El c¨¦lebre consorte
Clar¨ªn lo llam¨® celebridad consorte, pero nunca fue tal cosa. Se hace dif¨ªcil encontrar en el ¨¢mbito de la alta cultura europea de su tiempo una pareja compuesta por tipos tan distintos y originales como la que formaron Manuel Murgu¨ªa y Rosal¨ªa de Castro. Llegaron a ser indisociables; pero diferentes. Con 18 a?os lleg¨® a la Universidad Central y al peri¨®dico estudiantil de los Canalejas. A Castelar, que lo dirig¨ªa, le fascinaba su castellano, limpio y exquisito. Nombela y Gald¨®s convirtieron en leyenda su breve paso posterior por la bohemia literaria, donde compuso el disfraz que siempre lucir¨ªa: un rostro tallado en el espejo de los poetas rom¨¢nticos; la diminuta figura de anchas espaldas y enorme chistera de los humoristas gr¨¢ficos: El frasquito de esencias. Un ego desbordante, ce?ido a un cuerpo diminuto.
Hasta que la gloriosa Revoluci¨®n de 1868 lo meti¨® en los Archivos y las Bibliotecas del Reino, Murgu¨ªa batall¨® en el periodismo pol¨ªtico de Madrid. Rigurosamente an¨®nimo, fue de los primeros en tener firma. Veintea?ero, publicaba cr¨®nicas de la vida cotidiana. Aclimat¨® al follet¨ªn de La Iberia (dominado por las traducciones) sus novelas cortas, y se hizo con un espacio en la mejor revister¨ªa gr¨¢fica. Contribuy¨® pues a que los peri¨®dicos capitalinos se hicieran m¨¢s entretenidos y populares. Los Chao aprovecharon esa notoriedad cuando montaron en Galicia y en las Am¨¦ricas su propia infraestructura cultural, basada en la prensa, la revista ilustrada y la literatura por entregas. El peso excepcional de Murgu¨ªa en el galleguismo viene de este nov¨ªsimo proceso. Fueron los propios medios quienes propiciaron sus g¨¦neros m¨¢s caracter¨ªsticos. Del relato y la novela hist¨®rica de ambiente gallego, pas¨® a la historia esencial de intenci¨®n nacionalista. Tiznada de positivismo, pero sujeta al impulso de un mit¨®logo incontenible.
Nacido de madre vasca de buen linaje, tuvo m¨¢s afinidad con los foralistas y tradicionalistas vascongados que con los particularistas catalanes. Hijo al mismo tiempo de un boticario gallego, curtido en la resistencia de la exigua progres¨ªa residente en la Compostela arzobispal, desconfiaba del componente jesu¨ªtico y del tufo clerical de aquellos movimientos perif¨¦ricos. Formado entre iberistas y garibaldinos, partidarios de la reunificaci¨®n de las grandes pen¨ªnsulas del sur de Europa, se dej¨® influir por Mazzini, pero concedi¨® mayor peso al punto de vista de Pastor D¨ªaz. Amaba las ruinas, los reinos, las culturas, las lenguas, las razas amenazadas de extinci¨®n, y fue lusitanista, galleguista, panceltista, eslav¨®filo...
Contra lo que se cree, s¨®lo tras la muerte de Rosal¨ªa (1885) residi¨® en Galicia de manera continuada... Agente malgr¨¦ lui del centralismo, llegar¨¢ a ser su cr¨ªtico m¨¢s contumaz. Hasta que Camb¨® borre esa memoria, en el horizonte del nacionalismo perif¨¦rico era dif¨ªcil encontrar una brillantez dial¨¦ctica comparable a la de Murgu¨ªa. Dotado de la cl¨¢sica "mala salud de hierro", muri¨® cuando frisaba los 90. A nadie dej¨® indiferente. Fue la encarnaci¨®n del home pequeno, fol de veneno. Uno de los tipos m¨¢s complejos, contradictorios, conflictivos y atractivos, que cabe imaginar.
Es en esa "segunda vida" del viudo cuando redondea una obra de primer orden que le sit¨²a entre los grandes pol¨ªgrafos espa?oles del siglo XIX, tan desconocidos. Ser¨¢ entonces, igualmente, cuando se meta en pol¨ªtica. El ide¨®logo del nacionalismo perif¨¦rico protagoniza una simulaci¨®n: el regionalismo gallego. En t¨¦rminos de poder, un par de concejales, mucho ruido y pocas nueces.
Primer presidente (vitalicio) de la Real Academia Galega, no pudo imaginar que -en 1963- los acad¨¦micos crear¨ªan una fiesta familiar. Directamente relacionada con los Cantares de Rosal¨ªa, celebraba a la vez el cumplea?os de Murgu¨ªa. Tuvieron que pasar 37 convocatorias, sin embargo, para que se atrevieran a dedicar el D¨ªa das Letras Galegas al patriarca. Es l¨®gico, porque a¨²n hoy resulta duro de roer. Sin disc¨ªpulos ni continuadores, fue irrepetible.
Jos¨¦ Antonio Dur¨¢n es historiador y autor de varios libros sobre Manuel Murgu¨ªa.
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