La parte del brujo
Las victorias, ya lo sabemos desde Napole¨®n, tienen mil padres, pero en este caso hay muchas personas que podr¨ªan reclamar leg¨ªtimamente la paternidad sobre los ¨¦xitos del Deportivo. Por encima de todos ellos, surge la figura del presidente, Augusto C¨¦sar Lendoiro, a quien se miraba con una mueca de incredulidad y displicencia cuando, hace ya casi una d¨¦cada, anunciaba su deseo de meter al Deportivo entre los grandes del f¨²tbol espa?ol. Lendoiro representa la continuidad del proyecto y la perseverancia que ha llevado al club gallego a obtener la primera Liga de su historia. La p¨¦rdida del t¨ªtulo en el ¨²ltimo minuto del campeonato 1993-94 fue un trauma de tal magnitud que otros en su lugar no se hubiesen recuperado. Pero Lendoiro, aun con sus errores y obcecaciones, nunca se dio por vencido.Hay m¨¢s padres para la victoria, claro est¨¢. El f¨²tbol pertenece a los futbolistas y a ellos se les debe dar el protagonismo principal, empezando por los que m¨¢s tiempo llevan en el equipo: Fran, con su eterna imagen de artista adolescente, el admirable Mauro Silva, o Donato, un portentoso ejemplo de longevidad. No hay que olvidarse de Javier Irureta, un hombre que, pese a sus dificultades para conectar con el p¨²blico, ha derrochado dedicaci¨®n y profesionalidad. La hinchada, por supuesto, tambi¨¦n se merece el premio a muchos a?os de fidelidad y, sobre todo, a la emocionante reacci¨®n que tuvo tras perder la Liga del 94.
Pero, puestos a repartir trocitos de este t¨ªtulo, algunos habr¨ªa que remitirlos a tierras lejanas. En contra de las apariencias, el f¨²tbol no vive s¨®lo del momento y los ¨¦xitos de un d¨ªa. No ser¨ªan posibles sin una s¨®lida trayectoria anterior. Por eso mismo, las felicitaciones deber¨ªan llegar tambi¨¦n a Jap¨®n, donde Bebeto consume la ¨²ltima etapa de su oficio de goleador, o a Valencia, la ciudad en la que Djukic espera tomarse su propia revancha contra la fortuna y alcanzar la Copa de Europa.
Falta a¨²n por repartir una parte muy especial, un trozo de t¨ªtulo que no ha de ser enviado a ning¨²n lugar remoto, sino a muy escasos metros del estadio de Riazor. Porque, entre la euforia desatada en A Coru?a, hay un hombre de 70 a?os que, como siempre, se esconde en su sigiloso caparaz¨®n. Estos d¨ªas le han llamado muchos periodistas, pero ¨¦l no quiere hablar para que nadie interprete que pretende colgarse medallas que no le corresponden. Y, sin embargo, el Deportivo no ser¨ªa lo mismo si no hubiese existido Arsenio Iglesias. O Bruxo dedic¨® al club la mitad de su vida y encarn¨® como nadie el esp¨ªritu humilde de aquel maravilloso equipo que se estrell¨® ante el infortunio en 1994, pero que a¨²n fue capaz de ganar la Copa del Rey al a?o siguiente. Hace ahora seis a?os, tras la aciaga noche de Djukic, Arsenio s¨®lo acert¨® a decir: "Lo siento sobre todo por esas gentes, esos ni?os y esos abuelos que estaban tan ilusionados". Tuvieron que pasar seis a?os, pero aquella injusticia del azar ya est¨¢ reparada. Tambi¨¦n para Arsenio Iglesias.
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