Catalu?a y su enfermedad XAVIER BRU DE SALA
Sol¨ªa bromear el doctor Laporte sobre la salud aseverando que no existen las personas sanas; en todo caso las hay poco exploradas. Los pacientes m¨¢s dif¨ªciles de abordar para los m¨¦dicos son les que insisten en fuertes jaquecas y graves malestares, a pesar de que les digan que no tienen nada. Si uno se encuentra mal, se encuentra mal. Y algo le pasar¨ªa aunque no tuviera nada.Un episodio parecido sucedi¨® en Francia har¨¢ tres o cuatro a?os. Ahora le toca a Catalu?a. A poco que sigan la prensa francesa, se acordar¨¢n: no hab¨ªa d¨ªa en el que no salieran los intelectuales quej¨¢ndose de confusi¨®n, desorientaci¨®n o falta de ubicaci¨®n en el mundo. El franc¨¦s de a pie corroboraba: "?a fait chier". Pero faltaban datos para apoyar tales quejas. La econom¨ªa funcionaba por encima de la media europea, el paro bajaba, los franceses eran cada d¨ªa m¨¢s ricos. Al final se consolaron pensando que si se preparaban para trabajar menos horas, recuperar¨ªan cierto liderazgo europeo y mundial en la era de la tecnolog¨ªa. All¨¢ se las compongan con su ego. En este punto habr¨ªa que preguntarse si los pa¨ªses comparten con las personas la caracter¨ªstica de poder estar en situaci¨®n acomodada, recibir parabienes despu¨¦s de un chequeo y no sentirse nada bien. Si la respuesta es no, no hace falta que sigan leyendo: son ustedes unos privilegiados a los que ni siquiera preocupa que Pujol les reproche su condici¨®n de panxacontents.
Recordemos someramente el panorama, en lo que tiene de objetivable: el m¨¢gico 4% de paro, llamado t¨¦cnico o inevitable por los que lo estudian sin sufrirlo, amenaza con llegar pronto a todos los rincones del pa¨ªs. El crecimiento econ¨®mico es alucinante, y la OCDE lo acaba de revisar al alza para Europa y m¨¢s para Espa?a. Tenemos un consejero de nuevas tecnolog¨ªas y una ministra catalana de lo mismo. Han bajado los peajes de las autopistas, y el dinero para las obras de la Casa dels Canonges se desviar¨¢ con el fin de aligerar las listas de espera. Los porcentajes del Consell Catal¨¤ de la Llengua son elocuentes, el catal¨¢n va tan bien que en ciertos ¨¢mbitos incluso triplica. La Generalitat y el Ayuntamiento ya no se pelean y reina una armon¨ªa institucional que es fiel reflejo de la paz ciudadana. Las comparaciones con Madrid han dejado de ser odiosas, porque resulta que seguimos ganando en econom¨ªa productiva y capacidad exportadora; Clos ha descubierto que las grandes empresas con visi¨®n europea se instalan en Barcelona, mientras que las que siguen dependiendo de los despachos oficiales se van a Madrid. Incluso, seg¨²n el estudio exhibido por Antoni Negre, el peso de Catalu?a en la econom¨ªa espa?ola ha pasado del 18% al 20% en los ¨²ltimos a?os.
Todo eso es cierto. Pero si Catalu?a se encuentra mal es que no va bien. Peor a¨²n. D¨¦ficit de inversiones y de infraestructuras aparte, los datos no desmienten pero desinflan la cuesti¨®n del famoso d¨¦ficit fiscal. De seguir as¨ª, con unas consecuencias tan y tan graves para 12 millones de bolsillos (a dos por ciudadano), surgir¨¢ una ONG en pro de la discriminaci¨®n fiscal. ?Para qu¨¦ quieren m¨¢s dinero los catalanes si con zapatos de plomo siguen tomando ventaja? A lo mejor, si quitaran la autonom¨ªa o la loapizaran un poco m¨¢s, la econom¨ªa catalana subir¨ªa en globo hasta el mism¨ªsimo para¨ªso celestial. Si los datos sirven para acallar voces discordantes desde al poder y tacharlas de casandreras, tambi¨¦n deben servir para que el propio poder deje de reclamar m¨¢s poder. Estar¨ªa bueno que Pujol fuera el ¨²nico catal¨¢n con permiso para quejarse.
Razonamientos expresionistas aparte, lo l¨®gico es que cada cual se lamente de sus molestias. Al catalanismo le duele tener poco poder y una cultura que resiste en vez de expandirse. Al Gobierno catal¨¢n le paraliza soportar una p¨¦sima financiaci¨®n. Bienaventurados los enfermos que disponen de un diagn¨®stico fiable, porque de ellos es el reino de la raz¨®n cient¨ªfica. El problema son los dem¨¢s, los malos, los que sufren lipotimias por la calle sin poder ni siquiera decir que est¨¢n bajos de presi¨®n porque el certificado m¨¦dico lo niega. El doctor Buenafuente podr¨ªa abrir un turno de llamadas para responder a la pregunta ?por qu¨¦ Catalu?a se encuentra mal? Mientras sus telefoneantes no encuentren la verdad, tendremos que conformarnos con la ¨²ltima modernidad conceptual americana, seg¨²n la cual la percepci¨®n es la realidad, o la realidad es su percepci¨®n, que para el caso es lo mismo. Pues eso. Quien dice estar enfermo, puede estar poco explorado. Quien se cree enfermo, tiene por lo menos la enfermedad de creerse enfermo, que tal vez no mate pero fastidia lo suyo.
Ahora que ya hemos descubierto una dolencia real -Catalu?a est¨¢ enferma de creerse enferma-, busqu¨¦mosle el remedio apropiado. Si en Madrid se avinieran a autorizar referendos auton¨®micos, Catalu?a tendr¨ªa posibilidades de curarse. No votando por o contra la independencia como los quebequeses del Quebec, sino aprobando, esperemos que por unanimidad, la conversi¨®n de la presidencia de la Generalitat en vitalicia, por lo menos mientras Dios d¨¦ vida a Pujol. Cuando ¨¦l no est¨¦ sabremos lo que es sufrir de veras, lo lacerante que es quejarse sin tener de qu¨¦ quejarse.
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