?Hay salida?
Han pasado seis meses desde que ETA liquid¨® la tregua. Ha habido desde entonces cinco asesinatos. Y el PNV sigue metido en dudas sobre si tiene o no tiene que romper definitivamente los lazos con EH. La lentitud de movimientos del PNV es pat¨¦tica. Su capacidad para entretenerse en lo secundario y mirar a otra parte cuando se le se?ala lo fundamental es grotesca. De asesinato en asesinato: primero dijeron que las muertes no les har¨ªan cambiar su estrategia de construcci¨®n nacional -es decir, su alianza con EH-; despu¨¦s que dejaban en suspenso el acuerdo parlamentario con EH pero que Lizarra segu¨ªa vigente; m¨¢s tarde pusieron sordina al pacto de Lizarra cuando de hecho ya estaba desahuciado por la fuerza de los cr¨ªmenes; ahora se asegura que la idea de liquidar cualquier alianza con EH es ya mayoritaria en la ejecutiva del PNV, pero de momento s¨®lo han roto el pacto municipal en Durango. Dicen que hay que evitar que la ruptura suponga una crisis en el partido y que hay que salvar la cara de Egibar (y de Arzalluz se supone) y de todos aquellos que m¨¢s se han distinguido en el acercamiento a EH. La cuesti¨®n vasca ha aportado una nueva figura al debate pol¨ªtico: los profesionales del buen aterrizaje o pilotos a¨¦reos de la pol¨ªtica. Una figura que tiene la peculiaridad de preocuparse m¨¢s de la buena salud de los que se embarcaron, solitos y voluntariamente, en el avi¨®n de Estella que del conflicto y sus v¨ªctimas.Hay pocas razones para el optimismo en la situaci¨®n vasca. No se ve pr¨®ximo un horizonte en que quien se resista a cantar en el coro del nacionalismo no corra el riesgo de que unos le se?alen como enemigo de la patria y otros le rematen a tiros. Sin embargo, se acumulan las razones para el pesimismo. El recambio generacional en ETA est¨¢ funcionando; el PNV sigue siendo prisionero de la idea de que, en el fondo, comparte con ETA lo fundamental -la construcci¨®n nacional- y s¨®lo discrepa en lo secundario -los m¨¦todos-; la resignaci¨®n se va imponiendo: habr¨¢ que acostumbrarse, dicen, a convivir con una docena de asesinatos al a?o.
Cuando ETA, acorralada por el aislamiento social y la presi¨®n judicial sobre la organizaci¨®n y sobre su entorno, se ofreci¨® el respiro de la tregua, se dijo que la historia de estas organizaciones terroristas tiene un ciclo vital muy ligado al de sus fundadores: llega una edad en que la fatiga se impone y se busca una salida. Despu¨¦s de la tregua la realidad es que los mecanismos de reproducci¨®n han funcionado, que la kale borroka es una cantera que sigue dando frutos y que el reclutamiento de j¨®venes vuelve a ser grande. Unos j¨®venes que no hay que ver en clave de marginaci¨®n, sino m¨¢s bien con la nevera de los pap¨¢s bien repleta. La situaci¨®n de Euskadi deber¨ªa hacer reflexionar a los que piensan que el dinero es la medida de todas las cosas. Una situaci¨®n econ¨®mica privilegiada no redime del embotamiento ideol¨®gico, del odio y del asesinato pol¨ªtico.
La imagen errante del PNV no es simplemente la dificultad de salir de un error. La idea de Euskadi que Arzalluz -y otros propagandistas de su partido- transmiten sit¨²an de hecho al PNV m¨¢s cerca de EH y de ETA que del PP y del PSOE. En la doctrina peneuvista, los etarras son ovejas descarriadas pero son del reba?o. Los populares, no. Y los socialistas tampoco, aunque se les tenga algo m¨¢s de consideraci¨®n ya sea por su implantaci¨®n hist¨®rica entre la clase obrera vasca o por su mayor ductilidad.
Es cierto que la paz en Euskadi no es simplemente el final de los atentados. Ni tampoco el silencio de la kale borroka. La paz, en el sentido civil, es algo m¨¢s que la ausencia de violencia pol¨ªtica: es la posibilidad de que todos los ciudadanos de Euskadi ejerzan sus derechos sin exclusiones. Sin embargo, no deber¨ªa extenderse la idea de que unos cuantos muertos es el precio a pagar para que la fractura en y con Euskadi no sea definitiva. Al fin y el cabo, con muertos todav¨ªa est¨¢n menos garantizados los derechos individuales. Este pesimismo estrat¨¦gico me parece tan perverso como su sim¨¦trico: el de aquellos nacionalistas que son comprensivos con ETA porque mantiene vivo el programa de m¨¢ximos. Si el Pa¨ªs Vasco queda atrapado entre estas dos resignaciones, ciertamente no habr¨¢ salida.
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