Flor¨®n y emblema de la aristocracia
Considerado como una de las joyas madrile?as, el parque de El Capricho fue adquirido a los condes de Priego y de Barajas por los duques de Osuna, los T¨¦llez-Gir¨®n, en 1783. Pose¨ªan entonces una de las fortunas m¨¢s cuantiosas del mundo. Descend¨ªan de un cortesano medieval que, en una feroz batalla, cedi¨® su caballo a su descabalgado rey. ?ste, tras abrirle con la lanza un jir¨®n en la ropa para reconocerle luego, pudo huir y le ennobleci¨® tras la batalla. Descend¨ªan asimismo del virrey de N¨¢poles que en 1600 cay¨® en desgracia bajo el reinado de Felipe III, acusado de conspirar para erigirse en rey del sur de Italia. El Capricho hab¨ªa sido concebido por sus due?os como flor¨®n y emblema magnificente del poder del linaje de los Osuna y, por extensi¨®n, de la altiva aristocracia espa?ola. Osados con las armas, temerarios en pol¨ªtica y pr¨®digos con el dinero, los herederos ducales se arruinaron. Antes se hab¨ªan rodeado de artistas como Francisco de Goya, autor de 12 cuadros de la familia ducal. El ¨²ltimo eslab¨®n de esa estirpe, Mariano T¨¦llez-Gir¨®n, muri¨® sin descendencia en 1844. El parque recuerda en dos monolitos un acontecimiento hist¨®rico. Sobre dos promontorios, separadas 20 pasos, se yerguen dos columnas coronadas por dos estatuas que se dan la espalda. Representan el duelo a pistola, a 20 pasos de distancia, librado en 1868 entre Enrique de Borb¨®n y el duque de Montpensier. El infante hab¨ªa tildado al duque de pastelero. Borb¨®n fue mortalmente herido. Montpensier huy¨® a Francia.
El honor le cost¨® al duque el trono de Espa?a, al que aspiraba.
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