Adi¨®s a Chern¨®bil
Han tenido que pasar 14 a?os del peor accidente nuclear, desplomarse un sistema pol¨ªtico junto al credo que lo sustentaba y que Occidente corra con la factura de los desperfectos para que Ucrania anuncie -por fin, para diciembre- el cierre del ¨²ltimo reactor operativo de Chern¨®bil. La cat¨¢strofe afect¨® directamente la vida de miles de personas e indirectamente la de millones. Hoy, un sarc¨®fago poco fiable cubre la zona de la central donde se mezclan 200 toneladas de combustible radiactivo con arena, hormig¨®n y desechos de la explosi¨®n y el fuego at¨®mico de aquel abril de 1986.La clausura anunciada por el presidente Leonid Kuchma con ocasi¨®n de la reciente visita de Clinton es solamente el comienzo del final de la pesadilla. Encapsular nuevamente el reactor destruido -el sudario actual se asienta sobre un suelo potencialmente inestable y sufre filtraciones- costar¨¢ 750 millones de d¨®lares. La mayor¨ªa de ese dinero est¨¢ ya disponible y Clinton ha anunciado una contribuci¨®n suplementaria. Se necesitar¨¢, adem¨¢s, una planta reprocesadora de desechos nucleares y mantener indefinidamente la vigilancia sobre la radiaci¨®n prisionera.
Ser¨¢ dinero bien empleado. Chern¨®bil ha sido causa de un r¨ªo de recriminaciones entre Kiev y los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo, que en 1995, y por su propia seguridad, se comprometieron a financiar con 2.500 millones de d¨®lares el nuevo sarc¨®fago y un proyecto alternativo para las necesidades el¨¦ctricas de Ucrania, a cambio del definitivo cierre de la central. Chern¨®bil fue la alerta roja de la industria nuclear. Hace 20 a?os que EE UU no instala reactores nuevos, y apenas Jap¨®n, entre los pa¨ªses desarrollados, mantiene su programa, cada vez bajo cr¨ªticas m¨¢s severas debido a una sucesi¨®n de accidentes. En Espa?a se vive una moratoria con visos de definitiva.
Kiev alega su d¨¦ficit energ¨¦tico como argumento para completar con el dinero occidental dos plantas nucleares iniciadas antes de la ca¨ªda de la URSS. Ante la oposici¨®n del G-7, Kuchma amenaza con recurrir a Mosc¨². El caos ucranio hace al pa¨ªs dependiente del combustible ruso; la magnitud de su deuda en este terreno (1.500 millones de d¨®lares) podr¨ªa permitir al Kremlin dictar condiciones pol¨ªticas a un pa¨ªs cuya independencia tiene todav¨ªa fr¨¢giles ra¨ªces.
Pero Ucrania es un remedo de democracia en manos de unos cuantos magnates. Su sistema energ¨¦tico es probablemente el ep¨ªtome de la ineficiencia industrial y la corrupci¨®n. Sus empobrecidos ciudadanos viven sin luz varias horas al d¨ªa y se paga en efectivo una m¨ªnima parte de la energ¨ªa el¨¦ctrica que se consume. El resto es silencio. Kiev no ha podido demostrar que sus apremiantes necesidades no se puedan solucionar poniendo orden en el despilfarro delictivo del sector. Y menos a¨²n que la nueva energ¨ªa que van a financiar las democracias ricas deba ser de origen nuclear. Hay que aplaudir el cierre de Chern¨®bil, pero decir no a la permanencia del chantaje.
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