Montilla y Maragall XAVIER BRU DE SALA
?Alguien conoce a Montilla? ?Alguien sabe qu¨¦ piensa, c¨®mo se mueve, qui¨¦nes son sus amigos, sus enemigos y por qu¨¦? Pues que lo cuente. Hay que despejar inc¨®gnitas sobre quien va tener la m¨¢xima autoridad en un partido que ha quedado primero en las ¨²ltimas cinco convocatorias electorales. De veras que lamento no poder contribuir. Hace meses que se perfila como sucesor de Serra al frente del PSC y a¨²n no han salido res¨²menes biogr¨¢ficos, perfiles, opiniones sobre sus capacidades o entrevistas de cierta profundidad -salvo la de ayer en estas p¨¢ginas, donde trasluc¨ªa cierta incomodidad en el manejo de ideas, compensada con una m¨¢s que notable capacidad de orientaci¨®n y adaptaci¨®n pol¨ªtica-.De entrada, da la impresi¨®n que Jos¨¦ Montilla es un pragm¨¢tico resolutivo que se propone trabajar en la prioridad del PSC, hacer efectiva la alternancia en Catalu?a en la persona de Maragall. Pero es urgente que se le conozca, por lo menos tanto como a Pere Esteve -que con el mismo cargo pinta mucho menos en su partido-, salvo si creemos que no pasar¨¢ de ser el ejecutor, el encarregat de Maragall en el PSC, es decir, que no hay diferencia entre un partido y una tienda de comestibles.
Lo m¨¢s divertido, novedoso y revelador de la semana pol¨ªtica no fue la proclamaci¨®n de Montilla. Fue la intervenci¨®n de Maragall sobre el t¨¢ndem que van a formar, al que se refiri¨® en tercera persona del plural. "Montilla y Maragall est¨¢n dispuestos a asumir tal y tal". Luego, rizando el rizo, solt¨® la clave oculta de su pensamiento: "Esos dos har¨¢n lo que convenga". Es decir, que hay un Maragall que no es Maragall, hasta ahora in¨¦dito y m¨¢s desconocido que Montilla, capaz de darle al pedal en el sill¨ªn delantero de un t¨¢ndem. Bueno. Durante los ¨²ltimos a?os, el PSC era m¨¢s bien comparable a una ricsa, esa especie de carrito con asiento tirado por la bicicleta de un oriental. Serra pedaleaba y Maragall invitaba a sus admiradores de CPC a sentarse junto a ¨¦l. Todo el mundo sabe que la combinaci¨®n funcion¨® hasta tal punto que, de no haber Luchetti rebanado votos de izquierda para que la derecha tuviera un diputado m¨¢s, hoy Maragall ser¨ªa president. Si los socialistas, confiaran menos en el destino y m¨¢s en el esfuerzo, apostar¨ªan por un t¨¢ndem Serra-Montilla, o Montilla-Serra y dejar¨ªan a Maragall montado en su carro -al que podr¨ªa subir incluso IC-. Pero bueno, cada cual es libre de equivocarse como quiera, de matar al caballo ganador por cuestiones de imagen, de sustituir la eficac¨ªsima ricsa por un aventurado t¨¢ndem, incluso de creer que ese otro Maragall, evanescente ilusi¨®n de su esp¨ªritu, es capaz de tomar cuerpo.
En cualquier caso, esta soluci¨®n a la salida de Serra tiene, por la forma como se perfila, la ventaja de convertirse en una lecci¨®n antibarullo. El antepen¨²ltimo servicio del primer secretario cesante a su partido consisti¨® en situar a dos alcaldes del cintur¨®n, Manuela de Madre y Celestino Corbacho, en la gestora que debe renovar o hundir un poco m¨¢s al PSOE. Jugada maestra. La dura realidad de los capitanes pulverizada mediante una sola decisi¨®n. Si no aprovechan para situarse mejor, no ser¨¢ porque los pijos del PSC se lo hayan impedido. Adem¨¢s, ?qu¨¦ obiolista hubiera igualado la contundencia y autoridad con la que Corbacho defendi¨® la independencia (formal) del PSC frente a Rodr¨ªguez Ibarra? En el mismo sentido cabe interpretar la ascensi¨®n de Montilla, pero no preocuparse por saber qui¨¦n y c¨®mo eso s¨®lo puede interpretarse en clave de desprecio.
De los socialistas catalanes no hay mucho m¨¢s que hablar, por ahora, as¨ª que podemos aprovechar para decir algo sobre las Espa?as del PSOE. El proceso puesto en marcha depara un par o tres de sorpresillas, adem¨¢s de una inc¨®gnita de mayor calado. Ah¨ª hablan los menos indicados, se presentan los menos capaces, Alberdi se retira antes de empezar, nadie menta a Solana, saltan espont¨¢neos. M¨¢s que barullo, chirigota, cuchufleta y entierro de la sardina. Chaves es el ¨²nico que mantiene un m¨ªnimo de dignidad. Tal vez porque ¨¦l acaba de ganar doblemente -Andaluc¨ªa sigue resistiendo la marea del PP incluso en las generales-, mientras Ibarra y Bono han visto como lo ¨²nico que les salva de ser barridos por el PP son los tres a?os que faltan para las pr¨®ximas elecciones. A la vista del resultado de las generales en Extremadura y Castilla-La Mancha, es natural que pretendan afianzarse alg¨²n futuro en Madrid, porque de lo contrario se convertir¨¢n en cad¨¢veres pol¨ªticos. Por lo pronto, ambos huelen mal, pol¨ªticamente hablando.
El socialismo madrile?o, por su parte, anda hu¨¦rfano y perdido como en un cuento de Dickens. Dado que el PSOE es federal y Madrid pesa lo que pesa en un recuento de votos, saben que su momento no va a llegar hasta que aparezca un nuevo l¨ªder. Entonces volver¨¢n a erigirse en central de toma de decisiones, sea quien sea la persona, aunque manifieste inclinaciones federalistas. ?sta es la inc¨®gnita, saber si el PSOE pretende hacerle la competencia patri¨®tica al PP o se inclina por otro modelo. Si fuera por ganas, por lo que pide el cuerpo, estar¨ªa muy claro. Pero tambi¨¦n existen las conveniencias, y la conveniencia socialista, la ¨²nica palanca a la vista que puede elevarles a posiciones respetables en 2004 se llama Maragall. Las elecciones catalanas van entre las municipales y auton¨®micas y las generales. Si en Catalu?a gana Maragall, eso va a pesar. ?Y si no? ?Qu¨¦ otra buena noticia cabe esperar para el PSOE antes del a?o 2004, a no ser un cataclismo en el que sucumba el PP? De ah¨ª que reitere la conclusi¨®n: los socialistas catalanes, deber¨ªan preservar, aupar, complacer y reforzar a Maragall, no hacerle sudar la camiseta en el partido ni prescindir tan alegremente de Serra.
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