Los toros de Las Barranquillas
El tercer toro no era para la primera plaza del mundo sino para el inframundo ese de Las Barranquillas. A lo mejor ven¨ªa de all¨ª. Desde luego se tra¨ªa todas las trazas. Flaco, zancudo y con gangoso berrear, se iba de morro. No s¨®lo se iba de morro sino de vareta tambi¨¦n. La verdad es que se iba de todas partes, sencillamente porque estaba ido. Se plantaba vacilante en cualquier lugar del redondel y, de repente, ca¨ªa a estribor.-?Usted cu¨¢ntas rayas cree que lleva ese desgraciado? ?Dos o tres?
-Yo creo que media docena.
Y en esas disquisiciones se andaba el p¨²blico por tratar de entender lo que estaba sucediendo all¨ª.
Ante la fenomenal protesta, el presidente devolvi¨® al toro. Y el toro, en cuanto vio que le abr¨ªan la puerta de la narcosala, trot¨® all¨¢ con mucha ilusi¨®n en busca de una papelina.
Pilar / Luguillano, Mora, Juli Cuatro toros de El Pilar (dos hab¨ªan sido rechazados en el reconocimiento), discretos de presencia; 2?, con poder, bravo y noble; 4? y 6?, inv¨¢lidos y adormilados; 3? devuelto por descoordinado
1? y 5? de Daniel Ruiz, de discreta presencia, inv¨¢lidos, cochineros y modorros. Sobrero de Guadalest, de escaso trap¨ªo, igual de inv¨¢lido, cochinero y modorro que los anteriores. David Luguillano: estocada perdiendo la muleta (silencio); pinchazo bajo, otro contrario, media, rueda de peones, dos descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio), Eugenio de Mora: bajonazo (pitos); tres pinchazos y descabello (palmas de tango). El Juli: estocada, rueda de peones y tres descabellos (silencio); bajonazo descarado (escasa petici¨®n, fuerte divisi¨®n y sale al tercio). Los Duques de Lugo presenciaron la corrida en el palco regio. Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. 17? corrida de abono. Lleno.
Los dem¨¢s, todos excepto uno, aparecieron con similares s¨ªntomas. Revolcarse en la arena les daba m¨¢s gusto que embestir. A muchos cristianos les dio verg¨¹enza que semejantes cosas pudieran ocurrir en la primera plaza del mundo. Pero es porque la visitan poco. y desconocen que cuando vienen figuras los toros traen mono.
Toros en semejantes condiciones no sirven para torear, seg¨²n se pudo comprobaro. Aunque si aparecen con la mente clara y la sangre limpia, a¨²n es peor. Hubo uno de ¨¦stos en la tarde y el torero a quien le correspondi¨® -Eugenio de Mora es su apodo-, lo pas¨® fatal.
A Eugenio de Mora se le arrancaba el toro y no sab¨ªa c¨®mo quit¨¢rselo de encima. El toro embest¨ªa codicioso y Eugenio de Mora era incapaz de embarcarlo con mediano mando, alg¨²n temple, la quietud que demanda una elemental torer¨ªa.
El toro de pura sangre y virginal intuci¨®n -encastado y bravo en definitiva-se hizo el amo. Sin recursos el torero, desbordado en todos los frentes, su faena fue un continuo rectificar terrenos, sufrir enganchones, reburujar la pa?osa, perderla, arrebatada por el toro encastado y bravo.
Menudo traspi¨¦s el de Eugenio de Mora, que no pudo tener desquite en el quinto de la tarde, hierro Daniel Ruiz, pues a cada pase el crepuscular bruto perd¨ªa el norte y se desplomaba exang¨¹e.
La cambiante actitud de Eugenio de Mora es muy reveladora del estado de la cuesti¨®n t¨¢urica: frente a las prisas que se dio con el toro bravo, al fumado no paraba de porfiarle pases sin parecer importarle que el p¨²blico se los protestara y acabase dedic¨¢ndole humillantes palmas de tango.
Con el toro de Las Barranquillas, ya se sabe: todo el mundo es Lagartijo. Luguillano tambi¨¦n lagartijeaba en los suyos y no paraba de insinuarles derechazos y naturales que, obviamente, no pod¨ªan tomar, y a poco que los obligara ya se estaban tumbando a dormir la siesta.
Para El Juli sacaron la especie de drogadicto aquel, y el sobrero que se encontraba poco m¨¢s o menos, y un sexto afectado por el s¨ªndrome. No hab¨ªa manera de que a El Juli le saliera un toro en condiciones y la afici¨®n se lo tom¨® muy a mal.
Se tiene la impresi¨®n barruntativa de que El Juli ha metido la pata hasta la cadera en la primera plaza del mundo. Lleg¨® con una expectaci¨®n enorme y vitola de fen¨®meno, y se va cunero en el arte de torear, marcado con el sello de los del mont¨®n.
Con toros del inframundo no se viene a Madrid. La invalidez del sobrero le impidi¨® torear. Al modorro sexto le aplic¨® unas ver¨®nicas aceptables, una gaonera que pudo acabar en cogida, un tercio banderillero vulgar y una faena encimista, pretendiendo arreglar a ¨²ltima hora mediante alardes de valor las muchas carencias que se le han observado en la feria. No lo consigui¨®. Y ratific¨® el fracaso al cobrar un infamante bajonazo.
Las Barranquillas tienen ya sala de venopunci¨®n y sucursal en la plaza de Las Ventas. Qu¨¦ lujo.
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