De capitanes a generales FRANCESC DE CARRERAS
Ram¨®n de Espa?a escribi¨® la semana pasada en estas mismas p¨¢ginas un art¨ªculo espl¨¦ndido que, bajo el t¨ªtulo Cansados y aburridos del PSC, reflejaba el sentimiento cr¨ªtico de un importante sector de la izquierda catalana respecto de la pol¨ªtica socialista en Catalu?a y, m¨¢s concretamente, sobre la deriva iniciada en los ¨²ltimos meses bajo el liderazgo parlamentario de Maragall.Me identifiqu¨¦ completamente con el contenido del art¨ªculo de Ram¨®n porque comparto plenamente su l¨ªnea de fondo: la cr¨ªtica a la tradicional subordinaci¨®n psicol¨®gica del PSC respecto al nacionalismo pujolista, su "s¨ªndrome de Estocolmo" ante Pujol, puesto tantas veces de manifiesto hace muchos a?os y repetido en los ¨²ltimos tiempos en hechos como el pacto con ERC en el Senado, la votaci¨®n parlamentaria y la manifestaci¨®n de alcaldes por los procesos judiciales en torno a la Universidad Rovira i Virgili, la formaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria para una innecesaria e inexplicada -y menos a¨²n debatida- reforma del Estatuto. En definitiva, como dec¨ªa Ram¨®n de Espa?a, el que Maragall quiera ser m¨¢s el hereu de Pujol que su alternativa; o, en otras palabras, el que su objetivo principal sea disputar la hegemon¨ªa a CiU en su propio terreno, abandonando, por tanto, lo que de diferenciado debe ofrecer el socialismo catal¨¢n a unas bases electorales que en su inmensa mayor¨ªa no son las del pujolismo.
Ahora bien, el Congreso del PSC del pasado fin de semana creo que ha abierto una ventana a la esperanza de un cambio en profundidad. Desde la perspectiva actual, se percibe como la silenciosa pero constante labor de Narc¨ªs Serra por transformar sin traumas el partido ha dado sus frutos. Ya Serra transform¨® un Ej¨¦rcito en buena parte golpista, con pretensiones de ser un grupo de presi¨®n de la pol¨ªtica espa?ola, en un ¨®rgano de la Administraci¨®n p¨²blica, especializado en seguridad y defensa, bajo el mando de un Gobierno democr¨¢tico. Y lo hizo con la misma sutileza, sigilo y mano izquierda con la que ha sabido arbitrar la renovaci¨®n del PSC.
El cambio socialista ven¨ªa de lejos: del nuevo PSC que apareci¨® s¨²bitamente en el congreso de Sitges de 1994 y que supuso la salida a la superficie de unos cuadros y unos militantes incorporados a las tareas p¨²blicas despu¨¦s de la transici¨®n pol¨ªtica, ligados estrechamente a sus bases electorales y con un perfil muy distinto al elitista n¨²cleo dirigente del partido, que permanec¨ªa inalterado desde su fundaci¨®n. El llamado "PSC de los capitanes" no era, como se ha dicho tantas veces, el PSC del aparato de partido, sino, por el contrario, el de sus bases m¨¢s representativas, y apareci¨® en el congreso de Sitges porque un nuevo reglamento interno permiti¨® su intervenci¨®n directa en aquel congreso. Los m¨¢s de 800 delegados del congreso de este pasado fin de semana han sido tambi¨¦n elegidos directamente por sus militantes y simpatizantes, sin filtro alguno por parte de la direcci¨®n. La voz del congreso ha sido, pues, expresi¨®n fiel de lo que desea el militante y simpatizante socialista.
Y el congreso ha optado, mayoritariamente y con claridad, por tres objetivos importantes. En primer lugar, por una renovaci¨®n profunda de la direcci¨®n. Han accedido al primer nivel capitanes tan significativos y prestigiosos como Montilla, Rangel, Manuela de Madre, Ferran e Iceta. Sigue teniendo un gran apoyo un dirigente emblem¨¢tico como Jos¨¦ Borrell. Y el resultado ha dado un significativo aviso a algunos nombres ligados a las ideas de los tiempos pasados, aunque su nuevo papel de representantes de las minor¨ªas tenga un importante sentido integrador. En segundo lugar, se han establecido unas nuevas reglas para que la renovaci¨®n sea un proceso continuado: incompatibilidades, plazos m¨¢ximos de permanencia en los cargos, convenciones anuales. La nueva direcci¨®n no se bloquea a s¨ª misma, como antes se hac¨ªa de hecho, sino que, por el contrario, prev¨¦ un m¨¦todo estable de renovaci¨®n, desmintiendo as¨ª las acusaciones de que era objeto, por parte de sus detractores, de constituir los capitanes un aparatchik burocr¨¢tico con la ¨²nica finalidad de alcanzar y consolidarse en el poder. Se ha optado, no hay duda, por convertirse en un partido abierto y en renovaci¨®n continua, muy distinto al anterior.
Por ¨²ltimo, en tercer lugar, but not least, se ha dado ejemplo de cohesi¨®n en lo fundamental reforz¨¢ndose el indudable liderazgo social y pol¨ªtico de Pasqual Maragall. Por si lo dudaba, desde el domingo pasado Maragall sabe que el partido le quiere y desea cerrar filas en torno de ¨¦l siempre que, naturalmente, demuestre, a su vez, una rec¨ªproca estima e id¨¦ntica lealtad y confianza. Maragall tiene que comprender que el partido no es el paisaje ante el cual debe ejercer su liderazgo rodeado de un c¨ªrculo propio de amigos ¨ªntimos, sino que el partido es la gente con la que y desde la cual debe trabajar conjuntamente. M¨¢s todav¨ªa cuando este partido ha logrado excelentes resultados para el PSC en ¨¦pocas de claro declive socialista. Los peligros de divisi¨®n s¨®lo pueden renacer de la desconfianza que generan ciertos gestos, a los que Maragall, quiz¨¢ demasiado despreocupadamente, es a veces excesivamente propenso.
Por otro lado, Maragall debe saber que el escenario pol¨ªtico catal¨¢n no es el de octubre pasado, cuando ¨¦l representaba una opci¨®n de cambio que agrupaba a sectores muy diversos. Maragall y el PSC deben ahora resituarse: probablemente volcarse de nuevo a cultivar, con un discurso renovado, sus bases m¨¢s tradicionales, que han demostrado en elecciones ¨²ltimas un claro desafecto no tanto a determinadas propuestas como a la acentuaci¨®n de un viejo y conocido estilo. En este terreno, Montilla y los suyos tienen mucho que hacer.
En definitiva, el nuevo PSC que apareci¨® en 1994 ha crecido justificando las esperanzas que gener¨® entonces. En pol¨ªtica nada es lineal y los meandros son el camino natural por el que discurre lentamente toda evoluci¨®n que se pretenda s¨®lida. Los capitanes ya son generales y buena parte de antiguos dirigentes han pasado muy dignamente a un segundo plano. Ahora hay que esperar que de un partido renovado salga, como es natural, una pol¨ªtica tambi¨¦n renovada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.