Inglaterra liquida una vieja deuda
El equipo de Keegan consigue derrotar con un f¨²tbol plomizo a su antiguo enemigo despu¨¦s de 34 a?os
INGLATERRA- ALEMANIA 1-0
Inglaterra por fin sald¨® una vieja deuda con el f¨²tbol alem¨¢n que ya duraba 34 a?os, los que ha tardado en bailar de nuevo a su enemigo de toda la vida en un partido de alto rango. Los ingleses aliviaron el desaire tras un duelo rugoso y plomizo, sostenido ¨²nicamente por las ra¨ªces de estas dos superpotencias futbol¨ªsticas. Dos equipos que se comportaron como gigantes dormidos, con excesivas tachaduras en su f¨²tbol. Tantas como para trazar un partido indigesto por momentos, sobre todo en su primer curso, cuando uno y otro equipo consiguieron silenciar las gradas, algo impensable cuando se juntan 25.000 alborotadores con la garganta resacosa.
Pero el juego ordinario hace sestear a cualquiera. Y Alemania e Inglaterra, dos equipos con tanta solera, desprenden tanta ¨¦pica como vulgaridad. La causa no es otra que el racimo de jugadores toscos y desfasados que ofrecen uno y otro en estos tiempos, nada que ver con el pasado luminoso de ambos equipos.
En plena revisi¨®n de su f¨²tbol, los ingleses a¨²n no se han atrevido a jubilar a tipos como Ince, Keown o los hermanos Neville, una estirpe de picapiedras de la que siempre han presumido sin tener motivos. Los alemanes, que llevan a?os en el t¨²nel, ni siquiera han iniciado la transici¨®n. Beckenbauer sostiene que no hay nadie en la cuna de la Bundesliga, y la titularidad de Matthaeus, un tipo al que le peinan los a?os, le da la raz¨®n. Exprimen a sus viejas glorias porque hace d¨¦cadas que se les sec¨® el pozo.
Tienen un agujero negro del que rescatan, por ejemplo, a Jancker, un delantero tan flexible como la Torre Eiffel. Una estaca sobre la que, como ocurri¨® ayer, hacen girar todo su juego. La tenga quien la tenga, la pelota coge vuelo para que Jancker ponga el casco. Un argumento que deleit¨® a Campbell, un fornido central, que le aguant¨® todos los asaltos encantado con ver la pelota de frente y por los aires. Un duelo que escenific¨® fielmente el gui¨®n del encuentro. Cuando Alemania intent¨® muy espor¨¢dicamente cambiar de marcha no le sirvi¨® de nada. Como s¨®lo Scholl tiene voluntad para tocar y dar un poco de sentido al juego, el enganche del Bayern acab¨® convertido en un marciano para sus supuestos aliados.
Al f¨²tbol cavernario de los alemanes, Inglaterra, que tiene un poco m¨¢s, contest¨® con la misma receta. Acobardada quiz¨¢ por el peso de la historia y por su tropiezo de frente a Portugal, la selecci¨®n de Keegan estuvo medio partido en la sala de espera. Cedi¨® la pelota de forma descarada a su rival y se limit¨® a buscar alguna rendija en la zaga alemana por donde explotar la velocidad de Owen. Algo imposible para futbolistas como Ince o Wise, dos bravucones que se han hecho un nombre en las Islas por su vocaci¨®n para segar el c¨¦sped. Con otros lanzadores, el recurso de Owen hubiera tenido cierto sentido. Al fin y al cabo la joya del Liverpool se las ve¨ªa con Matthaeus, que ya era internacional cuando ¨¦l no hab¨ªa cumplido el a?o. En las direcciones que determinaban Jancker y Owen discurri¨® la mayor parte del choque. La noche no tuvo otro remedio que Scholes, el jugador m¨¢s razonable de Charleroi.
El rechoncho pelirrojo del United se multiplic¨® para reparar los estropicios de Ince en la construcci¨®n y para desahogar a Owen y Shearer en el ataque. Dos remates suyos y un cabezazo de Owen que desvi¨® Kahn al poste aliviaron el espect¨¢culo. A Scholes -que termin¨® lesionado- poco a poco le auxiliaron algunos compa?eros, caso de Beckham, un interior muy notable mientras no le chispean los cables. Sobresaliente sobre todo por la pegada con el interior del pie derecho, que dibuja roscas muy da?inas. M¨¢s o menos como la que dio origen al gol de Shearer, que esper¨® pacientemente en el segundo palo a que un alem¨¢n tras otro se comieran los amagos que hac¨ªa la pelota golpeada por Beckham en el lanzamiento de una falta. El capit¨¢n ingl¨¦s acert¨® a colocar la cabeza y fulmin¨® a Kahn.
El gol dio un aire m¨¢s brioso al encuentro. El f¨²tbol sufri¨® el mismo castigo, pero al menos le aliment¨® la emotividad. Siempre a lo suyo, Alemania empuj¨® cuanto pudo, pero hoy d¨ªa s¨®lo tiene fogueo. Le queda el respeto que se merece su historia, por lo que Keegan, asustado tras un remate de Kirsten que dej¨® boquiabierto a Seaman, decidi¨® retirar a Owen para embarullar a¨²n m¨¢s el centro del campo con Gerrard. Todo una declaraci¨®n de intenciones. Un gesto que meti¨® a Inglaterra en la cueva para siempre y dej¨® a los alemanes a la intemperie hasta el final. Porque no dan para m¨¢s. Inglaterra tampoco levanta pasiones, pero 34 a?os despu¨¦s de su ¨²nica victoria grandilocuente y tras d¨¦cadas de penumbras, al menos ha puesto la lavadora en marcha. Resuelto el caso alem¨¢n, le queda una deuda con la estirpe de Bobby Charlton.
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