Una oportunidad: el Consejo del Audiovisual JORDI S?NCHEZ
El nacimiento del Consejo del Audiovisual de Catalu?a (CAC) ha sido el resultado de un consenso parlamentario. Esta elevada unanimidad en torno a la aprobaci¨®n de una ley refleja la importancia en el plano simb¨®lico y real otorgado a este consejo por parte de todos los grupos pol¨ªticos presentes en el Parlament. Si bien es cierto que en Catalu?a el CAC existe desde 1997 hay que recordar que sus competencias eran muy reducidas. Probablemente sin el trabajo de los primeros integrantes del CAC -la mayor¨ªa de los cuales no formar¨¢n parte de este organismo en su nueva etapa- hoy no tendr¨ªamos un renovado Consejo del Audiovisual con muchas m¨¢s competencias y recursos que su predecesor. El trabajo del antiguo CAC sirvi¨® para hacer visible y necesario a los ojos de muchos (profesionales de la comunicaci¨®n, universitarios, agentes sociales, clase pol¨ªtica) un organismo de estas caracter¨ªsticas. En realidad el antiguo CAC ten¨ªa todos los n¨²meros para sucumbir en el olvido y pasar a ser uno de tantos entes p¨²blicos creados para satisfacer compromisos gubernamentales con grupos pol¨ªticos de la oposici¨®n o con otros actores sociales, con un exceso de coyunturalidad y sin ninguna pretensi¨®n de futuro, y en muchos casos tambi¨¦n sin ninguna pretensi¨®n de utilidad p¨²blica. Pero la realidad fue, afortunadamente, otra.El primer CAC fue molesto en muchas de sus actuaciones, especialmente en aquellas que ven¨ªan a cuestionar con datos concretos la permanente autosatisfacci¨®n y acriticidad con la cual una buena parte de nuestra clase pol¨ªtica y tambi¨¦n de nuestra sociedad reflexiona sobre la programaci¨®n y el contenido de nuestra televisi¨®n p¨²blica. Ser molesto no es en principio ninguna virtud, pero sin lugar a dudas en un escenario pol¨ªtico como el catal¨¢n donde nunca o casi nunca pasa nada y donde no hay una cultura institucional cr¨ªtica con la propia realidad, el trabajo del CAC supuso un cierto aire fresco rejuvenecedor para nuestro sistema. El antiguo CAC supo cortar el cord¨®n umbilical que le un¨ªa al Gobierno. No es ¨¦ste un dato menor ya que todos sus miembros fueron nombrados mediante decreto gubernamental, si bien algunos de ellos lo fueron a sugerencia de la Federaci¨®n y la Asociaci¨®n Catalana de Municipios en una acci¨®n encubierta para dar cabida a representantes sugeridos por la oposici¨®n. A pesar de todo, las actuaciones realizadas durante estos dos a?os largos de mandato del CAC -visibles en los informes publicados, en los estudios encargados y en la toma p¨²blica de posiciones ante determinados temas- mostraron una gran dosis de independencia de criterio y rigor intelectual. Una buena combinaci¨®n para dignificar cualquier instituci¨®n y muy especialmente una reci¨¦n creada. Esa labor hay que atribu¨ªrsela muy directamente, aunque no exclusivamente, a su presidente, Llu¨ªs de Carreras. Es verdad que su mandato ha sido percibido excesivamente presidencialista y que ha jugado un papel protagonista que a muchos a disgustado en exceso. Tanto ha disgustado que hay quien dice que la reprimenda recibida desde el Gobierno catal¨¢n ha sido excluirle para presidir la nueva etapa del CAC. En cualquier caso es de recibo reconocer p¨²blicamente una labor realizada -en algunos casos contra viento y marea- por todo un equipo encabezado por su presidente y gracias a la cual, insisto, hoy nos disponemos a inaugurar un nuevo Consejo del Audiovisual de Catalu?a.
Es cierto que este nuevo Consejo del Audiovisual no es el mejor, simplemente es el posible. Y como tal, no est¨¢ nada mal. Como bien saben los parlamentarios que han trabajado en la ponencia, no hay un ¨²nico modelo donde acogerse para impulsar nuestro propio Consejo del Audiovisual. No es ning¨²n secreto que el nuevo organismo no ha satisfecho las expectativas que algunos -particularmente los profesionales de la comunicaci¨®n- ten¨ªan sobre qu¨¦ funciones y composici¨®n deber¨ªa de tener el nuevo consejo. Pero tampoco hay que esconder que este organismo representa un paso importante en la consolidaci¨®n de una autoridad del audiovisual en Catalu?a con autonom¨ªa suficiente respecto a la Administraci¨®n (la independencia plena nunca existe) y con posibilidad de ser un contrapeso eficaz a la tendencia de la Administraci¨®n a intervenir en exceso y no siempre transparentemente ya sea en la concesi¨®n-renovaci¨®n de licencias como en los contenidos informativos y de programaci¨®n de los medios p¨²blicos. El modelo franc¨¦s tiene un gran atractivo y qu¨¦ duda cabe de que el nuestro se ha quedado a cierta distancia del mismo. Menos competencias y sobre todo menos recursos para actuar. Pero no hay que menospreciar lo que la ley aprobada por unanimidad el pasado abril prev¨¦ para nuestro CAC. El ¨¦xito o el fracaso del mismo no depender¨¢ tanto de su semejanza o diferencia con el hom¨®logo franc¨¦s, sino de c¨®mo realice sus funciones y muy especialmente de la capacidad de mantener la independencia de criterios y la honestidad intelectual en su trabajo.
El nuevo CAC merece una oportunidad antes de ser juzgado, como tambi¨¦n la merecen los nueve consejeros y su nuevo presidente, Francesc Codina. Es cierto que de entrada el perfil de diputado (y diputado muy activo, por cierto) no parece ser la mejor credencial para un cargo como el de presidente del CAC, que exige imponer respeto y garant¨ªa de pluralidad. Pero tampoco Llu¨ªs de Carreras era una persona ajena a la actividad pol¨ªtica ya que desde 1980 ocup¨® cargos de responsabilidad pol¨ªtica en diversos organismos de la Generalitat. Y sin embargo imprimi¨® car¨¢cter a su nueva funci¨®n. Car¨¢cter que tambi¨¦n hay que esperar que lo imprima, aunque con estilo diferente, Francesc Codina. La sociedad catalana necesita abrir con urgencia una nueva etapa en todo el conglomerado audiovisual. Es una evidencia que en ese horizonte el CAC es una pieza fundamental -no la ¨²nica- desde donde construir la confianza y el consenso entre el sector empresarial, los profesionales de la comunicaci¨®n, la Administraci¨®n, la clase pol¨ªtica y la sociedad en general. ?se es el reto del nuevo Consejo del Audiovisual de Catalu?a y de sus aciertos depender¨¢n tambi¨¦n los aciertos en otros organismos como la CCRTV (Televisi¨® de Catalunya y Catalunya R¨¤dio) y viceversa.
Jordi S¨¢nchez es miembro del Consejo de Administraci¨®n de la CCRTV.
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