Los ingleses se dan media vuelta
Un penalti de Phil Neville a Moldovan a s¨®lo dos minutos del final clasifica a los rumanos para cuartos
Sin un trago de f¨²tbol, Inglaterra volvi¨® a despedirse de un gran torneo antes de tiempo. Esta vez ha llegado hasta donde alcanzan sus jugadores y su apuesta paleol¨ªtica: la primera fase. Por lo que se ha visto en esta Eurocopa, la selecci¨®n de Kevin Keegan no tiene carrete ni para negociar un empate con un equipo como Rumania, que pasa tiempos dif¨ªciles, en plena transici¨®n por la veteran¨ªa de futbolistas como Hagi, Popescu y Belodedici, la columna que ha sostenido al combinado en la ¨²ltima d¨¦cada. Con lo justo, los rumanos fulminaron a Inglaterra, una selecci¨®n tosca y r¨¢cana, que cierra su episodio continental sin dejar m¨¢s huella que la sangr¨ªa provocada por su hinchada.Inglaterra dibuj¨® otro partido feote. No tuvo peso sobre el juego, una palabra que el equipo de Kevin Keegan parece haber desterrado hace tiempo. Realmente no se sabe en qu¨¦ consiste su proyecto y todo indica que no hay ideario alguno. Envueltos en la amable sonrisa de Keegan, los ingleses han perdido sus se?as de identidad de toda la vida, como el juego decidido, la agresividad para ganar el asalto en los costados, la llegada en pelot¨®n al ¨¢rea rival, la fe en cada rebote... Ahora se atreven con algunos jugadores de corte sutil, caso de Beckham, Scholes y Owen, a los que envasan con un grupo de primaria.
Algunos se reproducen en familia, como los calamitosos hermanos Neville, cuya presencia es un suplicio: cuesta adivinar qui¨¦n es peor. Ayer, Phil, el de la izquierda, se llev¨® la palma. Petrescu y Contra, dos jugadores de medio curso, le anudaron las piernas con la misma sencillez que le dislocaron la cadera. Durante muchos minutos, Rumania se dio un fest¨ªn similar por el centro, donde Ince y Wise s¨®lo ofrecen mal humor. Con la pelota en la hierba, al ritmo de Galca, muy aseado para tejer en corto, los rumanos manejaron el asunto a su antojo. Los ingleses se taparon las cejas y miraron para otro lado. Los de Kevin Keegan s¨®lo encontraban el bal¨®n cuando un rumano se equivocaba. Rescatada la pelota, su traslado al ¨¢rea contraria le resultaba una tortura. Los defensas ingleses no saben, Ince s¨®lo vive del m¨²sculo y Wise tiene dos problemas: no tiene clase y, a su espalda, Phil Neville es un estorbo. Como su hermano Gary para Beckham, al que no da un relevo jam¨¢s; ni siquiera hace de se?uelo para que el spice luzca su rosca.
Descolgados de sus mejores jugadores, los ingleses fueron muy permeables. Los rumanos les metieron en un l¨ªo tras otro. Queriendo y sin querer. Como le pas¨® a Chivu, que se equivoc¨® en un centro templado al ¨¢rea y la pelota termin¨® en la red de Martyn, que midi¨® mal todos sus movimientos. Revolucionado por su gol, Chivu, el jugador m¨¢s joven del torneo junto al espa?ol Iker Casillas, cay¨® poco despu¨¦s en una trampa infantil. En el primer arre¨®n ingl¨¦s en toda la noche, all¨¢ por el minuto 40, el joven lateral derrib¨® a Ince, que irrumpi¨® en el ¨¢rea a toque de corneta y con el bal¨®n enredado. El penalti transformado por Shearer tuvo una consecuencia imprevisible. Por una vez, Scholes recibi¨® la pelota en condiciones de dar un pase a Owen. El de Liverpool, siempre tan pillo, gan¨® la espalda a los centrales rumanos y dej¨® tirado a Stelea con enorme habilidad. Fue la ¨²nica conexi¨®n inglesa en toda la noche, suficiente para cambiar la direcci¨®n del resultado en un suspiro.
Un golpe brutal para Rumania, que se alivi¨® con el empate de Munteanu al comienzo de la segunda mitad. El gol exprimi¨® de nuevo lo peor de los ingleses. Lejos de buscar el recurso que le permiti¨® remontar el partido, Keegan se jug¨® la clasificaci¨®n por la misma v¨ªa que le tuvo acongojado casi todo el primer periodo: el martillo de Keown, Ince y compa?¨ªa. Para que no hubiera dudas de sus intenciones, el t¨¦cnico ingl¨¦s retir¨® a Owen y Scholes, los ¨²nicos jugadores que pod¨ªan incomodar a la adelantada defensa rival. Una invitaci¨®n para que Rumania se desbocara definitivamente en ataque. Una manera de que Phil, uno de los terribles Neville, recuperara foco. As¨ª fue: a dos minutos del final, el peque?o de la familia se comi¨® un amago de Moldovan, al que zancadille¨® dentro del ¨¢rea. Ganea clav¨® el penalti y puso a Inglaterra rumbo a las Islas con una lecci¨®n que quiz¨¢ no olvide: los "nevilles" que tanto abundan en el f¨²tbol que apadrina Keegan no s¨®lo no suman, sino que a veces, como ayer, restan.
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