Las armas ligeras y el ciclo de la violencia
Aunque no sean muchos quienes son conscientes de ello, el comercio de armas ligeras constituye una de las mayores plagas actuales en la convivencia entre pa¨ªses industrializados y pa¨ªses subdesarrollados. Por tal raz¨®n, quiz¨¢ no resulte ocioso hacer part¨ªcipes a los ciudadanos europeos de que en Italia est¨¢ actualmente en vigor una ¨®ptima y valerosa ley para la limitaci¨®n del comercio de armas ligeras, que fue debatida y aprobada por el Parlamento italiano hace ya algunos a?os.Dicha ley, que se conoce como Ley 185, proh¨ªbe la exportaci¨®n de lo que los ingleses denominan small arms, es decir, las armas personales, a pa¨ªses que est¨¦n p¨²blicamente implicados en un conflicto, sean objeto de un embargo internacional, violen los derechos humanos o, por ¨²ltimo, a aquellos pa¨ªses que, siendo receptores de ayudas italianas para el desarrollo, hayan destinado recursos excesivos para la defensa respecto a otros apartados de sus presupuestos. Se trata de una ley de transparencia que impone un control continuo sobre el destino final de esta clase de suministros y que asegura un informe anual del presidente del Gobierno ante el Parlamento sobre el conjunto de autorizaciones concedidas.
Los resultados fueron sorprendentes: ya en el a?o 1991, en efecto, las exportaciones de armas ligeras hacia pa¨ªses considerados de riesgo se precipitaron del 70% al 1% del total de las exportaciones, si bien en los a?os siguientes volvieron a aumentar hasta alcanzar el actual 8%. Hoy, esta ley se encuentra en peligro, como subraya Luigi Anderlini, antiguo senador de la Izquierda Independiente y actual presidente del "Archivo Desarme", que desde hace a?os se ocupa del control del armamento y que en estos d¨ªas ha promovido una campa?a para concienciar a la opini¨®n p¨²blica sobre la importancia del control de las armas ligeras. El Gobierno italiano, en efecto, present¨® el pasado febrero un proyecto de ley que amenaza los criterios de la Ley 185. ?Qu¨¦ se propone hacer al respecto el reci¨¦n elegido jefe de Gobierno, Giuliano Amato? Resulta comprensible que durante estos a?os los comerciantes de armas hayan hecho todo lo posible para burlar la decisi¨®n del Parlamento. Pero ahora, con el crecimiento de los nuevos ordenamientos jur¨ªdicos europeos, han vuelto a la carga con mayor ¨¦nfasis si cabe: sostienen, en efecto, que Italia, al disponer de una ley m¨¢s restrictiva que la de otros pa¨ªses europeos, acaba por resultar penalizada. Por ello ser¨ªa necesario adecuar Italia al resto de Europa, sugieren los comerciantes de pistolas, fusiles, ametralladoras, con la habitual justificaci¨®n de que "las miles de familias que viven de este trabajo acabar¨¢n qued¨¢ndose en la calle si se contin¨²a con las reducciones de la exportaci¨®n".
Pero ?hasta qu¨¦ punto, decimos nosotros, es l¨ªcito, en nombre del derecho al trabajo, permitir una exportaci¨®n ilimitada de armas ligeras que a la postre van a parar a manos de la criminalidad organizada o a manos de pueblos que recurren a los ni?os soldados para masacrar a sus vecinos? Incluso si dejamos a un lado las cuestiones ¨¦ticas, incluso queriendo atender solamente a los intereses inmediatos de los ciudadanos, "no muchos saben", dice el senador Anderlini, "que la industria militar es uno de los sectores que m¨¢s gravan sobre el bolsillo del contribuyente. La mayor parte de las transacciones de armas, en efecto, no podr¨ªan tener lugar sin las garant¨ªas financieras gubernamentales". Si a eso se a?ade que el que se endeuda para comprar armas es, en la mayor parte de los casos, un pa¨ªs pobre queda claro c¨®mo con esta clase de comercio se pone en marcha el ciclo de la violencia: un pa¨ªs indigente se endeuda con un pa¨ªs rico que produce dichas armas, las cuales a su vez hacen aumentar la violencia y la criminalidad del propio pa¨ªs, a veces incluso contra el pa¨ªs que le ha vendido las armas. Aclarado todo ello, nos preguntamos si merece realmente la pena poner en discusi¨®n una excelente ley, que sit¨²a a Italia a la vanguardia en la reglamentaci¨®n del comercio de armas, para adecuarse a Europa, en vez de intentar acercar a Europa a las posiciones italianas, como nuestra diplomacia est¨¢ haciendo con ¨¦xito desde hace algunos a?os en otros frentes. Es in¨²til protestar contra la violaci¨®n de los derechos humanos si luego somos nosotros (los italianos y los europeos) quienes alimentamos con nuestras armas esa violencia.
Diversas asociaciones de voluntariado, comunidades cristianas de base, organizaciones no gubernamentales, etc¨¦tera, se han unido a esta "Campa?a italiana sobre la difusi¨®n de las armas ligeras" con el fin de defender la Ley 185. En ella se pide que la conferencia sobre small arms que la ONU tiene previsto realizar en 2001 "impulse las negociaciones para la puesta en marcha de un adecuado control a nivel mundial de uno de los fen¨®menos m¨¢s dram¨¢ticos y sanguinarios de nuestro tiempo. Si se pretende revisar la ley italiana, que sea para mejorarla, no para descabezarla".
"La producci¨®n y la exportaci¨®n de armas, legales o ilegales, precisa enormes capitales y servicios financieros que s¨®lo los grandes bancos pueden proporcionar", contin¨²a el documento. "Por poner un ejemplo: para un intermediario italiano resulta relativamente sencillo hoy en d¨ªa desplazar un cargamento de Kal¨¢shnikov desde Bulgaria hasta Ruanda a trav¨¦s de la redes de la gran banca internacional. De ah¨ª la importancia del papel que los bancos italianos han desempe?ado y siguen desempe?ando todav¨ªa en operaciones financieras destinadas al comercio de armas (como atestigua el informe gubernamental anual sobre la Ley 185)".
No faltar¨¢ quien diga que este tipo de cuestiones ata?en a los militares, y no a los escritores, pero nosotros pensamos que los escritores son antes que nada ciudadanos y que, en cuanto tales, deben mantener la mirada atenta hacia los cambios de su propio pa¨ªs.
Demasiado a menudo, en efecto, se acaba por asistir, con perfecta e inconsciente pasividad, a cambios legales que despu¨¦s influyen negativamente en nuestro futuro. La opini¨®n p¨²blica, aunque a menudo se muestre impotente, no deja de tener su fuerza, que los pol¨ªticos deben tener en cuenta, y ser¨ªa un suicidio renunciar por desconfianza, por inercia, a exponer las propias ideas.
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