La paga de beneficios
Un rifirrafe entre dos concejales socialistas del Ayuntamiento de Alicante ha desvelado p¨²blicamente que ciertos ediles de esa corporaci¨®n, y el alcalde entre ellos, perciben pagas anuales de beneficios a cargo de las empresas mixtas Aguas Municipalizadas de dicha ciudad y Emerasa. Los beneficiarios reba?an unas 600.000 pesetas por cabeza de la primera de tales compa?¨ªas y 400.000 de la segunda. Cuando el regidor agraciado es de Esquerra Unida ya se sabe que no toca un c¨¦ntimo, pues buena parte del sueldo y de otras retribuciones eventuales, como ¨¦sta, afluyen al partido, detalle que debemos constatar para matizar las posibles codicias, ya que no las responsabilidades a que hubiere lugar.Ignoramos si este momio es com¨²n y corriente en otros consistorios o, si si¨¦ndolo, se tipifica de manera m¨¢s sofisticada, como pueda ser el camuflaje de la bicoca en forma de dietas o viajes al Caribe para compartir bondades y beldades en compa?¨ªa de Curro. Lo bien cierto es que esta paga, llamada de beneficios, tal como se viene percibiendo en Alicante, constituye una irregularidad a la luz de la Ley de Incompatibilidades del Personal al Servicio de las Administraciones P¨²blicas, de 1984, y a tenor del m¨¢s reciente Pacto Local de la Federaci¨®n Valenciana de Municipios y Provincias, de febrero de 1999. O sea, que no deb¨ªa darse ni percibirse, y eso deber¨ªa haberlo tenido muy claro el alcalde Luis D¨ªaz Alperi, aunque parece que no lo ten¨ªa, pues se ha apresurado a pedir dict¨¢menes jur¨ªdicos al respecto ?Santa inocencia!
Como es evidente, estamos hablando de cifras modestas y hasta rid¨ªculas para los tiempos que corren y las opulentas gangas que se reparten por esos mundos para tonificar voluntades y votos. Pero el lector habr¨¢ intuido sobradamente que no es el huevo, sino el fuero lo que se cuestiona. Y a este respecto no deja de ser chocante que este asunto haya estallado como efecto colateral de una bronca dom¨¦stica. ?Quiere esto decir que sin el cabreo de una concejala que tir¨® de la manta se hubiesen obviado una vez m¨¢s las incompatibilidades? Pues s¨ª, una vez m¨¢s, ya que ni el mismo alcalde era consciente de la ilegalidad, por m¨¢s que faltasen advertencias acerca del entuerto.
Por otra parte, ?qu¨¦ inter¨¦s tienen las referidas empresas en acrecer irregularmente o no los emolumentos de los regidores? ?Otorgan una paga de beneficios o fomentan los beneficios presentes y futuros de la paga? Hasta el m¨¢s bobo de los ciudadanos ha de caer en la tentaci¨®n de pensar aviesamente cuando tan enconadas son las luchas de los licitantes por la concesi¨®n y prolongaci¨®n de estos servicios. Lo hemos visto no ha mucho en el Ayuntamiento de Valencia y en otras corporaciones donde los visos de juego sucio suger¨ªan la pestilencia del Segura antes que el agua clara del grifo. Queremos decir, en suma, que tan sospechosa es la inocencia de los ediles como la de las empresas implicadas.
Llegados a este punto y abierta como ha sido la caja de Pandora, conviene que no se cierre en falso y se proceda a regular con la mayor transparencia los premios y vi¨¢ticos que han de percibir los concejales que ejerzan de consejeros o cosa parecida en estas mercantiles de capital mixto. Despu¨¦s del revuelo que se ha organizado nos cabe esperar que ayuntamientos y concesionarias del servicio de aguas potables regularicen sus relaciones, acomod¨¢ndolas a la legalidad vigente y que sean tan claras como un vaso de agua clara. A la postre, se seguir¨¢ cobrando lo mismo por otros conceptos, o eso presentimos, pero al menos se habr¨¢ cancelado esa impudicia de los beneficios.
A modo de apostilla nos cumple a?adir que no vemos raz¨®n alguna para devolver lo cobrado en a?os y legislaturas pasadas. En puridad, ser¨ªa exigible desde que la ley vet¨® esta f¨®rmula, pero es preferible armarse de dudas y admitir la buena fe de los perceptores. Se?or, qu¨¦ tropa.
Cambios en el puerto de Valencia
El crecimiento y proyecci¨®n internacional del Puerto de Valencia ha sido, con toda seguridad, una de las realidades m¨¢s brillantes de la econom¨ªa valenciana en los ¨²ltimos a?os. Las mortecinas instalaciones de hace apenas un par de lustros se han convertido en un emporio competitivo cargado de futuro, como revelan la expansi¨®n de las mismas, el movimiento de mercanc¨ªas y los proyectos que postula la autoridad portuaria. Cierto es que la Generalitat fue sensible y apost¨® por las propuestas de sus gestores, pero sin menoscabar ese m¨¦rito, el entorchado hay que otorg¨¢rselo en buena parte a su presidente, Juan Antonio Momp¨®, y al equipo con que se ha rodeado. Recibieron un legado y lo han multiplicado. Por eso no es confortante la noticia de que abandona el puente de mando, con la agravante de que el responsable de planificaci¨®n, Rafael Escutia, ha fichado por la competencia. Son unos cambios indeseados, prematuros y acaso imparables. Quienes reciban el testigo se encontrar¨¢n con un list¨®n muy alto. Confiemos en que no les falte el coraje, la imaginaci¨®n y la prudencia de sus ejemplares predecesores.
Radi¨®logos humillados
El consejero de Sanidad de la Generalitat deber¨ªa explicar con pelos y se?ales por qu¨¦ se obstina en privatizar los servicios de radiodiagn¨®stico de los cuatro principales hospitales de la Comunidad. A falta de tales razones no resulta descabellado deducir que, en primer lugar, se est¨¢ habilitando un fil¨®n de beneficios para las empresas privadas adjudicatarias y que se cuentan con los dedos de la mano. En segundo lugar, y aunque no sea tan perversa la intenci¨®n, se est¨¢ humillando a los radi¨®logos de la red sanitaria p¨²blica, que en adelante quedar¨¢n reducidos a simples mirones del trabajo que realizan sus colegas, sin que sea de recibo el pretexto -pues no es otra cosa- de que se aplicar¨¢n a la investigaci¨®n y docencia de los m¨¦dicos residentes. Y, por ¨²ltimo, ?en qu¨¦ beneficia al usuario este desguace de la sanidad p¨²blica? Para mayor escarnio, se cuenta con estudios demostrativos de que la resonancia magn¨¦tica p¨²blica es m¨¢s econ¨®mica, digamos barata, que la privada. De no arg¨¹ir con m¨¢s consistencia, habremos de concluir que se urde una cacicada agraviante para unos y gravosa para la mayor¨ªa.
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