin tapujos y en ocasiones molesta al propio C¨²per. Pero puede permit¨ªrselo: est¨¢ jugando de cine, tiene 34 a?os y ya ha renovado para la tempora que viene. ?Qui¨¦n le tapa la boca a Djukic?
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