Dos catalanes en la corte de Craig Venter
Trabajar ahora mismo en Celera Genomics produce como un hormigueo extra?o. Nervios, prisas y excitaci¨®n recorren los pasillos del lugar donde se ha escrito una de las p¨¢ginas m¨¢s importantes de la ciencia moderna. Es la satisfacci¨®n, seg¨²n describen Roderig Guig¨® y Josep Francesc Abril, de colaborar con un fin, secuenciar el genoma humano, que a buen seguro pasar¨¢ a la historia.Guig¨® y Abril, investigadores del Instituto Municipal de Investigaciones M¨¦dicas de Barcelona (IMIM), han mantenido durante estos ¨²ltimos meses relaciones con Celera, lo que les ha permitido captar algo de ese ambiente que parece tan especial. La primera visita se produjo en las semanas previas a la publicaci¨®n en la revista Science del genoma completo de Drosophila melanogaster, para muchos el ensayo general de lo que vendr¨ªa despu¨¦s. Los investigadores del IMIM aportaron entonces un programa inform¨¢tico que demostr¨® ser capaz de procesar los datos necesarios para generar el gr¨¢fico del genoma, un p¨®ster desplegable que dio la vuelta al mundo.
"Te integras enseguida, como un colaborador m¨¢s", relata Abril, que estuvo casi dos semanas en el centro de Celera, en Rockville (Maryland). Durante ese tiempo ajust¨® el software de visualizaci¨®n y elabor¨® una imagen que representaba 120 millones de nucle¨®tidos. El resultado, a la postre, permiti¨® integrar datos y ajustar par¨¢metros inform¨¢ticos en el resto de la maquinaria de Celera, al tiempo que proporcion¨® informaci¨®n valiosa para bi¨®logos sin conocimientos inform¨¢ticos.
En el caso de Guig¨®, que comparte con Abril el desarrollo del programa de visualizaci¨®n, la visita tuvo un car¨¢cter m¨¢s concreto. Pero igualmente se impregn¨® del ambiente que reina en Celera. "No es como cuando se construy¨® la bomba at¨®mica en Los ?lamos o cuando se pis¨® por primera vez la Luna", dice, "pero algo de eso tiene". Guig¨® atribuye ese estado entre excitado y entusiasta a la mezcla de investigadores venidos de todo el mundo para colaborar en un logro que se presume trascendente. "El ritmo de producci¨®n era muy intenso, con mucha presi¨®n pero tambi¨¦n con una carga de estr¨¦s positivo", reflexiona. "Ese tipo de estr¨¦s que s¨®lo te proporciona el saber que est¨¢s haciendo algo muy importante".
La visita de Guig¨® surgi¨® de una invitaci¨®n de los responsables de Celera para "intercambiar opiniones" acerca de un segundo desarrollo inform¨¢tico que el investigador est¨¢ llevando a cabo en el IMIM. Se trata de un programa predictor de genes, una herramienta b¨¢sica una vez ensamblado el genoma. Hasta la fecha, su programa ha demostrado una enorme rapidez para procesar secuencias gen¨®micas e identificar genes potenciales. Su eficacia, sin embargo, es por ahora limitada, aspecto que de momento no parece preocupar demasiado a Guig¨®. "En general", indica, "la eficiencia con la que trabajan los programas predictores no es muy alta". Guig¨® public¨® un an¨¢lisis comparativo entre las dos decenas largas de programas de este tipo que existen en el mercado, lo que le ha valido ser uno de los autores m¨¢s citados en este campo.
Ambos cient¨ªficos esperan colaborar en el futuro con trabajos de caracter¨ªsticas similares, sea o no con Celera. "No tenemos un inter¨¦s especial en Celera", admite Guig¨®. Pero s¨ª lo tienen con el proyecto y con los investigadores implicados en ¨¦l. "Son los mismos que ves en otros centros y haciendo trabajos parecidos", a?ade Abril. Que sean los mismos, concluyen ambos, ha permitido reproducir entre las paredes de una compa?¨ªa privada la excitaci¨®n que se vive en un laboratorio acad¨¦mico de primera fila cuando se est¨¢ a las puertas de un gran descubrimiento. Tal vez, uno de los mejores logros de Craig Venter, el pol¨¦mico director de Celera.
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