La izquierda: dialogar con la gente.
I.El problema de la izquierda espa?ola no es haber perdido las elecciones el 12-M del 2000. Esto es normal en democracia, sobre todo cuando se ha estado 13 a?os en el poder. Adem¨¢s, aunque la derrota ha sido severa, el PSOE ha obtenido casi ocho millones de votos e IU m¨¢s de un mill¨®n. No deber¨ªan olvidar a estos millones de ciudadanos en su actual situaci¨®n de desconcierto, pues es en di¨¢logo con ellos y otros muchos como podr¨¢n salir del t¨²nel y no en un irrelevante ejercicio de cocerse en la propia salsa. En esta direcci¨®n me permitir¨ªa hacer una sugerencia pr¨¢ctica. Lo mismo que los partidos dedican grandes energ¨ªas y medios econ¨®micos en convencer a los ciudadanos de que les voten, podr¨ªan aplicar esa misma energ¨ªa -incluso bastante menos- durante un a?o en conectar, a trav¨¦s de reuniones, de Internet, etc¨¦tera, con todo tipo de colectivos y decenas de miles de ciudadanos con el fin de averiguar qu¨¦ opinan sobre lo que est¨¢n haciendo, por qu¨¦ no les votan lo suficiente, cu¨¢les son sus problemas y aspiraciones reales y qu¨¦ propuestas ser¨ªan las m¨¢s acertadas. Durante ese tiempo me olvidar¨ªa de las cuestiones "internas" y me dedicar¨ªa a reconstruir un discurso y un proyecto en conexi¨®n con la gente a varios niveles y haciendo oposici¨®n en serio. Porque quien crea que el problema es esencialmente "org¨¢nico" se equivoca. La cuesti¨®n es mucho m¨¢s profunda. Se trata de que en este momento la izquierda carece de proyecto y ha perdido el liderazgo moral, cultutal y, por ende, pol¨ªtico en la sociedad. Recientemente he escuchado a Felipe Gonz¨¢lez un diagn¨®stico acertado de un aspecto central de la crisis de la izquierda. Ven¨ªa a decir que la grave situaci¨®n de ¨¦sta es que no es ni vieja -porque se ha olvidado de las viejas quiebras (o contradicciones que dir¨ªa un hegeliano) de la sociedad- y tampoco est¨¢ en conexi¨®n con los nuevos fen¨®menos. Es decir, ni es nueva ni es vieja, sino que vive en la confusi¨®n m¨¢s completa. Yo a?adir¨ªa que, adem¨¢s, los valores, criterios, pol¨ªticas de la derecha -para entendernos- se van imponiendo incluso en sectores tradicionalmente progresistas hasta el punto de que para algunos renovar la izquierda es acercarse a los postulados de la derecha y, en mi opini¨®n, esto es un error.II.Por el contrario, la izquierda debe de ser capaz de articular un discurso que contemple la soluci¨®n paulatina de las viejas y las nuevas quiebras desde la ¨®ptica de las nuevas posibilidades y tambi¨¦n contradicciones que est¨¢ planteando la mundializaci¨®n tecnol¨®gico-inform¨¢tica. Si nos inspiramos s¨®lo en las viejas contradicciones nos convertimos en conservadores; si s¨®lo en las nuevas no lograremos grandes mayor¨ªas y, a la postre, caeremos en la pol¨ªtica de la derecha. Ahora bien, esta conjunci¨®n o articulaci¨®n, en un ¨²nico discurso, de lo nuevo y de lo viejo, que viene exigido por el desarrollo desigual de las sociedades, exigir¨ªa una nueva alianza o convergencia social entre los sectores avanzados tradicionales y los que est¨¢n tirando de lo nuevo, esto es, los innovadores y creadores de la sociedad emergente. No se me escapa la dificultad de establecer las bases program¨¢ticas de esa alianza, pero es necesario debatir sobre ello. De entrada, sobre las ideas fuerza. No creo que el eje de la batalla de ideas haya que situarlo en la famosa dicotom¨ªa socialismo-liberalismo y en los juegos de palabras que don Indalecio hizo sobre el particular. Pienso, por el contrario, que el centro de la confrontaci¨®n de ideas con la derecha habr¨ªa que situarlo en la visi¨®n de la democracia, que en su concepci¨®n progresista comprende las ideas de libertad e igualdad y sit¨²a el centro del debate en la centralidad de la pol¨ªtica, en la funci¨®n de los poderes p¨²blicos y en el protagonismo de los ciudadanos frente a los crecientes poderes descontrolados y de origen no democr¨¢tico. Porque en mi opini¨®n, la idea de igualdad como una de las se?as de identidad de la izquierda no ha periclitado, si bien hay que ampliarla y no hacerla incompatible, sino todo lo contrario, con la de realizaci¨®n personal y desarrollo de la individualidad. De ah¨ª que me resulte extra?a la moda de decir que est¨¢ superado el Estado del bienestar porque lo que interesa es la sociedad del bienestar. No ser¨¦ yo quien se oponga a esa sociedad del bienestar, pero creo que ¨¦sta es inviable sin una intervenci¨®n democr¨¢tica del Estado que corrija las desigualdades y disfunciones crecientes que genera el mercado dejado a su suerte. Otra cosa es que esa intervenci¨®n deba resituarse en las nuevas condiciones, pero sin contraponer ambos conceptos.
III.Porque ?qu¨¦ est¨¢ pasando con la globalizaci¨®n, se est¨¢n reduciendo las diferencias sociales entre pa¨ªses y dentro de cada pa¨ªs, o todo lo contrario? ?Hay que intervenir desde la pol¨ªtica para corregir y encauzar las enormes potencialidades y tambi¨¦n estragos de la llamada "nueva econom¨ªa" mundializada o no? Mi opini¨®n es que s¨ª. Lo mismo que la "pol¨ªtica" (los Estados) intervinieron para corregir los estragos del capitalismo industrial -cost¨® 50 a?os de luchas-, hoy es necesario plantearse una nueva ordenaci¨®n de este capital financiero global que campa por sus respetos al igual que aquel campaba en los or¨ªgenes del capitalismo. La derecha en el Gobierno ni tan siquiera se plantea esto como hip¨®tesis. Y las democracias occidentales sufrir¨¢n las consecuencias si el bienestar no se globaliza tambi¨¦n, o ?es que creemos que podemos estar toda la vida 1.000 millones de personas viviendo relativamente bien mientras los otros 5.000 millones se mueren de asco?
El problema es que entonces el Estado-naci¨®n era capaz de intervenir y corregir el capitalismo nacional, mientras que hoy nos enfrentamos a "sujetos econ¨®micos globales" y nuestros sujetos pol¨ªticos no son globales, salvo quiz¨¢ EEUU. Por eso hay que apostar claramente por la l¨®gica federal en la construcci¨®n europea, en la l¨ªnea del discurso del ministro de Asuntos Exteriores alem¨¢n, que muchos venimos defendiendo desde hace tiempo, en contra de la l¨®gica estrictamente "estatal" que defiende, entre otros, el presidente Aznar. Se equivocan los que creen que el euro ha perdido el 25% de su valor frente al d¨®lar s¨®lo porque los tipos de inter¨¦s en EEUU son m¨¢s altos o porque esa econom¨ªa crece m¨¢s que la nuestra. El euro pierde valor porque una moneda de referencia necesita tambi¨¦n un poder pol¨ªtico fuerte detr¨¢s y la UE ha pasado por un periodo de estancamiento pol¨ªtico grave, hasta el punto de que en la cumbre de Lisboa parec¨ªa que el liderazgo lo ejerc¨ªan la extra?a coyunda Blair-Aznar, es decir, uno que no est¨¢ en el euro y otro que no cree en la Europa federal. Esperemos que esto se corrija a partir de las ideas expresadas por Fisher en la Universidad Humboldt y por Jospin en la Asamblea Nacional francesa. Ideas que la izquierda espa?ola deber¨ªa apoyar. ?stos son algunos de los grandes temas sobre los que valdr¨ªa la pena debatir, adem¨¢s de los m¨¢s dom¨¦sticos en los que el PP tiene m¨¢s agujeros que un queso emmental: una justicia que sigue sin funcionar; una televisi¨®n que es un esc¨¢ndalo, ¨²nica en Europa en que no se debate nada; el ¨ªndice de los accidentes laborales m¨¢s altos del continente, incluyendo pa¨ªses del Tercer Mundo; un reparto del crecimiento que brilla por su ausencia; una lenta pero paulatina degradaci¨®n de la sanidad y educaci¨®n p¨²blicas; un crecimiento de la presi¨®n fiscal v¨ªa impuestos indirectos (gasolinas), por no se?alar sino algunos de los temas sobre los que se podr¨ªa hacer una oposici¨®n rigurosa y ofrecer alternativas. En fin, esperemos que los partidos de izquierda arreglen cuanto antes y bien su casa y se pongan a la tarea de dar respuesta a las cuestiones que los ciudadanos esperan de ellos. De lo contrario, no mantendr¨¢n ni los apoyos actuales.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
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