Profesores de Secundaria se quejan de la tensi¨®n que generan los alumnos obligados a estudiar La vida en los centros est¨¢ llena de peque?os incidentes que interrumpen el trabajo en clase
El Defensor del Pueblo andaluz, Jos¨¦ Chamizo, alert¨® hace d¨ªas del incremento de la violencia en las aulas de la comunidad; dos d¨ªas despu¨¦s, la consejera de Educaci¨®n, C¨¢ndida Mart¨ªnez, le replicaba diciendo que su departamento s¨®lo hab¨ªa recibido este curso 180 denuncias sobre violencia en centros educativos (30% m¨¢s que en el a?o 1998-99), y que s¨®lo tres acabaron en los tribunales. Para los profesores, ¨¦sta es la parte visible de un problema muy frustrante. Las interrupciones, los malos modos y una creciente violencia de baja intensidad se adue?an de un tiempo que deber¨ªa estar dedicado, sobre todo, a ense?ar.
La LOGSE, la nueva ley de educaci¨®n aprobada a finales de los ochenta, ampli¨® la educaci¨®n obligatoria de los 14 a?os a los 16 y muchos de los que antes abandonaban los estudios tienen ahora que aguantar dos a?os m¨¢s. Tanto el Defensor del Pueblo andaluz como muchos profesores de Secundaria creen que aqu¨ª es donde hay que tomar alguna medida, y pronto. Chamizo manifest¨® en la presentaci¨®n de su informe anual de 1999 que la violencia crece d¨ªa a d¨ªa y que "la escolarizaci¨®n obligatoria hasta los 16 a?os est¨¢ creando muchos problemas". Crist¨®bal L¨®pez, profesor y director de un instituto de Granada, cree que, en general, "la LOGSE no da respuesta a quienes con 14 a?os est¨¢n obligados a asistir a clase pero no quieren estudiar con regularidad". Para L¨®pez, son demasiados los estudiantes ociosos y sin ganas de estar en clase. Esta ociosidad genera, seg¨²n ¨¦l, "sobre todo tensi¨®n, aunque a veces, esta tensi¨®n se transforma en agresividad y violencia".Despistados a la fuerza
Cualquier profesor puede hoy d¨ªa contar casos en los que ha tenido que hacerse el tonto para no tener que responder a las provocaciones de alg¨²n alumno. Ayer mismo, Pilar, una profesora de m¨²sica en otro instituto de Granada tuvo que aguantar que un estudiante le dijera: "Est¨¢s aqu¨ª porque te pagan, sino no estar¨ªas con nosotros". Pero no siempre es posible hacerse el despistado. Jes¨²s es profesor de Secundaria desde hace ocho a?os. Nunca hab¨ªa tenido problemas con los estudiantes hasta hace apenas dos semanas. Jes¨²s tuvo que amonestar a un alumno de 4? de Ense?anza Secundaria Obligatoria (ESO) porque ¨¦ste se hab¨ªa ido del aula en mitad de una clase de otro profesor. Cuando Jes¨²s, tutor del chico, el jefe de estudios y el joven buscaban una soluci¨®n y un porqu¨¦ a esa actitud, el chico intent¨® pegarle un pu?etazo al profesor. A punto de golpearle, se lo pens¨® mejor y descarg¨® su ir¨¢ sobre un mueble. Una simple charla ha sido el remedio para el caso y el chico sigui¨®, y sigue hoy, entrando a clase. Varias amenazas del tipo "ten cuidado conmigo" durante esos d¨ªas, han llevado al profesor al m¨¦dico, que le ha diagnosticado un s¨ªndrome ansioso que lo mantiene alejado del instituto hasta el pr¨®ximo curso.
Estos casos son extremos pero est¨¢n adquiriendo m¨¢s protagonismo de la cuenta; tanto como que las 180 denuncias ante la Consejer¨ªa suponen casi una denuncia por d¨ªa. Pero, con todo, no es esto lo que m¨¢s desanima a los profesores. El d¨ªa a d¨ªa est¨¢ jalonado aqu¨ª y all¨¢ de problemas de convivencia, m¨¢s o menos peque?os, originados por alumnos que no tienen ganas de estudiar. Adem¨¢s del des¨¢nimo por dedicar cada vez m¨¢s horas a rega?ar y no ense?ar, los profesores est¨¢n cogiendo miedo y son cada vez m¨¢s quienes tienen pesadillas con alg¨²n alumno.
Otro profesor de un instituto de Secundaria de la provincia de Ja¨¦n reconoce que la violencia de baja intensidad que se asoma a los institutos es "muy perniciosa", provoca un enfrentamiento permanente entre profesor y alumno, parece gustar a algunos chicos y pone al docente al l¨ªmite de su paciencia y de su profesionalidad: "Es lo m¨¢s malvado, porque va destruyendo la integridad de los profesores poco a poco". El profesor defiende su teor¨ªa poco despu¨¦s de salir de una clase en la que ha tenido que enfrentarse a un alumno que "da todo por perdido para este curso" y que ya s¨®lo pretende entretenerse mientras llegan las vacaciones de verano.
Cuando la tensi¨®n da paso a algo m¨¢s, los institutos tienen como norma b¨¢sica la Carta de Derechos y Deberes de los Alumnos. Promulgada por la Consejer¨ªa y modificada por ¨²ltima vez en abril de 1999, el propio Defensor considera que ¨¦sta modificaci¨®n ha servido para ofrecer "mecanismos m¨¢s ¨¢giles y eficaces para afrontar el creciente problema de la indisciplina y la violencia en los centros docentes". El profesor de Ja¨¦n, sin embargo, no est¨¢ tan seguro que ¨¦sta sea la medida m¨¢s apropiada, ni siquiera cree que existan normas adecuadas: "Los alumnos saben que no les va a ocurrir nada porque los castigos que hay en los institutos actuales no sirven para nada". Por ejemplo: el alumno que intent¨® agredir a Jes¨²s a¨²n no ha recibido ning¨²n castigo, ni se vislumbra alguno.
Violencia entre iguales
Los profesores no son los ¨²nicos objetivos de esta agresividad que se hace hueco en los institutos. La situaci¨®n se enrarece incluso entre los mismos estudiantes. Tanto que algunos centros educativos han comenzado a instalar c¨¢maras de vigilancia para grabar todo lo que ocurre en sus entradas o a contratar guardias de seguridad que impidan altercados entre pandillas. El Instituto Murillo de Sevilla plantific¨® una c¨¢mara de v¨ªdeo en su entrada "para evitar robos y peleas entre alumnos del centro y otros de fuera que ven¨ªan a pegarles", dice una profesora que ense?a en el centro desde hace una d¨¦cada. Crist¨®bal L¨®pez indica una tendencia que no se ve¨ªa antes: "Los alumnos sentencian todo ahora con un 'nos vemos en la calle' para resolverlo luego a tortazo limpio".
La profesora del Murillo cree que la ra¨ªz del problema est¨¢ en la "falta de educaci¨®n por parte de los padres y en la autoridad que se le ha quitado a los profesores". Seg¨²n esta docente, hasta no hace mucho, cuando un profesor citaba a un padre para hablar de los problemas de su hijo, "el padre lo pon¨ªa firme; ahora eso no ocurre", dice mientras recuerda el caso de un padre que "le hab¨ªa prometido una semana en la sierra a su hijo si s¨®lo suspend¨ªa cinco asignaturas". Crist¨®bal L¨®pez opina que, adem¨¢s, "no hay respeto ni valoraci¨®n social del trabajo de los profesores".
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