La golosina visual
Desde hace a?os, los empleados de los departamentos comerciales de televisiones, editoriales o productoras de cine reciben cursillos sobre los secretos de la narraci¨®n. Estos secretos, m¨¢s los otros secretos sobre la particular condici¨®n del mercado, los hacen casi omnipotentes. Ahora ya no basta saber escribir una novela o un gui¨®n, hay que saber adem¨¢s aquello que los m¨¢s listos del departamento comercial opinan sobre estas cosas. Una obra con vocaci¨®n original, con grados de sorpresa formal o con ciertas visiones innovadoras puede ser todo lo contrario a una pieza oportuna. Los mejores negocios del mercado proceden de art¨ªculos que gustan a millones o a miles de millones de personas, si se trata de una superproducci¨®n de Hollywood.En la actualidad, los norteamericanos producen s¨®lo el 5% de las pel¨ªculas que se estrenan en el mundo, pero recaudan unas sumas que superan al 50% del negocio planetario. Lo consiguen, por lo que parece, no gracias a productos exquisitos, sino al alcance del mayor n¨²mero de consumidores. "Dentro del sistema actual", dice Ignacio Ramonet en la nueva edici¨®n corregida de su libro La golosina visual (Debate), "las obras demasiado originales y demasiado personales reciben muy poco est¨ªmulo. Por el contrario, el est¨ªmulo se orienta hacia las sensibilidades medias que se apoyan en valores indiscutidos y que repiten hasta la saciedad lo que todos admiten sin resistencia alguna".
De esta manera bien comprobada, el conocimiento art¨ªstico mediante el cine parece haber llegado ahora al fondo de un callej¨®n. De los dos pilares del quehacer art¨ªstico, el conocimiento y la comunicaci¨®n, todo tiende a ser comunicaci¨®n, y comunicaci¨®n f¨¢cil. Los norteamericanos, por su parte, nunca han considerado que el cine formara parte de los fen¨®menos art¨ªsticos. El cine era y es "entretenimiento", y a ese destino encaminaron sus f¨®rmulas de producci¨®n y sus t¨¦cnicas de venta. En la promoci¨®n de una pel¨ªcula emplean los norteamericanos hasta el 40% de su presupuesto total, en parte porque de esa manera, creando una formidable expectativa y un consumo r¨¢pido, esperan satisfacer sus inversiones, pero tambi¨¦n porque dentro de su concepto de entretenimiento se encuentra el cultivo de la "sensaci¨®n", una emoci¨®n cada vez m¨¢s demandada por la sociedad de nuestro tiempo.
Los telefilmes, los spots, los westerns, las policiacas, las pel¨ªculas de guerra, las de cat¨¢strofes, el sensacionalismo informativo son analizados por el libro de Ramonet y siempre hay una asidua referencia a los modelos norteamericanos. Este libro, escrito inicialmente hace 20 a?os, era capaz de diseccionar los formatos que han gozado de una influencia decisiva sobre los espectadores del mundo y han esparcido sin tasa sus modas y sus valores. La globalizaci¨®n se presenta como una cristalizaci¨®n de las comunicaciones y mercados a la vuelta del siglo, pero desde otro punto de vista no es otra cosa que la plasmaci¨®n general de Estados Unidos. "Gracias al cine -s¨®lo al cine- se unifica el mundo, es decir, se americaniza", constataba el escritor Upton Sinclair tan pronto como en 1917. A lo largo de todo el siglo no ha sucedido otra cosa que la dilataci¨®n de americanizaci¨®n, el progreso de la homogeneizaci¨®n de los modos de vida y creencias por mano de la vasta penetraci¨®n de esos estilos. "Nuestra ¨¦poca, lo posmoderno, es igual a la cultura de Estados Unidos", escrib¨ªa Jameson, el primer te¨®rico de la posmodernidad, en 1984.
Ahora nos sentimos parte de una aldea global, pero ese poblado no es una noci¨®n o un ¨¢mbito sin marca. La aldea reproduce a trav¨¦s de signos, como los 40.000 McDonald's en las calles de 124 pa¨ªses, los fotogramas del cine norteamericano. Y no les hizo falta, como con la comida r¨¢pida, complicar las cosas. Las producciones de entretenimiento norteamericano contienen todos los ingredientes para la dulce asimilaci¨®n. Son, como expresa Ramonet en el t¨ªtulo de su libro, "golosinas visuales", cautivadoras del llamado coraz¨®n infantil: dosis org¨¢nica b¨¢sica en los lapones, los noruegos, los chilenos, los birmanos.
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