Sitges 2: Sarah & Jenny MARCOS ORD??EZ
1. Cuatro corazones con freno y marcha atr¨¢s. Ayer estuve viendo Las v¨ªrgenes suicidas y hoy escribo sobre Sarah Kane, que parece un personaje de esa historia. Con una diferencia: ella se mat¨® de verdad. Su carrera teatral dur¨® apenas cinco a?os. Sarah Kane hab¨ªa nacido en Essex, en 1971, en una familia de cristianos renacidos (born again christians). Durante su infancia lo ¨²nico que se ley¨® en su casa fue la Biblia. La familia Kane no sabr¨ªa explicarse c¨®mo su hija pudo escribir, a los 23 a?os, una obra como Blasted, la funci¨®n que la dio a conocer, en 1995, en el Royal Court: violaci¨®n, tortura, ojos arrancados, canibalismo. Se arm¨® un buen esc¨¢ndalo. Los cr¨ªticos dijeron: "Violencia extrema y sin sentido". Ella dijo: "La Biblia es mucho peor". Harold Pinter le entreg¨®, en mano, una carta de apoyo, por "atreverse a mirar de frente al horror".Su segunda obra, Phedra's Love, de 1996, fue un encargo del Gate Theatre: una versi¨®n contempor¨¢nea de la tragedia de S¨¦neca, que dirigi¨® ella misma, todav¨ªa m¨¢s bestia y sangrienta que Blasted. Dirigi¨® tambi¨¦n el Woyzeck de B¨¹chner: alucinaci¨®n, dolor, el mundo como una extra?a pesadilla. En 1998, una nueva obra para el Court, Cleansed: la universidad convertida en campo de concentraci¨®n y una nueva escalada de shocking moments, culminada por la escena en la que un junkie se inyecta en un ojo. Charles Spencer, de Telegraph, escribi¨®: "No necesita un cr¨ªtico, sino un psiquiatra". "Hay que bajar al infierno con la imaginaci¨®n", respondi¨® ella, "para evitar hacerlo en la realidad". Edward Bond, otro de sus grandes defensores, dijo: "La confrontaci¨®n con lo implacable fue la base de su teatro". En agosto de 1998, Sarah Kane sorprende a todos en el Festival de Edimburgo con un radical cambio de registro: Crave, un poema dram¨¢tico que llega al Royal Court un mes m¨¢s tarde, en un montaje de Vicky Featherstone. Aquel invierno, Sarah Kane vuelve a sufrir uno de sus frecuentes colapsos nerviosos e ingresa en un hospital psiqui¨¢trico, el ES-3 de Parliament Hill, por una sobredosis de somn¨ªferos. Le dan de alta el 20 de febrero de 1999. Ese mismo d¨ªa, de vuelta a su casa, se ahorca en el ba?o con los cordones de sus zapatos, a la edad de 28 a?os.
Un¨¢nimemente reconocida como su mejor obra, la que iba a abrirle un gran futuro como escritora, Crave recorri¨® Europa despu¨¦s de su muerte. Daniel Benoin la mont¨® en noviembre (Manque) en Saint-?tienne, y Bernard Sobel en Gennevilliers, el pasado marzo. En abril, Thomas Ostermeier la lleva a Taormina, para los actos del Premio Europa de teatro. La semana pasada, la compa?¨ªa Cae la Sombra, dirigida por Xavier Albert¨ª, present¨® la obra (?nsia, en versi¨®n de Ernest Riera) en el festival de Sitges. Un extraordinario montaje; para mi gusto, el trabajo m¨¢s bello e intenso del certamen. El teatro de Sarah Kane nunca hab¨ªa sido plato de mi gusto: habitualmente, las exasperaciones del nihilismo y el mal rollo qu¨ªmicamente puro me hacen salir a escape. Busco elevaci¨®n en el arte; para ver el horror ya est¨¢n mis ojitos gachones. Pero ?nsia, se?ores, es una obra de arte: el texto y su puesta en escena. ?nsia es un cuarteto. Cuatro voces desesperadas, "cuatro corazones con freno y marcha atr¨¢s", como en la comedia de Jardiel. Como las voces que escuchaban, sin poder evitarlo, los ¨¢ngeles de Cielo sobre Berl¨ªn: voces de gente sola, abandonada, insomne. "Si pogu¨¦s viure lliure de tu sense haver-te de perdre... Se me'n va el cor... No s¨®c un violador, s¨®c un ped¨°fil... No sento res, res... Bec fins que vomito... Tinc un costat negre negre que em conec, tinc un costat tan verd que no coneixer¨¤s mai... Ja no veig res de bo en ning¨²... Estar mort i tenir-ne trenta... Aix¨° s'ha d'acabar, aix¨° s'ha d'acabar, aix¨° s'ha d'acabar...". Cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, que parecen no conocerse hablan de los deseos y los miedos que las consumen. Buena parte de la belleza del texto radica en su urgencia, en su extrema necesidad de comunicar, de tocar, de salir del agujero. De recapitular el dolor. La misma urgencia que sinti¨® Eliot al escribir La tierra bald¨ªa, la principal fuente de inspiraci¨®n de ?nsia. Hay aqu¨ª ecos de Eliot, del Pinter m¨¢s l¨ªrico y desolado (Landscape, Silence), del primer Handke, de la Duras de India song. Voces que se entretejen, se buscan, se enfrentan, se ignoran; se responden en eco o se repliegan sobre s¨ª mismas. Estamos en la capitale de la douleur, en el lado m¨¢s oscuro del alma.
En Gennevilliers, Bernard Sobel coloc¨® a los cuatro int¨¦rpretes de Manque en una grada, indistinguibles entre varias hileras de maniqu¨ªes, como voces sin rostro. Albert¨ª s¨®lo ha necesitado cuatro sillas en un espacio vac¨ªo y hondo. Pero nada m¨¢s lejos de una lectura dramatizada. Aqu¨ª las voces tienen rostros, y cuerpos, con la reconcentrada furia de unos escorpiones rodeados por un c¨ªrculo de fuego. Aqu¨ª hay palabra, pero tambi¨¦n carne. La fatiga, el malestar que no se acaba, la rabia y el anhelo est¨¢n en esos rostros y esos cuerpos: Lina Lambert, Alicia P¨¦rez, Julio Manrique, el propio Albert¨ª. Albert¨ª tiene el mon¨®logo m¨¢s largo y hermoso del texto, un canto de amor (la elevaci¨®n de la que antes hablaba) con los ritmos y los ecos del Coral romput de Estell¨¦s, que ¨¦l interpreta con l¨¢grimas en los ojos, conmovido, conmovedor; un canto de amor desesperado, con la voz del vicec¨®nsul de la Duras: "I fer-te fotografies quan dorms i beure caf¨¨ a mitjanit i que em robis els cigarrets i no poder trobar mai cerilles i no riure els teus acudits i voler-te al mat¨ª per¨° deixar-te dormir una estona m¨¦s i patir quan arribes tard i no poder-m'ho creure quan arribes aviat i...". Y Lina Lambert mirando con los ojos de Eileen Atkins, y Alicia P¨¦rez empujando con todo su cuerpo para salir del c¨ªrculo de fuego, y Julio Manrique, cada d¨ªa mejor actor, m¨¢s verdadero y m¨¢s sabio... Un material como el de ?nsia se puede venir abajo como un castillo de cartas en cuanto sus int¨¦rpretes den una sola nota falsa, mec¨¢nica; en cuanto pierdan la concentraci¨®n y se salgan de la partitura. La prueba de que esto no sucede ni un momento est¨¢ en el silencio denso, c¨®mplice, casi eucar¨ªstico con que la representaci¨®n de ?nsia se sigui¨® en el Escorxador de Sitges. Nadie quer¨ªa irse al acabar; otra prueba inequ¨ªvoca. ?nsia se ver¨¢ en oto?o en la Sala Muntaner. No es una pieza f¨¢cil, ni agradable, y tiene pasajes escasamente comprensibles, que recuerdan el ruido de una abeja encerrada en una caja. Pero la fuerza y la verdad de su modulaci¨®n tocan, a trav¨¦s de sus extraordinarios int¨¦rpretes, una cuerda muy oscura, muy secreta y muy reconocible de todos nosotros: para esas cosas se invent¨® el teatro.
2. Holzer, Jenny. Otra voz de mujer, ahora comentada por un hombre. Roger Bernat ha presentado en Sitges Verismes, un espect¨¢culo -breve: una hora, como ?nsia- sobre los Truisms de la artista conceptual americana Jenny Holzer (si es que conceptual todav¨ªa quiere decir algo). Los Truisms son sentencias, "entre el infinito y el estornudo", como dir¨ªa Macedonio Fern¨¢ndez, que la Holzer ha ido acu?ando y repartiendo por el mundo, en los m¨¢s diversos soportes. Preceptos ir¨®nica o apasionadamente morales, como "conocerse a s¨ª mismo puede ser demoledor", "el amor rom¨¢ntico se invent¨® para manipular a las mujeres", "el destino del hombre es burlarse de s¨ª mismo" o "dramatizar a menudo eclipsa lo real". La visi¨®n del mundo de Jenny Holzer, en las ant¨ªpodas de la de Sarah Kane, tiene el pragmatismo delirante de los maestros zen. Subimos, unos cincuenta espectadores, por las escaleras del edificio Miramar. Llegamos a una habitaci¨®n en la ¨²ltima planta, donde nos espera un actor, Miguel ?ngel Gonz¨¢lez. Bernat nos recibe en la puerta. Nos sentamos en el suelo, porque no hay sillas. Todo tiene ese aire casual y a la vez pautado, entre el happening y su reflejo ir¨®nico, que caracteriza a los espect¨¢culos de General El¨¦ctrica. Miguel ?ngel Gonz¨¢lez es lo que antes se llamaba "un actor natural", que comunica una instant¨¢nea sensaci¨®n de verdad sencilla y pr¨®xima. Gonz¨¢lez interpreta a su personaje de siempre: el hombre que se ha bajado en marcha del carrusel y no deja de interrogarse, con una sonrisa, sobre las paradojas de la vida y de la sociedad. Ha le¨ªdo los Truisms de la Holzer, ha seleccionado 90 frases y nos las va a comentar por espacio de una hora, mientras cambia las tres bombillas de la habitaci¨®n (ahora rojas, luego azules, luego amarillas), interpela a los presentes, ratifica o pone en duda las sentencias elegidas ("la moderaci¨®n mata el esp¨ªritu", "la abstracci¨®n es un tipo de decadencia") y nos cuenta fragmentos de su vida, hechos que confirman o desmienten las afirmaciones de la Holzer. Tambi¨¦n es mucho m¨¢s, pues, que la t¨ªpica lectura dramatizada. Una velada muy viva, muy fresca, muy entretenida, con la "naturalidad reconstruida" que defend¨ªa Jean Eustache y con una gran frase de despedida: "No hace falta que aplaudan porque aqu¨ª resuena mucho. Pero si quieren, al salir, me pueden dar ustedes un beso". Un beso desde aqu¨ª. Qu¨¦dese, se?or Gonz¨¢lez.
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