Los ingleses se dan media vuelta

Sin un trago de f¨²tbol, Inglaterra volvi¨® a despedirse de un gran torneo. Esta vez, los ingleses han llegado hasta donde alcanzan sus jugadores: la primera fase. Por lo visto en esta Eurocopa no tiene para m¨¢s, ni siquiera para socavar a un equipo como Rumania, que pasa tiempos dif¨ªciles, en plena transici¨®n por la veteran¨ªa de la columna que le ha sostenido en la ¨²ltima d¨¦cada, como Hagi, Popescu y Belodedici. Ni siquiera para conseguir un empate que le hubiera clasificado. Con lo justo, los rumanos fulminaron a un equipo r¨¢cano y sin brillantez, que deja B¨¦lgica sin otra huella que la sangr¨ªa provocada por sus hinchas.Inglaterra dibuj¨® un partido feote. No tuvo peso sobre el juego, una palabra que el equipo de Kevin Keegan parece haber desterrado. Rumania se dio un fest¨ªn similar por el centro, donde Ince y Wise s¨®lo ofrecen mal humor. Con la pelota en la hierba, descargando el juego de forma simple, al ritmo de Galca, muy aseado para tejer en corto, los rumanos manejaron el asunto a su antojo. A los ingleses, trasladar la pelota les resulta una tortura. Los defensas no saben, Ince s¨®lo vive del m¨²sculo y Wise tiene dos problemas: no tiene vuelo y a su espalda Phil Neville es un estorbo. Como Gary para Beckham, al que no da un relevo jam¨¢s, ni siquiera le hace de se?uelo para que el spice pueda lucir la rosca.

Con muy poco, los rumanos les metieron en un l¨ªo tras otro. Como Chivu, que se equivoc¨® en un centro templado al ¨¢rea y la pelota termin¨® en la red de Martyn, que midi¨® mal todos sus movimientos. Revolucionado por su gol sin querer, Chivu, el jugador m¨¢s joven del torneo junto a Casillas, cay¨® poco despu¨¦s en una trampa infantil. En el primer arre¨®n ingl¨¦s en toda la noche, all¨¢ por el minuto 40, cuando el joven lateral derrib¨® a Ince, que irrumpi¨® en el ¨¢rea a toque de corneta y con el bal¨®n enredado. El penalti transformado por Shearer tuvo una consecuencia imprevisible. Por una vez, Scholes recibi¨® la pelota en condiciones de dar un pase, Owen, siempre tan pillo, lo apercibi¨® y, tras ganar la espalda a los centrales rumanos, adelant¨® a Stelea con enorme habilidad. Fue la ¨²nica conexi¨®n inglesa en toda la noche.

Inglaterra cambi¨® la direcci¨®n del partido en un suspiro, por puro azar. Un golpe brutal para Rumania, del que se alivi¨® con el tanto de Munteanu al comienzo de la segunda mitad. El empate puso a los ingleses al borde del abismo, que resolvieron todo el periodo en la trinchera, sin otra preocupaci¨®n que no fuera martillear la pelota de cualquier modo. Keown, Ince y compa?¨ªa se pusieron las botas. Keegan quit¨® a Owen y Scholes y equipo pag¨® a¨²n m¨¢s su conservadurismo. Sin los dos talentos, Phil, uno de los Neville, sigui¨® a lo suyo. Hasta que a dos minutos del final culmin¨® la tarde comi¨¦ndose un amago del tosco Moldovan, al que zancadille¨® dentro del ¨¢rea. Ganea clav¨® el penalti y puso a Inglaterra rumbo a las Islas