Marruecos, islamismo y democratizaci¨®n.
El fin del arresto domiciliario al que llevaba sometido desde 1989 Abdessalam Yasin, l¨ªder espiritual del movimiento islamista marroqu¨ª Justicia y Entrega (Al-Adl wa-l-Ihsan), tiene dos principales lecturas inmediatas: el arraigo del Estado de derecho en Marruecos y el signo de una nueva fase en el ¨¢mbito de la participaci¨®n pol¨ªtica del islamismo en este pa¨ªs.Tras la destituci¨®n de Driss Basri y el retorno de Abraham Serfati y la familia de Ben Barka, la liberaci¨®n del shayj Yasin constitu¨ªa el ¨²ltimo gran signo del cambio en Marruecos. De hecho, toda la clase pol¨ªtica democr¨¢tica, desde ideolog¨ªas dispares, defend¨ªa su liberaci¨®n.
Abdessalam Yasin, hijo de un campesino ber¨¦ber de origen idris¨ª e inspector de ense?anza primaria desde la independencia, representa al prototipo de shayj carism¨¢tico, cuyo enfrentamiento directo y personal con Hassan II desde 1974 hizo imposible cualquier distensi¨®n en las relaciones entre Al-Adl wa-l-Ihsan y el trono. El intento fallido de diciembre de 1995 as¨ª lo puso de manifiesto. La ef¨ªmera liberaci¨®n de Yasin entonces, si bien era prueba de la necesidad del Majzen de aligerar tensiones en el proceso de reforma pol¨ªtica que se quer¨ªa afrontar, mostr¨® que ni el r¨¦gimen estaba preparado para encajar las cr¨ªticas de su adversario ni el shayj estaba dispuesto a aligerar su virulento rechazo al mismo. Yasin no perdi¨® tiempo en ir a la mezquita y lanzar una pr¨¦dica en la que incluso hizo referencia a una aleya cor¨¢nica sobre "los adversarios castigados por la enfermedad" en un momento en que la salud del rey estaba a prueba. En menos de cuarenta y ocho horas Yasin volv¨ªa a su reclusi¨®n.
Muchas cosas han cambiado con respecto al pasado reciente que est¨¢n permitiendo modificar el statu quo hasta hace poco predominante. En la actualidad, aunque sigan existiendo l¨ªmites en lo relativo a la cuesti¨®n del S¨¢hara, el marco de las libertades p¨²blicas en Marruecos permite que exista el debate, la cr¨ªtica y la oposici¨®n como no hab¨ªa ocurrido nunca. Por otro lado, Yasin y su organizaci¨®n tambi¨¦n han modificado su actitud. En esta ocasi¨®n, la provocaci¨®n y el radicalismo han dejado paso a la prudencia y a la negociaci¨®n. Razones de edad y de oportunidad pol¨ªtica han hecho que cambie la situaci¨®n.
En lo que concierne al l¨ªder islamista, Yasin tiene ahora ante s¨ª a un monarca que goza de una enorme popularidad y credibilidad y, por tanto, su posici¨®n de desaf¨ªo frontal ha cambiado. El Memor¨¢ndum ¨¤ qui de droit que hizo p¨²blico en febrero pasado, sin prescindir de su caracter¨ªstico estilo irreverente y provocador, e implacable contra Hassan II, no se permit¨ªa una sola cr¨ªtica contra Muhammad VI.
Por otro lado, existe una cuesti¨®n de edad que en esta asociaci¨®n islamista se plantea tanto como en las dem¨¢s formaciones pol¨ªticas: las tensiones derivadas del cambio generacional. En el caso de Al-Adl wa-l-Ihsan, esa diversidad se expresa, a diferencia de la l¨ªnea predominante que ha representado Yasin de negaci¨®n global del sistema, en el arraigo de un sector m¨¢s joven, partidario de aceptar las reglas necesarias que les permitan participar en el juego pol¨ªtico e institucional, l¨ªnea representada por el portavoz del grupo Fatahallah Arsalan. Es decir "interiorizar" ciertas reglas del Majzen, como han hecho los islamistas de al-Islah wa-l-Tadjdid (Reforma y Renovaci¨®n), que, a trav¨¦s del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), est¨¢n hoy d¨ªa integrados pol¨ªticamente y presentes en el Parlamento con 12 diputados.
Al-Adl wa-l-Ihsan parece evolucionar, pues, como el islamismo marroqu¨ª en general, hacia una nueva fase dirigida a entrar en la pol¨ªtica. Por un lado, est¨¢ la experiencia de los islamistas del PJD, que han evolucionado hacia una estructura y cultura de partido que les ha permitido mostrarse en el espacio pol¨ªtico marroqu¨ª. Para lograrlo han tenido que mostrar su lealtad al sistema mon¨¢rquico y asumir sus cambios de posici¨®n: "Hemos pasado de un proceso de cambio desde arriba que pretend¨ªa fundar un Estado isl¨¢mico ejemplar (...) a asumir una nueva mentalidad, m¨¢s adecuada a la realidad (...), estamos a favor de cualquier forma de participaci¨®n pol¨ªtica que sirva a los intereses de la comunidad y colaboraremos con todas las orientaciones que sigan ese mismo camino", ha declarado uno de sus l¨ªderes, Mohamed Yatim.
Por otro lado, el comportamiento reciente de Al-Adl wa-l-Ihsan indica que tiende a salir de su tradicional influencia en el ¨¢mbito privado para acentuar su presencia en la escena p¨²blica: en la Universidad, donde es particularmente presente y activo, y a trav¨¦s de la convocatoria de manifestaciones, particularmente la celebrada el 12 de marzo en Casablanca, en la que desfilaron conjuntamente el PJD y Al-Adl wa-l-Ihsan, apuntando lo que podr¨ªa ser el inicio de la creaci¨®n de una nueva entidad islamista conjunta, que se constituya en un ineludible actor de la escena pol¨ªtica.
Signo tambi¨¦n de la voluntad de entrada en pol¨ªtica de Al-Adl wa-l-Ihsan, o al menos de la ampliaci¨®n de su campo de participaci¨®n, fue una de las lecturas que encerraba el memorando m¨¢s arriba citado, que, al margen de su tono impertinente y desafortunadamente despectivo con las instituciones, pon¨ªa el acento en el t¨¦rmino democracia en tanto que forma de gobierno.
La decisi¨®n de las autoridades marroqu¨ªes con respecto a la integraci¨®n en el marco legal del principal grupo islamista, como es Al-Adl wa-l-Ihsan, es ya otra cuesti¨®n, que necesitar¨¢ a¨²n mucho tiempo para ser resuelta. No obstante, consolidar una democratizaci¨®n que no olvide a los islamistas es la mejor garant¨ªa de estabilidad para un pa¨ªs en plena transformaci¨®n, y as¨ª parece haber sido entendido con la integraci¨®n del PJD, si bien la cuesti¨®n islamista no queda resuelta s¨®lo con este paso. Y esto, por varias razones: porque representan una parte importante de la sociedad que no puede quedar fuera del Gobierno representativo y, lo que es muy importante, porque se debe crear el marco sociopol¨ªtico necesario para que la radical negaci¨®n del otro (izquierda versus islamismo u occidentalizados versus islamistas) abra paso a la aceptaci¨®n mutua como componentes pol¨ªticos de la sociedad actual. Abrir espacios de discusi¨®n, debate e incluso consenso en lugar de limitarse a la satanizaci¨®n del otro es un factor de convivencia muy necesario para que triunfe la democratizaci¨®n en Marruecos. Como verdaderamente se identifica a un dem¨®crata es en la pr¨¢ctica y no en la demasiado frecuente f¨®rmula basada en la autoproclamaci¨®n democr¨¢tica y la estigmatizaci¨®n a priori del otro.
En este sentido, la actitud del Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) de abrir un espacio de discusi¨®n con el PJD para conocerse mutuamente m¨¢s all¨¢ de los negativos imaginarios que tienen los unos de los otros, es una iniciativa que muestra c¨®mo en libertad los prejuicios y desencuentros pueden ser mejor afrontados.
Asimismo, ese marco de libertades del que se est¨¢ beneficiando la sociedad y la pol¨ªtica marroqu¨ªes est¨¢ permitiendo que aflore la complejidad de situaciones que van mucho m¨¢s all¨¢ de las simples visiones maniqueas. La enorme pol¨¦mica en torno al Plan de Integraci¨®n de la Mujer, realizado por el secretario de Estado encargado de la Familia, y la libertad con la que unos y otros han podido expresarse ha permitido ver c¨®mo la oposici¨®n a dicho plan no se ha reducido a los islamistas, sino que ha contado tambi¨¦n con relevantes miembros de otros partidos, algunos de ellos en el Gobierno. Por otro lado, ha puesto de manifiesto c¨®mo reformas tan importantes como ¨¦sta no pueden realizarse marginando a priori a los islamistas, as¨ª como tampoco ignorando la necesidad de tener en cuenta en dicha reforma la legitimidad isl¨¢mica. Cuando el islam ocupa un lugar central en el mecanismo de legitimaci¨®n del Estado y en la cosmogon¨ªa cultural de la sociedad, no s¨®lo no se puede olvidar esta dimensi¨®n isl¨¢mica, sino, y lo que es muy importante, tampoco se la debe marginar del proceso de modernizaci¨®n, y mucho menos acabar convirti¨¦ndolo en s¨ªmbolo antiisl¨¢mico. Y es ah¨ª donde ha habido un error de procedimiento y de s¨ªmbolos, origen sustancial del desacuerdo. No se trata de renunciar a unos derechos de igualdad que las mujeres deben tener garantizados, sino de asociar a los islamistas a esa reforma, como ellos mismos han reivindicado, lo que hubiese permitido encontrar elementos de consenso en muchos aspectos y, adem¨¢s, evitar la percepci¨®n de que reformar el estatuto personal de la mujer es actuar contra la identidad isl¨¢mica. Es ah¨ª donde est¨¢ la trampa. Integrar la vertiente de la legitimidad isl¨¢mica no significa que el resultado tenga que ser reaccionario (en T¨²nez, en base a la ley isl¨¢mica, se ha prohibido el repudio y la poligamia desde 1959), y si hasta ahora los resultados han sido ultraconservadores ha sido porque la interpretaci¨®n de la ley se ha dejado en manos de los sectores musulmanes m¨¢s tradicionalistas, en tanto que el reformismo musulm¨¢n ha quedado al margen de la construcci¨®n de la modernidad. Aproximar a los islamistas a la reforma es alejarlos de los ulemas conservadores y asociar el islam a la modernidad es trabajar por la estabilidad de la sociedad. Sin duda, el proceso es largo y complicado, pero probablemente inevitable en la construcci¨®n democr¨¢tica de este pa¨ªs.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo Arabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y autora de El Estado ¨¢rabe. Crisis de legitimidad y contestaci¨®n islamista. Barcelona, Ed. Bellaterra, 1999.
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