El otro centro pol¨ªtico.
Hace a?os que recelo de todos aquellos que me dicen: "O est¨¢s conmigo o est¨¢s contra m¨ª". En democracia no hay adhesiones incondicionales, y puesto en ese tipo de tesitura no tengo m¨¢s alternativa que estar en contra. Por ello, me parece preocupante, no ya tanto consenso en el tema vasco, sino la violencia de ese consenso. Que Arzalluz asegure que, quien no est¨¢ con ¨¦l no es sino "grasa", lo comprendo; Arzalluz es un fascista y no le preocupa que, al eliminar las grasas acabe dejando al PNV en los huesos, como est¨¢. Me preocupa que mensajes parecidos de demonizaci¨®n de los tibios salgan de mi propio campo. Yo tampoco s¨¦ bien si estoy con los m¨ªos, sobre todo si no me dejan disentir o matizar. En resumen, si es bueno que Gobierno y oposici¨®n, y todos ellos con la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica, est¨¦n (estemos) de acuerdo en pol¨ªtica antiterrorista, no s¨¦ si es tan bueno que no haya algunas tensiones m¨¢s a la hora de abordar el problema pol¨ªtico del nacionalismo.No pretendo con ello negar ni un ¨¢pice de la raz¨®n que asiste al Gobierno en muchas cosas. Y dir¨¦ cuales: la tiene al no ceder al chantaje de la violencia y negarse a negociar nada a cambio de la entrega de las armas, y cualquier duda sobre esta posici¨®n es muy negativa; la tiene tambi¨¦n al acusar al PNV de deslealtad por pactar con asesinos, y mientras no salga de Lizarra no puede ser interlocutor v¨¢lido por mucho que engole la voz a la hora de calificar a los aliados de sus aliados; la tiene de nuevo al exigir del PNV lealtad a la Constituci¨®n y el Estatuto, tanto m¨¢s si se propone reformarlos; la tiene al exigir al PNV que opte entre dar prioridad al objetivo nacionalista o a la democracia, exigiendo la dimisi¨®n de quienes han impulsado esa pol¨ªtica fascista; y la tiene, finalmente, al se?alar que un partido engolfado en esa deriva no debe gobernar en Euskadi y ya es hora de que lo hagan los no nacionalistas. No son pocas ni tibias razones.
Pero el Gobierno tiene raz¨®n, sobre todo, porque no tiene alternativa leg¨ªtima alguna a esas pol¨ªticas que son, inevitablemente, pol¨ªticas de Estado. El Gobierno hace lo que no puede dejar de hacer. Pero mi pregunta es otra y s¨®lo puede ser la siguiente: ?c¨®mo puede resolverse el problema vasco? Y la respuesta es que, sin duda, y por encima de todo, se trata de ganar las elecciones de modo claro y terminante; s¨®lo eso desmontar¨¢ la deriva del nacionalismo aislando al fascismo vasco. Pues bien, para ganar en las urnas hay que convencer al electorado, y para eso hay que hablar a la ciudadan¨ªa. Y eso es justamente lo que echo de menos. Y para ilustrar el problema nada mejor que transcribir un e-mail que recib¨ª a la ma?ana siguiente del ¨²ltimo asesinato de ETA, y que representa muy bien otros muchos que he recibido los ¨²ltimos meses.
"Hola buenas tardes. Soy uno de esos vascos que ayer sinti¨® asco por los ETArras. Tambi¨¦n soy uno de esos vascos que no quiere seguir en Espa?a ni Francia. ?Soy por eso terrorista?".
"Yo no doy la soluci¨®n, yo estoy definiendo el problema".
"Si un grupo de cientos de miles de personas de un pueblo reconocido no quieren seguir como hasta ahora, lo m¨ªnimo que se puede hacer es sentarse y hablar con ellos o sus representantes y negociar posibles salidas al conflicto que hay (que es lo que est¨¢n proponiendo los partidos nacionalistas) y no olvidarse del conflicto (lo que hacen los partidos espa?oles). ?No es un conflicto que cientos de miles de personas quieran ir por un camino y otros cientos de miles por otro? ?Por qu¨¦ una parte de la poblaci¨®n se tiene que aguantar y resignar a seguir en el otro camino sin ni siquiera tener la opci¨®n democr¨¢tica de decidir qu¨¦ camino seguir?".
"?Es ¨¦tico que s¨®lo haya un camino, el del Gobierno espa?ol y los que creen que se puede ir por otro seamos tildados como terroristas?".
No son, tampoco, argumentos triviales, por mucho que no los comparta.
Hace tiempo que defiendo que el ¨²nico "hecho diferencial" o "derecho hist¨®rico" que debe tomarse en consideraci¨®n es la voluntad diferencial democr¨¢ticamente expresada en las urnas. La lengua, la historia, los fueros, todo sobra si no hay voluntad diferencial. Y si ¨¦sta existe, que haya o no hecho diferencial es irrelevante. Basta comparar a Valencia con Catalu?a. Pues bien, es un hecho diferencial de primera magnitud que los ciudadanos vascos han votado a los partidos nacionalistas en cuantas ocasiones han tenido, obteniendo ¨¦stos aproximadamente la mitad de los votos. Y lo han hecho, por supuesto, libremente. Es m¨¢s, todos los estudios de cultura pol¨ªtica muestran una firme actitud nacionalista en Euskadi, sin comparaci¨®n alguna con cualquier otra comunidad aut¨®noma. De modo que, m¨¢s all¨¢ de la violencia, hay una ciudadan¨ªa que est¨¢ exigiendo un marco de reconocimiento pol¨ªtico singular y que lo hace de modo democr¨¢tico, en tiempo y manera.
En su discurso de investidura, Aznar aludi¨® a Espa?a como naci¨®n plural. Tambi¨¦n el Rey, tras condenar el terrorismo, aludi¨® a ese pluralismo. Por ello pienso que, sin ceder un ¨¢pice en la presi¨®n sobre la deriva fascista del nacionalismo, es urgente articular un discurso pol¨ªtico positivo que, desarrollando ese pluralismo, dise?e el reconocimiento de la singularidad y sea atractivo para el electorado vasco, la mayor¨ªa del cual se siente vasco y espa?ol o espa?ol y vasco al tiempo, y no obligarle a optar, como est¨¢ haciendo ETA y corremos el riesgo de hacer quienes militamos en el frente anti-ETA. Pues, si absurdo es el proyecto Lizarra-Arzalluz de separar Euskadi en dos mitades para eliminar a la no nacionalista, no menos rechazable ser¨ªa pensar que el nacionalismo no existe. El pluralismo de Euskadi deriva de que la mitad de sus ciudadanos no son nacionalistas; pero tambi¨¦n de que la mitad de sus ciudadanos s¨ª lo son, y si olvidamos el reiterado mensaje de las urnas acabaremos fagocitados por la l¨®gica de enfrentamiento del enemigo. El PP gan¨® el pasado 12 de marzo porque supo irse al centro en busca del electorado. Pues bien, sospecho que no otra cosa debe hacerse en el Pa¨ªs Vasco: irse al otro centro pol¨ªtico, el nacionalista, en busca del electorado. Y en este segundo frente el partido socialista y la oposici¨®n deben asumir el riesgo de la iniciativa.
Puede que ETA no tenga m¨¢s soluci¨®n que la policial. Puede, aunque es sensato abrigar serias dudas (y Le Monde nos lo recordaba hace poco). Pero incluso si fuera as¨ª, ETA y su entorno (incluido, hoy, el PNV) est¨¢n lejos, por fortuna, de agotar el espectro pol¨ªtico de la ciudadan¨ªa vasca. No basta con vencer a ETA; mucho m¨¢s importante a¨²n es ganar el apoyo de los ciudadanos vascos.
Emilio Lamo de Espinosa es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense.
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