Serran¨ªa de Ronda
J. M. CABALLERO BONALD
La belleza de una ciudad, de una comarca, exige -para ser contada en un libro- una impecable prosa descriptiva y unas im¨¢genes igualmente primorosas. No s¨®lo por deferencia tem¨¢tica sino porque es as¨ª como mejor podr¨¢n ser apreciados esos lugares de apetecible -y recomendable- visita. Ninguna otra informaci¨®n previa prepar¨¢ mejor el ¨¢nimo del viajero. Pero no es f¨¢cil que eso ocurra. Las gu¨ªas tur¨ªsticas, dotadas casi por sistema de un rampl¨®n estilo burocr¨¢tico, suelen usar toda clase de excesos calificativos para cantar las excelencias locales. No hay t¨¦rminos medios en este sentido: o se elige la com¨²n v¨ªa publicitaria del lirismo municipal o se elabora un texto literario esmerado y persuasivo y se juntan unas fotograf¨ªas que apoyen adecuadamente la validez global del trabajo.
Viene todo esto a cuento porque acabo de solazarme con un libro que no dudo en calificar de ejemplar dentro de ese dif¨ªcil g¨¦nero de la literatura de viajes. Me refiero a La serran¨ªa de Ronda, con texto de Felipe Ben¨ªtez reyes y fotos de Carlos Serrano. Cada una de esas f¨®rmulas descriptivas -la escritura y la imagen- constituyen dos modos independientes de enfocar el campo argumental del libro y, al mismo tiempo, dos enfoques expresivos que se avalan y complementan mutuamente. Tampoco pod¨ªa haber sido en este caso de otra manera.
La bibliograf¨ªa sobre Ronda y su comarca es copiosa y de muy varia condici¨®n. Hay como una tendencia a dotar a esa bella ciudad y a su serran¨ªa de una especie de ornamentaci¨®n rom¨¦ntica, en la que caben todos los costumbrismos posibles, m¨¢s o menos enaltecidos por los viajeros del XIX y edulcorados luego por los cronistas y retratistas del XX. La escenograf¨ªa ronde?a aparcece generalmente sumida en esas "nebulosas de la imaginaci¨®n" por donde siempre evolucionan las mismas figuras arquet¨ªpicas, los mismos consabidos perifollos populares, los mismos trasnochados lugares comunes.
Felipe Ben¨ªtez ha querido neutralizar muchos de esos inveterados estereotipos. Ya el t¨ªtulo de su texto -Cuadernos de ruta- anticipa una actitud rigurosa y un saludable programa interpretativo. El autor ha caminado por Ronda y por las no muy precisas lindes de su serran¨ªa con pausada y met¨®dica lucidez. Calles, senderos, cuevas, barrancos, altiplanos son auscultados por la mirada del viajero que en ning¨²n momento olvida su rango de escritor. Las historias y mitolog¨ªas de ese itinerario eminente se articulan en el libro como otras tantas valiosas y ya imprescindibles fijaciones de la verdadera evaluaci¨®n f¨ªsica y literaria de ese territorio. Y todo ello favorecido por una prosa espl¨¦ndida, perfectamente adaptada a cada situaci¨®n vivida.
Las fotograf¨ªas de Carlos Serrano disponen de su propia autonom¨ªa documental y proporcionan al libro una eficiente a?adidura est¨¦tica. Sin necesidad de obedecer exactamente a la ruta trazada por Felipe Ben¨ªtez, Carlos Serrano ofrece una visi¨®n de Ronda que, aparte de enriquecer el contenido literario del libro, supone una contribuci¨®n gr¨¢fica excepcional. En cualquier caso, la imagen y la palabra valen aqu¨ª lo mismo. Lo que tambi¨¦n es muy de agradecer.
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