AS? HABLA... La copla andaluza (2) Un campo minado por la ambig¨¹edad
RA?CESNos introduc¨ªamos la semana pasada en el universo de la copla andaluza, un campo minado por la ambig¨¹edad y la confusi¨®n teminol¨®gica. Pero pocas veces tendremos ocasi¨®n como ¨¦sta para seguir el rastro a una evoluci¨®n de conceptos en permanente disputa, por lo menos a lo largo de este siglo, y en torno a un asunto de tanta relevancia.La sem¨¢ntica y la lexicolog¨ªa est¨¢n en pa?ales en lo que se refiere al habla andaluza. El futuro, no obstante, est¨¢ lleno de sorpresas para cuando los investigadores quieran tomarse en serio el abundante prtrimonio de las palabras andaluzas y el mundo de los conceptos, las ideas, las creencias... en la sem¨¢ntica del andaluz.
?A qu¨¦ nos referimos hoy cuando decimos copla? A lo que cantan, o cantaban, artistas tan renombrados como Miguel de Molina, Concha Piquer, Marif¨¦ de Triana... Pero no siempre fue esto as¨ª, ni mucho menos. En principio, conviene recordar que, en su acepci¨®n b¨¢sica, se trata de una estrofilla de cuatro versos octos¨ªlabos, con rima asonante en los pares: A la carse me yevaron / y no me mat¨® er dol¨®. / Er viv¨ª con tu recuerdo / me alegraba er coras¨®n.
Sin embargo, esto no es m¨¢s que una denominaci¨®n t¨¦cnica, que se basa, desde luego, en la abundancia de esta forma m¨¦trica en los cantes flamencos. Con todo, conviene no olvidar tampoco que ese mismo molde es la base del romance, el metro popular por antonomasia. Aqu¨ª empiezan las concomitancias entre flamenco y folclor, tal como lo escrib¨ªa el padre de los Machado, para quien esta noble palabra se ocupaba de todo el saber popular.
Hasta los a?os treinta, copla era, pues, sin¨®nimo de flamenco. Pero ya en esa ¨¦poca hab¨ªan ocurrido muchas cosas que hab¨ªan revuelto el panorama de un modo extraordinario. En esas primeras d¨¦cadas del siglo, el ¨¦xito de otro g¨¦nero diferente, el cupl¨¦, fue de tal naturaleza que acab¨® contamin¨¢ndolo todo. Es lo que Caro Baroja llama el "cupl¨¦ pseudoparisino", cuya adaptaci¨®n al espa?ol se hizo, naturalmente, en series de octos¨ªlabos asonantados, principalmente. Este brillo del cupl¨¦ se sumaba al de la tonadilla esc¨¦nica, una especie de hermana pobre de la zarzuela, y por tanto otro musical popular cuyos antecedentes eran las fantas¨ªas l¨ªricas o estampas l¨ªricas.
Pero muchas "tonadilleras" eran tambi¨¦n "cupletistas", y algunas, sobre todo las de origen andaluz, cantaban tambi¨¦n coplas, es decir, lo que hoy llamamos flamenco, en los caf¨¦s cantantes de la ¨¦poca. Un ejemplo caracter¨ªstico de nuestros d¨ªas ser¨ªa el de Roc¨ªo Jurado. De estas mezclas y circunstancias viene toda la algarab¨ªa nominal.
Los artistas cultos, como Lorca, Falla o Alberti, sufrieron lo indecible hasta acertar con las palabras a lo que ellos mismos hac¨ªan, con sus incorporaciones neopopulistas. Y yo creo que no acertaron. Pues querer distinguir, por ejemplo, entre flamenco y cante jondo, result¨® a la larga tan loable como inoperante. Hoy llamamos flamenco a todos los estilos o palos que se dan en el universo del cante andaluz, y ya ni la distinci¨®n entre grande y chico convence.
A. R. ALMOD?VAR
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