El zoco de las emociones
A ritmo de flamenco, la trapecista Camilladesailes se balancea en el aire y se cuelga boca abajo de un solo pie mientras el espectador ahoga un grito de angustia. Le sucede en escena una compa?era de g¨¦nero, catalana como ella aunque haya escogido tambi¨¦n un ex¨®tico nombre art¨ªstico, Alouetta. Sus piruetas despiertan admiraci¨®n rubricada con aplausos. A continuaci¨®n, un tr¨ªo de actores camuflados tras una tostada gigante coquetean en clave de humor. El p¨²blico da rienda suelta a la carcajada, presurosa por estallar. Pero hay un inmediato cambio de tercio, porque la m¨²sica ¨¦tnica de Harm¨°nics no hace re¨ªr, sino pensar. Son cuatro escenas de lo que La Marat¨® de l'Espectacle, celebrada este fin de semana en el Mercat de les Flors, dio de s¨ª en su primera sesi¨®n. Por obra y gracia de la cantidad y variedad de los espect¨¢culos presentados, el Mercat se convirti¨® en un aut¨¦ntico zoco de las emociones, donde se pod¨ªa pasar de la alegr¨ªa a la angustia sin apenas transici¨®n.En cada edici¨®n, el viernes suele ser el d¨ªa m¨¢s relajado en cuanto a volumen de p¨²blico. Este a?o, en el que se celebra el 17? aniversario, el primer d¨ªa de La Marat¨® congreg¨® a un buen n¨²mero de espectadores, pero no hubo que cerrar taquillas porque la Sala Maria Aur¨¨lia Capmany, donde se presentan el grueso de las actuaciones, no se llen¨®. En los ¨²ltimos a?os, las limitaciones de espacio del Mercat han modificado el car¨¢cter deambulante que se hab¨ªa forjado tiempo atr¨¢s La Marat¨®. Entonces, el p¨²blico pasaba por los diferentes escenarios, y el ambiente festivo se acrecentaba con las actuaciones callejeras. Todo apunta a que este esp¨ªritu se recuperar¨¢ el a?o pr¨®ximo, cuando las obras de la Ciutat del Teatre hayan concluido.
Mientras tanto la oferta se ha concentrado, y como consecuencia de ello las compa?¨ªas participantes tienen m¨¢s posibilidades de llegar al m¨¢ximo de p¨²blico. El espectador ha ganado en reposo y la t¨®nica dominante suele ser la de permanecer largo rato sentado en la butaca. La recompensa m¨¢s gratificante son peque?os hallazgos, a veces por pulir, como los que el viernes por la noche proporcionaron diversas compa?¨ªas. Entre ellas, los madrile?os Morocha Mordaz, un at¨ªpico grupo de danza que combina el movimiento con el sonido obtenido al utilizar el propio cuerpo de los bailarines a modo de tambor. Teatre de Guerrilla repiti¨® por segundo a?o, y su espect¨¢culo c¨®mico Som i serem consigui¨® uno de los momentos m¨¢s c¨¢lidos de la noche, no en vano el p¨²blico de La Marat¨® espera como agua de mayo las propuestas que le hacen re¨ªr. Tambi¨¦n lograron la carcajada los dos componentes de la checa La Soci¨¦t¨¦ des Mimes con una parodia centrada en las peripecias de dos hombres hospitalizados y sus dificultades motrices, servida con mucho gusto. En una de las aportaciones m¨¢s arriesgadas, la trapecista Laura Jard¨ª hizo honor al t¨ªtulo de su montaje, Vull volar, y el sonoro aplauso del p¨²blico recompens¨® su valent¨ªa.
El mayor atractivo de La Marat¨® reside en permitir que el espectador deguste un men¨² esc¨¦nico poco habitual; muchos grupos son novatos en los escenarios, y conmueve ver el volumen de compa?¨ªas aspirantes al ¨¦xito, muchas de las cuales se quedar¨¢n sin duda por el camino ante la incapaciad de los circuitos comerciales para absorber tantas producciones. Otro de los alicientes para el p¨²blico consiste en poder incorporarse cuando quiera a la ecl¨¦ctica funci¨®n. Del mismo modo, puede tomarse un respiro cuando le apetezca.
En este caso, las posibilidades son muchas: en el vest¨ªbulo del Mercat el espect¨¢culo contin¨²a, y en ¨¦l se dan cita las compa?¨ªas especializadas en la animaci¨®n. ?ste es tambi¨¦n el marco para que artistas de diferente signo muestren al p¨²blico sus habilidades, que abarcan desde la poes¨ªa visual a las instalaciones, entre ellas la de un creador franc¨¦s especialista en esculturas de chicle. Otra de las alternativas consiste en disfrutar de la sesi¨®n continua de cine y v¨ªdeo programada en la Sala Sebasti¨¤ Gasch. Aunque son minor¨ªa, para algunos espectadores la verdadera Marat¨® se desarrolla justamente en este improvisado cine, que en la noche del viernes al s¨¢bado ofreci¨® una treintena de t¨ªtulos, algunos de ellos de factura internacional.
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