Las dos Coreas acuerdan reunir a las familias separadas por la guerra y liberar a los presos
Kim Jong-il, el comunista norcoreano, y Kim Dae-jung, el prooccidental surcoreano, dieron ayer un primer paso hacia la reconciliaci¨®n entre las dos Coreas, separadas desde la guerra civil (1950-1953). El primero acept¨® anoche firmar un acuerdo que prev¨¦ el reencuentro, de aqu¨ª a dos meses, de las familias separadas por la contienda, y el segundo accedi¨® a liberar a los agentes comunistas encarcelados en el sur. Al margen de estas medidas concretas, ambos se comprometen a "resolver la cuesti¨®n de la reunificaci¨®n de forma independiente y a trav¨¦s de los esfuerzos conjuntos del pueblo coreano".
Kim Dae-jung podr¨¢ anunciar hoy, a los miles de ancianos surcoreanos que anhelan desde hace 50 a?os volver a ver a sus hermanos o a sus hijos, que, por fin, su sue?o puede ser realidad el 15 de agosto, la fiesta que conmemora en ambas Coreas el fin de la ocupaci¨®n japonesa en 1945. Para que su sue?o se haga del todo realidad hace falta que, en tan corto plazo de tiempo, sus familiares en el Norte hayan podido ser localizados y advertidos de la inminencia de la cita, algo dif¨ªcil porque la administraci¨®n comunista no trabaja con diligencia. El reencuentro no significar¨¢ la reunificaci¨®n familiar porque, tras la reuni¨®n, unos y otros volver¨¢n a sus respectivas casas a ambos lados del paralelo 38, que divide a la pen¨ªnsula.Kim Dae-jung excarcelar¨¢, a cambio, a los "inquebrantables comunistas", seg¨²n reza el comunicado final. Son varias decenas de agentes norcoreanos que se infiltraron estos ¨²ltimos a?os en el Sur para espiar o perpetrar sabotajes. Ha aceptado, adem¨¢s, que el proceso de reunificaci¨®n se lleve a cabo de forma "independiente", en una clara alusi¨®n a la presencia en Corea del Sur de 37.000 soldados norteamericanos cuya retirada exige el Norte.
La ansiada reunificaci¨®n se har¨¢, adem¨¢s, prosigue el acuerdo, teniendo en cuenta la propuesta de Se¨²l de poner en pie una confederaci¨®n y la de Pyongyang de crear una federaci¨®n mucho mas laxa. La s¨ªntesis parece tambi¨¦n harto complicada de conseguir. Los dos Kim retomar¨¢n la discusi¨®n en la visita que har¨¢ a Se¨²l el l¨ªder norcoreano.
Equipo conjunto para Sydney
El compromiso alcanzado no menciona, sin embargo, varias de las propuestas concretas que los surcoreanos pusieron sobre el tapete, como el establecimiento de un tel¨¦fono rojo entre Se¨²l y Pyongyang para situaciones de emergencia, o la apertura en ambas capitales de oficinas de enlace, paso previo a la inauguraci¨®n de embajadas. S¨ª se estudiar¨¢, en cambio, la creaci¨®n de equipos conjuntos para participar en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney.
A pesar de ello, el presidente surcoreano se despidi¨® anoche de sus anfitriones con un discurso emocionado en el que calific¨® de "¨¦xito" la cumbre, la primera en 50 a?os. "Por primera vez", afirm¨®, "el pueblo coreano puede vislumbrar un brillante futuro". Y concluy¨®: "Antes de que transcurra mucho tiempo seremos capaces de alcanzar el objetivo de la unificaci¨®n", y "todos nosotros debemos trabajar para desmantelar los muros de mutua desconfianza que hemos erigido a lo largo de medio siglo".
Su optimismo estuvo motivado por la actitud cordial y hospitalaria de su anfitri¨®n. A su regreso a su palacio, el martes por la noche, Kim Jong-il, de 58 a?os, puso la televisi¨®n, seg¨²n cont¨® a sus interlocutores sorprendidos, y en vez de elegir entre los dos pl¨²mbeos canales de su pa¨ªs, sintoniz¨® los del Sur, que sus s¨²bditos no pueden captar porque "s¨®lo propagan mentiras".
"La noticia m¨¢s impresionante" en la televisi¨®n, les dijo a Kim Dae-jung y a su s¨¦quito, "era sobre las familias separadas y los fugitivos del Norte, que manifestaban su ansiedad y su esperanza de tener noticias de sus lugares de origen, de sus familias en el Norte". "Vi a algunos que sollozaban ante la c¨¢mara". La televisi¨®n surcoreana ha multiplicado en estos d¨ªas las entrevistas con miembros de familias divididas que, tras la cumbre, cobijan la esperanza de reencontrarse con sus parientes, de los que guardan viejas fotograf¨ªas arrugadas.
Ayer ya hubo en Pyongyang un primer reencuentro emotivo, aunque no fue entre familiares. Lee Hee-ho, la mujer del presidente surcoreano, recibi¨® en un hotel la visita de una anciana de 85 a?os, Kim Ji-han, que fue su profesora de matem¨¢ticas en el Instituto de Ewha en Se¨²l.
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