En la mente del chimpanc¨¦
Hay un lugar para la esperanza. Jane Goodall, una de las ¨¦tologas que mayor prestigio acumula en el mundo, decidi¨® hace ya un tiempo abandonar su trabajo en el laboratorio y en la selvas del coraz¨®n de ?frica, para promover lo que ella considera un necesario cambio de "mentalidad y actitud" con respecto al medio ambiente. Un cambio que, seg¨²n resumi¨® ayer en el Museo de la Ciencia de la Fundaci¨®n la Caixa, de Barcelona, puede traducirse en aparejamientos en apariencia tan opuestos como planificaci¨®n familiar y conservaci¨®n de especies en peligro de extinci¨®n.Goodall, que alcanz¨® fama mundial en la d¨¦cada de los sesenta por haber descrito por primera vez el uso y fabricaci¨®n de herramientas en poblaciones de chimpanc¨¦s, present¨® en Barcelona el instituto que lleva su nombre. A trav¨¦s del mismo impulsa programas de investigaci¨®n, conservaci¨®n y educaci¨®n en 50 pa¨ªses del mundo, Asia y ?frica incluidos, con el objetivo de presentar un enfoque global a los problemas ambientales.
Su intenci¨®n, dijo ayer, es que en Espa?a pudiera iniciarse un proyecto de estas caracter¨ªsticas. "Basta con llamar", indic¨®. "En muchos pa¨ªses se empez¨® con un peque?o n¨²cleo de estudiantes o profesores universitarios que desarrollan sus propios proyectos", a?adi¨®. Entre los programas que impulsa desde su instituto, la reputada cient¨ªfica brit¨¢nica hizo menci¨®n especial a los que se desarrollan con animales en cautividad y a los que persiguen una mejora del nivel de educaci¨®n de la mujer en ?frica. "De los chimpanc¨¦s hemos aprendido que no s¨®lo son capaces de transmitir una forma de cultura, sino que tambi¨¦n tienen emociones y una gran capacidad de aprendizaje", dijo.
Goodall, en colaboraci¨®n con otros investigadores, demostr¨® hace a?os que la fabricaci¨®n de herramientas y la transmisi¨®n de ese conocimiento de generaci¨®n en generaci¨®n, era un signo inequ¨ªvoco de cultura, fen¨®meno hasta entonces atribuido ¨²nicamente a los humanos. Experimentos posteriores han demostrados que estos primates son capaces de aprender los 300 signos del alfabeto de los sordomudos y de manipular actividades simples en un ordenador.
Con estas capacidades, recluirlos en lo que no dud¨® en llamar "jaulas de oro", le parece fuera de lugar. Por ello aboga por una mejora de las condiciones de estos animales en los zool¨®gicos. "Hoy se entiende", defendi¨®, "que estos animales precisan de un buen grupo social, espacio y lo m¨¢s importante, un entorno enriquecedor para retar sus mentes". Finalmente, se?al¨®, "los humanos no somos los ¨²nicos que tenemos emociones ni mentes racionales".
Pero donde m¨¢s est¨¢ destacando la particular visi¨®n de Goodall es en sus planteamientos sobre la conservaci¨®n de los h¨¢bitats. En los lugares de ?frica donde a¨²n se conservan santuarios para los chimpanc¨¦s, la investigadora brit¨¢nica ha optado por desarrollar planes espec¨ªficos que "mejoran la calidad de vida" de las comunidades locales.
Programas de reforestaci¨®n, de viveros de ¨¢rboles para madera tropical, de agricultura para frenar la erosi¨®n o de atracci¨®n tur¨ªstica, se complementan con otros de asistencia sanitaria primaria, de planificaci¨®n familiar o de educaci¨®n pensados exclusivamente para la mujer o para ni?as en edad escolar. No es ¨¦ste, rebati¨®, un planteamiento feminista a ultranza. M¨¢s bien una f¨®rmula para contrarrestar los "efectos perniciosos de la falta de educaci¨®n".
"Sabemos que el acceso de la mujer a la educaci¨®n permite reducir el n¨²mero de hijos por familia y mejorar sus condiciones de vida", relat¨®. El acceso a la educaci¨®n junto con el desarrollo de programas "de car¨¢cter global" en los que "no se pierda el contacto" con la naturaleza, deber¨ªan contribuir, en su opini¨®n, a cambiar la tendencia de las sociedades actuales en relaci¨®n al medio ambiente y con los chimpanc¨¦s en particular. "Nuestra sociedad es ambiciosa y cruel", lament¨®. "Y lo que es peor, nuestro ni?os viven en mundos virtuales fabricados en televisi¨®n".
De los chimpanc¨¦s, dijo a modo de resumen, "quedan cada vez menos" debido al comercio ilegal. Su carne se consume en las grandes ciudades y en restaurantes ex¨®ticos de todo el mundo, denunci¨®. Cuando no es as¨ª, son robados de sus reservas para actuar como animales de compa?¨ªa o como "atracci¨®n" en hoteles. Por todo ello, zanj¨®, merece la pena tratar de cambiar "los corazones y las mentes usando la fuerza de la raz¨®n".
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