VISPERAS DE MASCARADA
Alberto Fujimori est¨¢ decidido a ejercer un tercer mandato consecutivo de cinco a?os en Per¨², present¨¢ndose el domingo en solitario, sin rival ni observadores, a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Su contrincante, Alejandro Toledo, ha decidido no comparecer a unos comicios que considera viciados. El economista que disputara a Fujimori la primera vuelta de una de las elecciones m¨¢s sucias de Latinoam¨¦rica en muchos a?os, y cuyo desempate fue forzado por la presi¨®n internacional, puede sentirse justamente apoyado en su estimaci¨®n de la realidad: tanto la misi¨®n de observadores de la OEA, con el apoyo expl¨ªcito de Washington, como la del Centro Carter o las peruanas Transparencia y Consejo por la Paz han decidido retirarse de la fiscalizaci¨®n de unos comicios cuyo aplazamiento han solicitado reiteradamente en nombre de la limpieza del proceso.El l¨ªder peruano deber¨ªa haber tomado nota de la cercana Venezuela, donde el presidente Ch¨¢vez ha apoyado la decisi¨®n sin precedentes del Tribunal Supremo de aplazar las elecciones generales del domingo, las m¨¢s complicadas de su historia, por falta de condiciones t¨¦cnicas: b¨¢sicamente, improvisaci¨®n y chapucer¨ªa. En su lugar, e ignorando recomendaciones de Gobiernos americanos y europeos, Fujimori y su d¨®cil Jurado Nacional de Elecciones, m¨¢ximo organismo electoral, han decidido mantener una convocatoria de la que s¨®lo dificultades pueden derivarse para Per¨². El comunicado p¨²blico de la Organizaci¨®n de Estados Americanos es contundente: el proceso peruano dista de ser libre y justo de acuerdo con los est¨¢ndares internacionales; la presencia de un solo candidato no representa la aut¨¦ntica voluntad popular.
Fujimori, que ya en 1996 forz¨® un autogolpe para consolidarse, ha violentado ahora la Constituci¨®n para presentarse a un tercer mandato. Y con esta autoproclamaci¨®n en ciernes, lanza a su pa¨ªs por un sendero repleto de riesgos. Si la mascarada del domingo se consuma, el presidente perder¨¢ la legitimidad que reclama. Es cierto que de cara a la segunda vuelta ha hecho concesiones m¨ªnimas a su rival. Las televisiones han dedicado alguna atenci¨®n a Toledo y los peri¨®dicos controlados por el poder le han injuriado en tonos menores. Pero permanecen, adem¨¢s de la escasa fiabilidad del sistema inform¨¢tico, las causas primordiales que hicieron indigerible la primera convocatoria: el uso en beneficio propio de los recursos del Estado, la influencia asfixiante sobre los medios de comunicaci¨®n y una comisi¨®n electoral sin credibilidad ni independencia.
En una sociedad tan polarizada pol¨ªticamente es impensable que un triunfo electoral sin certificado de limpieza deje de tener consecuencias. La primera y m¨¢s peligrosa es la de un enfrentamiento entre peruanos, los mismos que agradecieron a Fujimori haberles librado de Sendero Luminoso o combatir con ¨¦xito la hiperinflaci¨®n. Ya hay demasiados agujeros negros en Latinoam¨¦rica como para que se condonen a estas alturas unos comicios fraudulentos. Fujimori debe ser informado de que su prepotencia pondr¨¢ a Lima en cuarentena ante Gobiernos y organismos a los que necesita vitalmente para impulsar su crecimiento.
Washington en especial, que ya ayer advirti¨® a Fujimori de que sus relaciones est¨¢n en el alero, puede con su inigualable capacidad de presi¨®n hacer entrar en raz¨®n a un hombre obsesionado por mantenerse en el poder. Per¨², como Venezuela, es una sociedad devorada por la desigualdad y la pobreza, y ning¨²n l¨ªder que salga de unas urnas que la mayor¨ªa no crea transparentes estar¨¢ en condiciones de adoptar las medidas impopulares que exige su desarrollo. Ceg¨¢ndose a este conjunto de realidades, Fujimori desaf¨ªa a sus conciudadanos y a la opini¨®n internacional. Tendr¨ªa que saber inequ¨ªvocamente que el fraude no tiene recompensa.
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