Quejas
Ya se sabe que la gente se queja por vicio. El ecologista Enrique Carbonell se ha quejado porque la Subdelegaci¨®n del Gobierno en C¨¢diz le ha impedido esta semana una marcha en bicicleta a trav¨¦s del puente Carranza para reclamar el libre acceso a las bicis por ese lugar. Le ha dicho el Gobierno que no, que c¨®mo van a dejar que un grupo de ciclistas cruce el puente para reivindicar el libre tr¨¢nsito de los veh¨ªculos que no son de motor, si eso est¨¢ prohibido; que es como si la OTAN autoriza manifestaciones antimilitaristas en el interior de sus cuarteles. Que no pega nada, vamos.Como por lo visto no pegaban nada los soldados que el pasado domingo desembarcaron en la playa Victoria, al mediod¨ªa, hora H. Por lo menos, Jes¨²s Gargallo, de Izquierda Unida, y Juan Ortu?o de PSOE-Progresistas, se han quejado. Ortu?o protesta por esas maniobras del d¨ªa de las Fuerzas Armadas junto al chiringuito de La Marea, pero el edil se llama exactamente igual que el general espa?ol al mando de la Eurofor.
Se quejan porque el Ayuntamiento no avis¨® a los ba?istas. A la hora a la que Mikel Elorza le echa el arroz al fondo de marisco de la perola de barro, decenas de infantes de marina se deslizaban por las cuerdas colgantes de los helic¨®pteros. Se queja Ortu?o. Y se quejaban los usuarios de la playa porque las aspas de los helic¨®pteros llenaban de arena la tortilla de patatas. Hubo quien estuvo a punto de defender el filete empanado con el pincho de la sombrilla. No ca¨ªan tantas cosas desde el cielo en la Playa Victoria desde que las avionetas tiraban los balones de Nivea, all¨¢ por los setenta.
Se quejan los ecologistas porque el Ayuntamiento no quiere declarar media docena de jardines hist¨®ricos, los conductores porque el fin de semana se comieron 17 kil¨®metros de retenci¨®n en la N-340 y los trabajadores de las contratas porque los empresarios se saltan el convenio.
Anoche se hizo de d¨ªa en la playa del desembarco: 75 b¨¢culos con 9.000 vatios de potencia cada uno iluminan la arena y el mar hasta bien entrada la madrugada. Desde hoy, no existe ni la noche ni el d¨ªa. La playa se estira, los hosteleros venden m¨¢s y la gente, que se queja por vicio, practica deportes nocturnos. Que aprendan los pusil¨¢nimes: los cangrejos no se quejan. El¨¦ctrica de C¨¢diz y Sevillana de Electricidad, tampoco.
ANTONIO HERN?NDEZ-RODICIO
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