La suspensi¨®n del Partido del Trabajo deja sin canales pol¨ªticos a los islamistas egipcios
"Es una lucha pol¨ªtica", explica Mahfuz Azzam, miembro del comit¨¦ ejecutivo del Partido del Trabajo, la ¨²nica representaci¨®n islamista legal en Egipto, suspendido a finales de mayo con el pretexto de que hab¨ªa "disensiones en su liderazgo". "El Gobierno se ha dado cuenta de nuestra influencia en la calle y entre la gente", a?ade convencido de que la medida trata de evitar su presencia en las elecciones legislativas del pr¨®ximo septiembre. "Despu¨¦s de gobernar durante 50 a?os, deben sentirse muy d¨¦biles para tomar esta medida".
A pesar del optimismo oficial por el triunfo sobre el terrorismo isl¨¢mico que castig¨® Egipto entre 1992 y 1997, los islamistas contin¨²an siendo la principal oposici¨®n al r¨¦gimen y la ausencia de reformas pol¨ªticas paralelas hace temer que las frustraciones "s¨®lo se hayan enterrado". Prohibido desde su fundaci¨®n en 1928, el movimiento de los Hermanos Musulmanes, la principal organizaci¨®n integrista, contaba, no obstante, con una cierta tolerancia oficial al haberse desmarcado de la violencia, e incluso con una v¨ªa de participaci¨®n pol¨ªtica desde que en 1987 sellara una alianza electoral con el Partido del Trabajo. Aun as¨ª, la representaci¨®n obtenida fue muy limitada. El Partido del Trabajo s¨®lo consigui¨® un diputado en los comicios de 1995, tras una violenta campa?a electoral que se cerr¨® con medio centenar de muertos. "?C¨®mo podr¨ªa ser de otro modo si el partido gobernante tiene todo el poder econ¨®mico y medi¨¢tico en sus manos? Si hubiera verdaderas elecciones, la gente podr¨ªa juzgar", justifica Azzam. De hecho, los partidos de oposici¨®n s¨®lo lograron 13 de los 454 esca?os del Parlamento.
Tanto el partido neoliberal Wafd, como el izquierdista Tagamu o los naseristas, todos ellos en la oposici¨®n parlamentaria, condenaron la suspensi¨®n del Partido del Trabajo y el cierre de su ¨®rgano de expresi¨®n, el quincenal Al Shaab. "No apruebo el cierre del peri¨®dico porque augura nuevas restricciones a la ya limitada libertad de prensa", se quej¨® tambi¨¦n desde su columna de Al Ajbar el comentarista Said Sonbul, poco sospechoso de simpat¨ªas hacia los islamistas.
"?Pueden darse por v¨¢lidas unas elecciones en las que invariablemente se obtienen resultados del 99,99%?", se pregunta Azzam, en referencia al refer¨¦ndum que el pasado octubre dio un cuarto mandato al presidente Mohamed Hosni Mubarak. "Todos los partidos de la oposici¨®n llevamos a?os pidiendo una cosa muy concreta: que se contabilicen los votantes mediante su firma o su huella dactilar; y el Gobierno se niega a ello", manifiesta en las modestas oficinas de su grupo en el centro de El Cairo.
La falta de di¨¢logo es uno de los problemas que m¨¢s resienten los islamistas. "Hay 60.000 presos pol¨ªticos. ?Qu¨¦ ha conseguido este r¨¦gimen? ?Construir prisiones y nuevos prisioneros? Algunos est¨¢n encarcelados desde hace 10 y 15 a?os sin juicio", se duele Azzam. "Sus dirigentes llevan cinco a?os pidiendo al Gobierno que libere a los que no est¨¢n formalmente acusados y que juzgue al resto en los tribunales ordinarios, pero las autoridades rechazan cualquier negociaci¨®n", concluye.
Ante la ausencia de fiabilidad de las urnas, la popularidad de sus postulados hay que leerla en el jerogl¨ªfico de la calle egipcia. El aumento de mujeres con la cabeza cubierta es s¨®lo un signo. A principios de mayo, miles de estudiantes se manifestaron contra el ministro de Cultura, Faruk Hosni, y se enfrentaron a la polic¨ªa en protesta por la reimpresi¨®n de una novela considerada blasfema: El banquete de las algas, del sirio Haider Haider.
La movilizaci¨®n, que dej¨® decenas de heridos y un centenar de j¨®venes detenidos, respond¨ªa a una campa?a lanzada desde las p¨¢ginas de Al Shaab. La publicaci¨®n, clausurada a la vez que suspend¨ªan las actividades pol¨ªticas del grupo, lleg¨® a pedir la eliminaci¨®n f¨ªsica de los editores del libro y pas¨® de los 15.000 ejemplares habituales a cerca de 80.000.
"Se ha combatido a sangre y fuego el terrorismo islamista, pero indirectamente se ha alentado un islamismo intelectual que ha penetrado todas las capas sociales", explica un analista pol¨ªtico. Algo tiene tambi¨¦n que ver el proceso de reforma econ¨®mica que no termina de completarse y cuyos beneficios, en todo caso, a¨²n no han alcanzado a las capas m¨¢s desfavorecidas. "No debemos reducirlo todo a la econom¨ªa, pero nos preocupa c¨®mo est¨¢n gastando el dinero: no es en beneficio de la gente", concluye Azzam.
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