El gran gatillazo
Espa?a, encogida y sin recursos, se estrella ante un adversario discret¨ªsimo, Noruega, que no atac¨® jam¨¢s
Las cosas son como acaban, pero Espa?a tiene todos los n¨²meros para terminar mal en la Eurocopa. Nada que ver con las expectativas que hab¨ªa despertado un equipo que fracas¨® frente a Noruega. Del partido quedar¨¢n varios asuntos para el an¨¢lisis y una jugada para la p¨¦sima historia de la selecci¨®n en los arranques de los grandes torneos. El pu?etazo al aire de Molina acompa?ar¨¢ en la memoria al error de Carde?osa frente a Brasil en el Mundial 78 y al gol que recibi¨® Arconada ante Francia en la Eurocopa 94. Fue la torpeza definitiva en un partido estragante por malo. La selecci¨®n, que hab¨ªa dado s¨ªntomas de decaimiento en los ¨²ltimos d¨ªas, jug¨® con una timidez insuperable, sin recursos para superar a un adversario discret¨ªsimo que se defendi¨® con orden y no atac¨® jam¨¢s. Noruega remat¨® dos veces. Iversen convirti¨® en gol el error de Molina y Flo envi¨® al larguero un cabezazo en el primer tiempo. Pero la escas¨ªsima producci¨®n de los noruegos en ataque, tampoco signific¨® que atravesaran por problemas en su ¨¢rea. Espa?a fue v¨ªctima de un juego predecible, de la inmovilidad general, de una falta de car¨¢cter que result¨® escandalosa en algunos jugadores y de la p¨¦sima actuaci¨®n de casi todos. El resultado s¨®lo vino a castigar la distancia entre las expectativas generadas y la mediocre realidad que se observ¨® en Rotterdam.La Eurocopa, como el Mundial, es una competici¨®n para adultos, para jugadores que son capaces de expresar lo mejor de su talento en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles. No es un torneo para futbolistas angustiados o d¨¦biles, defectos que se apreciaron en abundancia ayer. Dos a?os de excelentes resultados y buen f¨²tbol no han sido suficientes para transmitir un car¨¢cter ganador. Quiz¨¢ ahora, cuando la proximidad de la eliminaci¨®n es evidente, se instale el vigor necesario para jugar con alguna garant¨ªa.
Ning¨²n reproche a la alineaci¨®n. Estos jugadores lo hab¨ªan hecho estupendamente durante los dos ¨²ltimos a?os y Camacho estaba en todo su derecho a renovarles la confianza. Otro asunto es la flojera de algunos durante la temporada. Flojera sospechosa de Urzaiz y Etxeberria, de Valer¨®n y de Molina, de Aranz¨¢bal. Pero todos ellos hab¨ªan encontrado en la selecci¨®n el agradable h¨¢bitat que les faltaba en sus equipos. Llegado el momento, todos ellos se hundieron lastimosamente, de una manera tan flagrante que cuesta creer en su recuperaci¨®n para las dif¨ªciles empresas que se avecinan.
Lo ¨²nico cierto con respecto a las previsiones es que el encuentro fue un choque de estilos. Espa?a tuvo la pelota y Noruega tir¨® algunas pedradas. Todo eso estaba en el gui¨®n, donde no figuraba la desesperante horizontalidad de la selecci¨®n, plana y sin vitalidad. S¨®lo un jugador estuvo a la altura de las circunstancias. Hierro, que hab¨ªa sido objeto de debate, pareci¨® un hombre entre ni?os. Cabece¨® sin tacha frente a Iversen y Flo, intercept¨® los pocos ataques noruegos y movi¨® la pelota con la seguridad que se requer¨ªa. A su alrededor, unos jugaron mal y otros desaparecieron. Guardiola nunca pudo dirigir con comodidad. No logr¨® asociarse con Valer¨®n, no encontr¨® a Fran y jam¨¢s dispuso de Etxeberria en la banda derecha. Lo m¨¢s decepcionante de jugadores como Etxeberria no fue su p¨¦simo partido, sino su falta de atrevimiento para intentar una jugada. Una. Jugador tenaz por naturaleza, de repente se quebr¨®. No tir¨® un regate, no desbord¨®, no se desmarc¨® y no lleg¨® nunca a la l¨ªnea de fondo. Etxeberria fue un s¨ªntoma de lo que sucedi¨® al equipo en todas las l¨ªneas.
Valer¨®n tampoco dio una salida a Guardiola. Tambi¨¦n se vio superado por la trascendencia. Y Fran jug¨® agarrotad¨ªsimo, como un novato. El n¨²mero de factores negativos se extendi¨® a la delantera, donde Urzaiz pas¨® como un espectro. Y Ra¨²l apenas tuvo incidencia. Se le vio sin la energ¨ªa de costumbre, sin el carburante necesario para tirar del carro. Aun as¨ª, Ra¨²l protagoniz¨® las mejores acciones en el ¨¢rea, especialmente un inesperado mano a mano con el portero. Conocida su precisi¨®n en esas cuestiones, result¨® sorprendente que su remate se escapara por un palmo.
La banalidad del juego espa?ol se hizo tan evidente que el empate parec¨ªa cantado. Los noruegos parec¨ªan satisfechos con el resultado, o al menos eso pod¨ªa deducirse de su retirada a los cuarteles en el segundo tiempo. Si en la primera parte hab¨ªan colgado alg¨²n ollazo, en la segunda dedicaron todos sus esfuerzos a taparse en su campo. Apenas se vieron los temidos pelotazos a Flo, ni tampoco la agresividad anunciada. En defensa se puede decir que cumplieron con nota. Trazaron dos l¨ªneas paralelas y muy juntas en su campo, con un resultado intachable. Espa?a no encontr¨® una fisura ni a tiros, en buena parte por la cansina elaboraci¨®n del juego y tambi¨¦n por el estupor que se apoder¨® de los jugadores. Derretidos en su gran mayor¨ªa, el partido se encaminaba al empate cuando se produjo el gol noruego. Con decir que naci¨® de una falta de Urzaiz a uno de los centrales junto al ¨¢rea noruega, est¨¢ dicho todo. El portero sac¨® la falta, puso la pelota en el v¨¦rtice izquierdo del ¨¢rea y hasta all¨ª lleg¨® Molina sin que nadie le hubiera llamado. Era un bal¨®n dividido entre Iversen y Paco, pero Molina se decidi¨® a lanzar un magn¨ªfico pu?etazo al aire. Sin querer, y sin saber donde estaba la porter¨ªa, Iversen toc¨® con la cabeza el bal¨®n, que se dirigi¨® irremediablemente hacia la red.
Del gol s¨®lo se puede decir que tuvo un car¨¢cter ejemplar. Castigaba a Espa?a como se merec¨ªa por su p¨¦simo juego. Camacho decidi¨® modificar su plan. No le quedaba m¨¢s remedio. Retir¨® a Fran y Etxeberria y dio entrada a Alfonso y Mendieta. Uno por habilidad y el otro por verticalidad, pusieron en dificultades a la defensa noruega en los ¨²ltimos minutos. Pero la angustia presid¨ªa a la selecci¨®n. No estaba para gestas. Estaba para lo que sucedi¨®: el gran gatillazo.
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